lunes, 1 de abril de 2013

Mamás de la vieja escuela

Buenos días mamis!



He leído algún foro en el que se debate el enfrentamiento entre madres de la vieja escuela y madres actuales. O dicho de otra manera, el choque entre las costumbres de nuestras madres y abuelas y nosotras mismas, mamis "modernas". Antes de nada, me gustaría aclarar que no soy de extremos así que no me voy a posicionar radicalmente en un lado o en el otro aunque imagino que, por la época que me ha tocado vivir, me dejo llevar por las costumbres actuales.

Volviendo al foro que os comentaba, la entrada era de una madre indignada porque, de alguna manera, su suegra y madre le insistían sobre cómo debía cuidar de su hijo y esta creía que ahora las cosas habían cambiado y tocaba modernizarse. Es curioso y hasta divertido ver  como las abuelas no comprenden ciertas cosas y sueltan la frase tan manida de: "Pues yo lo hice así con mis tres hijos y crecieron bien sanos" Tienen razón pero también la tenemos las madres actuales cuando seguimos los consejos de los pediatras y comprendemos que desde hace treinta años a ahora se han hecho mil comprobaciones médicas que concluyen que hay otras maneras de hacer las cosas evitando riesgos innecesarios. Aún y así, también entiendo que no hay que seguir todo a rajatabla ni tampoco hay que aferrarse siempre a estadísticas porque los bebés no son cifras ni porcentajes.

Cuando fui a las reuniones de lactancia coincidí con una mujer que iba acompañada de su suegra. La suegra se puso tozudísima insistiendo en que al bebé (de dos meses) se le tenía que dar agua porque era necesario y más con el calor que hacía. La matrona demostró una graaan paciencia explicándole una y otra vez que el bebé recibía el agua que necesitaba a través de la leche de su madre. Por supuesto, la abuela no se fue para nada convencida y por lo bajini seguía erre que erre. Todas nos reímos con la insistencia de la señora pero teníais que ver la cara de su nuera. Me la imaginé recibiendo el mismo sermón de camino a casa y todos los días hasta que refrescara el tiempo. ¿Cuantas no habéis visto la imagen de la abuela, tia, suegra acercando la cucharita de café, zumo o chocolate a la boquita de vuestro pequeño? Y vosotras apartando rápidamente la cuchara por miedo a darle algo que no puede digerir. Pues tal vez no ocurriera nada de nada! Aunque no fuera lo más recomendable por el pediatra, quién dice que una cucharadita vaya a provocarle una indigesión cuando ya ha sobrepasado los seis meses? No lo sabemos, desde luego. El caso es que tampoco sabemos si es simplemente un juego o si lo han hecho mil veces con sus nietos mayores. Pero a veces hace gracia y a veces mosquea la bromita de la cucharadita.

Muchas de las respuestas a la mamá actual indignada decían que el hecho de haber criado a tres o cuatro hijos no da derecho a nadie a dar lecciones. Estoy de acuerdo a medias. Será verdad que hoy en día han cambiado muchas cosas, se ha avanzado mucho en la salud infantil y muchas abuelas se han quedado irremediablemente ancladas en el pasado. Pero también es verdad que los niños son niños desde los siglos de los siglos y todos han necesitado lo mismo. Muchas veces pienso que fragilizamos demasiado a los pequeños tomando tantas precauciones. Pero el miedo a que les pase algo o a equivocarnos hace que sigamos a rajatabla cualquier indicación o consejo médico. Y pensamos que mejor pasarnos de protectores que quedarnos cortos. A parte del agua, hay muchos otros ejemplos como los alimentos que vamos introduciendo en las papillas de los 6-7 meses. La famosa galletita! Cuantas veces me han preguntado si he introducido la galleta en la fruta que es lo que más le cuesta a mi pequeño. Pues yo, hasta que no me lo indique la enfermera, insisto en que no se la pongo. Menuda tontería, verdad? Pues como yo quizás haya dos mil primerizas más que esperen al semáforo verde médico para darle algo nuevo a sus hijos. Luego vas, dejas a tu bebé con los abuelos y te enterarás un mes después de que ya ha probado la galleta cuatro veces. Y qué le habrá pasado a tu peque? Absolutamente nada! No es que me haya ocurrido (de otras madres sí lo he escuchado) pero podría haber sucedido perfectamente.

La contraposición entre vieja usanza y modernidad es comparable al enfrentamiento entre la flexibilidad de algunos médicos y los amantes de las conclusiones estadísticas. Los hay que se aferran a estudios y porcentajes para meterte el miedo en el cuerpo si pones a tu hijo a dormir boca abajo y hay otros que priorizan el sentido común y analizan caso por caso. Mi particular conclusión tras una andanza de médicos para valorar este caso fue que, ante cualquier duda, lo mejor es pedir una segunda opinión o tercera si hace falta. Y al final, amigas mías, la decisión es nuestra. Nadie va a saber valorar mejor las necesidades de nuestros pequeños y nadie, nadie, se va a preocupar más por ellos que nosotras. Así que escuchemos a los médicos, a nuestras madres y abuelas. Nuestra intuición no nos fallará ;-)

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