domingo, 28 de abril de 2013

A la guardería

Buenos días! (aunque no se pueda tomar literalmente en Barcelona dónde nos levantamos por tercer día consecutivo lloviendo)



Hasta hace pocos días he vivido a mi alrededor el estrés y las discusiones entre parejas de amigos a los que les tocaba escoger colegio para sus hijos. No sólo han tenido que superar el escollo de las preferencias y sorteos sino que muchos de ellos han vivido una lucha de meses y meses para ponerse de acuerdo entre ambos. Así que cuando ha habido fumata blanca, algunos se han sentido doblemente triunfadores. Pero no voy a adentrarme en los colegios porque a mi todavía me queda lejos y no me he implicado aún en los intríngulis del tema. Aún así, promete que en su día será un post jugoso ("Mi colegio o el tuyo? Religioso o no? El que está cerca de mis padres o de los tuyos? Privado o concertado? Alemán o francés? El que nos costará sueldo y medio o el otro? Te das cuenta de que con el segundo hijo habrá que desembolsar lo mismo? Arrrrgh!!). Ir detrás de muchos amigos te da la ventaja de ver venir las "crisis" con margen y prepararte con tu pareja para apaciguar impactos a la hora de tomar decisiones trascendentales. Pero como decía, lo que nos toca ahora es: la guardería.

Si con el colegio las decisiones son muchas y variadas, con la guardería parece que se resume en dos. La primera: guardería sí o no. Y la segunda: pública o privada. Aunque yo eliminaría la segunda porque creo que casi todos prefieren la pública por sus equipaciones y porque el desembolso de las privadas es bastante importante. Entonces, muchos se plantean básicamente la decisión de si llevan a sus hij@s a la guardería o si los dejan con los abuelos en el caso de que los dos padres trabajen. A mi me han dado muy buenas razones para llevar a mi hijo a la guardería: se relacionará con otros niños, aprenderá a comer solo y a adquirir cierta disciplina, se librará de la mamitis/papitis/abuelitis, será más extrovertido, disfrutará, aprenderá, nos dará cierta libertad horaria... Realmente, la mayoría de peques disfrutan en la guardería y, en mi opinión, se lo pasan mejor que estando  exclusivamente con mamá o los abuelos. Allí diseñan juegos didácticos que en casa no podríamos llevar a cabo. Además, tampoco tenemos un patio de recreo entre otras muchas cosas. Y no nos engañemos, en casa les dedicamos ratos para jugar o enseñarles cosas pero buena parte del tiempo se distraen solos. (Esto me  recuerda que, en breve, tocará protegerlo de todas esas zonas potencialmente peligrosas: enchufes, cantos de los muebles, objetos pequeños, armarios bajos con productos tóxicos, etc )

Ahora bien, por otro lado también ha habido quién me ha dejado ir aquello de: "¿No lo llevas a la guardería aún? Pues cuanto más tarde, mejor. Te aviso que cuando lo lleves, lo tendrás enfermo cada quince días" Ah, pues muy bien. La cancioncita de que en la guarde lo cogen todo la conozco desde antes de estar embarazada y por supuesto que me lo creo, no penséis que me lo tomo a guasa. Pero que me adviertan de antemano de que cada dos semanas va a caer enfermo... Pues ya es demasiado para asumir. No pienso que me digan cosas así para meterme el miedo en el cuerpo, seguro que esta madre lo vivió y lo sufrió como cuenta. Pero acabé teniendo la sensación que en septiembre voy a llevar a mi hijo a un campamento hospitalario en vez de a una guardería. Entonces escucho las reflexiones del resto de madres:que  se le reforzarán las defensas, que va a tener que pasar por eso, que es inevitable porque entre todos se lo pasan todo por la boca... Hay que resignarse? Pues supongo que sí. Y como en todo en la vida, hay que mirar el lado bueno de las cosas y no quedarse con lo peor.

Hasta aquí los pros y los contras. Ahora vamos a restar trascendencia al asunto. Antes, el concepto que teníamos de guardería era el de un sitio en el que dejar al pequeño para que lo cuidaran mientras trabajas. Y antes, nuestras madres amas de casa, nos llevaban allí un año antes de entrar en el colegio. Ni aprendimos más tarde las cosas ni nos convertimos en niños autistas por no relacionarnos con otros críos hasta los 3 años. Ahora se nos explica que las guarderías son mucho más que un "centro de canguros" y, como avanzan los estudios en todo, los niños pueden aprender cosas desde mucho antes. Con esto quiero poner en práctica una vez más mi análisis de la balanza. Las guarderías son una opción fantástica para los niños pero no es algo absolutamente necesario para su crecimiento. Si tenemos la posibilidad de llevarlos a una, yo lo recomendaría. Y si no puede ser y se queda en casa con la família, tampoco pasará nada. Como os comentaba al principio del párrafo, yo sólo fui un año y aprendí los colores igual de bien que cualquier otro niño. Os cuento a modo de "anécdota" algo que nos explicaron unos amigos. La hija de unos conocidos fue a la guardería unos meses más tarde que sus amigas. Se la veía mucho más introvertida y vergonzosa que el resto. Apenas la podía coger nadie que no fuera su madre o abuela. Enseguida hicieron la reflexión de que se notaba que no iba a la guardería con otros niños. Pues bien, a sus tres años y medio, la niña va a la guardería y tiene amigas pero es exactamente igual de vergonzosa con todos a los que no conoce. Era culpa de la guardería? No, es sencillamente su personalidad. No nos podemos apresurar a sacar conclusiones acerca de las bondades o desventajas de las guarderías porque cada niño es único.

Tenemos claro que queremos llevar a nuestro pequeño a la guardería en septiembre, con 13 meses. Porque le encantan los bebés y suponemos que se relacionará fácilmente con otros peques, porque adquirirá autonomía en ciertas cosas y aprenderá. Naturalmente, también porque trabajamos y no queremos imponer a los abuelos una obligación diaria con su nieto. Y entonces llegará ese momento típico y tópico que te explican todas las madres, el de la separación por primera vez en la puerta de la guardería. Hay varias posibilidades: el niño llora y la madre llora, el niño no llora y la madre llora, no llora ninguno... El niño llora y la madre no? No, seguro que esta no! Tal y como es mi peque, creo que abrirá los ojos como platos para no perderse nada y no tendrá tiempo de llorar. Y yo, pues espero no dramatizar más de la cuenta, jaja

Un abrazo mamis!

domingo, 21 de abril de 2013

Jugar y descubrir

Buenos días!!



Seguro que os habréis cansado de escuchar aquello de que cuando vuestros bebés comienzan a jugar, se les han de estimular mucho los sentidos y conviene ayudar a que desarrollen sus habilidades. Ya os conté que para Navidad pedimos juguetes con luces y sonidos. Y estamos muy contentos aunque algo saturados de la música. Nos sorprende que el crío no haya dado ya una patada a la granja y la selva pero aún nos sorprende más la duración de las pilas. En fin, lo de aporrear botones y luces funciona, perfecto. Ahora bien, hay juguetes que dan por supuestas algunas habilidades a partir de una edad concreta y la gran mayoría de veces te das cuenta de que es muy pronto. Por ejemplo, aquellos en los que hay que encajar piezas para que entren en el coche, la casa, etc O los que se basan en apilar cubos o aros. Lo de a partir de los 6 meses es relativo. Olvidaos de los 6 meses y tirad alto.

No nos engañemos, quitando las luces y músicas, hasta el año de edad, el pasatiempo favorito de los pequeños es meterse las cosas en la boca para, inmediatamente después, lanzarlas al suelo. Esto lo repiten una vez, y otra, y otra, y otra.... Por otro lado, podemos reunir una fortuna en peluches y juguetes pequeños, grandes, enormes.... Y al final, lo que más los obsesionará será lo más tonto que haya encima de la mesa y que, por supuesto, no será ningún tipo de objeto infantil/educativo. El juguete favorito de mi hijo, sin ir más lejos, es el paquete de kleenex. El caso es que, como madre primeriza, al principio le encuentras peligro a casi todo. Y cuando no se lo encuentras tú, se lo encuentra el familiar que tienes al lado así que le quitas los kleenex para no encontrártelo con una bola de papel babeado en la boca. Y a raíz de esto último me viene a la mente algo que podría inspirar otro post. ¿Por qué cuando te quitas los miedos de encima y decides ser más flexible con tu hijo porque realmente no hay amenaza, has de escuchar una voz que te dice "Quítale eso, no le des eso, cuidado con eso"? Y tu haces caso para no parecer una madre irresponsable.

Recuperemos el hilo. Efectivamente, los críos se divierten con la cosa más tonta que haya por casa. Y por eso os quiero hablar de un juego ciertamente educativo que me descubrió mi cuñada que trabaja en una guardería: "La panera de los tesoros". Seguramente haya alguna que no ha oído hablar nunca de esto. Yo no lo conocía hasta hace unos meses. Se trata de un juego de exploración pensado para bebés de entre 6 y 12 meses aunque lo ideal es comenzar cuando estos se aguanten sentados. Consiste en reunir dentro de una panera una serie de objetos cuotidianos de diferentes texturas y olores para que los pequeños descubran diferentes materiales a través del tacto, nuevos sonidos al jugar con ellos, olores, colores... En definitiva, se intenta estimular sus cinco sentidos. Se intenta que los objetos estén fabricados con materiales naturales y que, por supuesto, no resulten peligrosos para los pequeños cuando los manipulen. Por ejemplo, la panera que nos regalaron hace poco contiene, entre otras cosas, un cepillo de dientes, un trozo de madera, un colador, una piñata, un cazo, un tapón, un rollo de lana, la cáscara de un coco, un peine, un cascabel, un pincel, un trozito de estropajo, un batidor manual, etc

Jugar con la panera de los tesoros proporciona al pequeño la oportunidad de interesarse por las cosas que tiene delante y desarrollar su capacidad de coordinar el ojo, la mano y la boca. No hay peligro en el hecho de que se lleve estos objetos a la boca mientras no se rompan o estropeen. De hecho, es como descubren todo a esta edad. La panera se puede llenar con 60 objetos o más y se puede compartir entre varios niños. Os pego información interesante al respecto. Llevamos unos días probando este juego en casa y la verdad es que le encanta a nuestro peque. Os animo a que os montéis vuestra propia panera de los tesoros si tenéis un hijo de esta edad. Es una idea original, educativa, divertida, práctica y económica. Y si van a acabar jugando con lo primero que encuentren por casa, pues mejor nos adelantamos. Ya me contaréis vuestra experiencia!

La panera de los tesoros es una propuesta de juego integral que favorece la atención, la concentración y la exploración, a la vez que actúa de estímulo para los cinco sentidos: el descubrimiento y el desarrollo del tacto, el oído, el gusto, el olfato, la vista y el sentido del movimiento del cuerpo.
El papel de la educadora, que no interviene de forma directa en la actividad, consiste en seleccionar los objetos en función de sus cualidades y presentar la actividad a los niños de forma motivadora, para posteriormente observar con detalle las reacciones de los niños, registrarlas y hacer una valoración.
 

OBJETIVOS DIDÁCTICOS

  • Favorecer la capacidad de concentración, atención y exploración.
  • Descubrir las propiedades de los objetos.
  • Ejercitar la autonomía del niño, fomentando que aprenda solo y por si mismo.
  • Favorecer la estructuración del pensamiento.
  • Favorecer la estimulación de todos los sentidos (oído, tacto, vista, olfato y gusto).
  • Favorecer la socialización e interacción.
  • Desarrollar la coordinación ojo-mano, así como la prensión fina (pinza).

CARACTERÍSTICAS DE LA PANERA

Cesto de mimbre duro, de unos 35 cm de diámetro y unos 8 de altura. Es importante que el cesto sea sólido, plano, estable y que no tenga asas. Ha de tener mínimo unos 60 objetos.
 

DURACIÓN

Dependerá del nivel de atención y exploración de los niños; la educadora recogerá la actividad cuando haya la mitad del grupo que ha salido del círculo y ya no siguen la actividad.
 

ESPACIO

Es conveniente tener la panera en un rincón estable del rincón de juego de los niños. Hay que evitar interferencias y favorecer siempre la libre exploración, manipulación, concentración y atención.
 

OBJETOS

Los objetos se han de seleccionar en función de:
  • Sus cualidades: han de ser variados y deben ofrecer el mayor número de sensaciones posibles, es decir, seleccionar los materiales en función de: temperatura, textura, color, peso, gusto, olor, ruido, vista, volumen y forma. Madera, mimbre, metal, objetos naturales, plástico, etc.
  • La seguridad: se ha de valorar que sean seguros y que los niños no puedan hacerse daño. Por ejemplo: no poner objetos que si se los ponen en la boca o manipulan dejen restos, que no se puedan romper, que no se corten (por ejemplo: piedra pómez, nanas, papel celofán, objetos de vidrio fino, objetos con cantos vivos, lanas o telas que dejen pelusa...).
Renovación/Sustitución de los objetos: es importante que, de forma periódica, vayamos introduciendo materiales nuevos.
 
Sirva como ejemplo el siguiente Listado de Objetos que podemos encontrar en una panera:
  • Naturales: limones, naranjas, piñas, cáscaras de coco, conchas, caracoles, plumas, tapones de corcho, hojas, granadas, piedras.
  • Madera: palos, cuchara, carraca, pinzas de tender ropa, espejo de madera, peine, muñecas rusas, anillas, soporte barra cortina, castañuelas, etc.
  • Vidrio y cerámica: botes, bola de decoración, huevos de vidrio, ceniceros, porta velas, objetos de decoración de vidrio o cerámica, etc.
  • Tela: de diferentes texturas (tul, pana, terciopelo, seda, de pelo…).
  • Metálicos: flanera, molde de cocina, colador, batidor manual, armónica, cucharas, llaveros con llaves, silbatos, cadenas.
  • Goma y pelo: pelotas, tapón del grifo, tubos de manguera de diferente anchura y largo, monederos, estuche para las gafas ,…
  • Papel y cartón: cajas, hueveras, pequeño álbum con páginas decoradas, cilindros de diferentes medidas (de largo y diámetro).
  • Manufacturados con elementos naturales: pelotas de lana, pinceles de cerda natural, centros de rafia, etc.
  • Mimbre: cajas, posa vasos, cestas con asa, …
 

 

 


domingo, 14 de abril de 2013

Una noche diferente

Hola mamis!



Esta mañana nos hemos levantado solos en casa por primera vez desde hace ocho meses. Decidimos que ya era hora de una noche con amigos. Tocaba salir a bailar y desconectar aprovechando que el peque cena genial, duerme del tirón y desayuna aún mejor. Y los abuelos, encantados de la vida. Además, hacía mucho más que ocho meses que no salíamos porque durante el embarazo apetecía poco o nada. Al principio por sueño y luego por lógica incomodidad. Pues bien, querréis saber qué tal resultó la noche. Lo resumiré en algo así como un incumplimiento de las expectativas.

Me di cuenta de que todo ha cambiado y yo he cambiado. Antes de que imaginéis a una mami añorada o con sentinmiento de culpabilidad, os corregiré porque no suelo dramatizar con estas cosas. Una noche es una noche, no una semana. Y los papis son papis pero también pareja y es sano esquivar la rutina de vez en cuando. Pues bien, puede pasar que salgas después de mucho tiempo y recuperes sensaciones en un local al que solías ir, te reencuentres con amigos, charles, bailes e incluso tomes un par de copas que te alegren un poco. Pero también puede pasar que, después de una cena divertida, acabes en el nuevo local fashion de la ciudad, rodeada de veinteañeras con tacones de 15 centímetros vestidas para matar, donde la música no te suene de nada ni la sepas bailar, que a las dos horas tengas dolor de pies y la copa te haya provocado un efecto somnífero. O sea que tanto planear una salida de las de antes y acabas añorando la cama desde la 1. Entonces miras alrededor en la disco y piensas si todo eso forma parte del pasado, si te animarías a volver a ese ritmo de vida nocturno y te miras al espejo preguntándote: "¿Tendré cara de mami?" Te entra entonces una lucha interior entre las ganas de pasarlo bien por ahi y lo bien que lo puedes pasar metiéndote en la cama a descansar.

Por supuesto que esto es pura anécdota porque cualquier día podemos pasarlo bien saliendo así que no hace falta jubilarnos anticipadamente por una noche de cansancio acumulado. Pero es cierto que conozco pocas mamis que se animen a dejar a los peques para salir. La gran mayoría son más bien caseras o les da pena porque entre semana disfrutan poco de sus hijos con el trabajo o simplemente no tienen con quién dejarlos. Aquí hay opiniones para todos los gustos. Pero creo que es muy importante sacar tiempo para la pareja. Sea yendo al cine por la tarde, a cenar, a tomar una copa, a un concierto o al teatro... En las clases preparto, la comadrona nos ponía de deberes hacer cosas antes del parto y ponernos una fecha límite para volver a salir a cenar, en pareja, después del nacimiento del hijo. Nos "obligaba" a evitar temas como biberones, pañales, cólicos, etc. Entiendo el consejo de desconectar pero también comprendo que, sobre todo al principio, nuestros bebés son nuestro tema de conversación favorito. Y si hablas de ello por placer, pues por qué evitarlo?

Imagino que, como todo en la vida, se basa en el equilibrio perfecto. Tiempo para los hijos, la pareja, la familia y los amigos. Saber identificar cuando la rutina puede estar absorviéndonos y animarnos a improvisar. Y, sobre todo, hacer lo que nos apetezca hacer. A veces será una noche de marcha y otras un fin de semana de casa rural por ejemplo. Tengo una pareja de amigos que desconecta haciendo rutas en moto.

Es curioso lo que cambia la vida. La edad cambia el ritmo, unirte a alguien cambia tus costumbres y tener hijos lo cambia absolutamente todo. Echas la vista atrás y crees que no lo pudiste pasar mejor pero no cambias lo que tienes ahora por nada. Y eso es lo bonito de la vida. Todo son etapas y cada una es maravillosa a su manera.

Os voy a dejar otro vídeo: el rap de los padres. La mejor manera de tomarse el estrés de ser papás, con humor!! Estos sí que necesitan un buen "desconnecting"!! ;-)

domingo, 7 de abril de 2013

¿A quién se parece el bebé?

Hola de nuevo a todas!



Hoy me apetece hablar de algo que tooooodas, absolutamente tooooooodas habéis escuchado, comentado, observado y hasta discutido. ¿A quién se parece el pequeño/ la pequeña? A mi, en el 80% de las ocasiones, me cuesta muchísimo sacar parecidos a los bebés. Es más, casi todos me parecen iguales, con más pelo o menos, pero casi todos son iguales. Y no nos engañemos, serán tiernos pero también poco agraciados ya que nacen arrugados, enrojecidos, apenas abren los ojitos y hacen muecas sin parar. Aún así, está claro que los mireis por donde los mireis, son adorables. Pero volvamos al tema, los parecidos. Yo no sé si lo dicen porque toca o se quieren hacer los listos pero existen el tipo de visitas al hospital que al minuto de observar al retoño, ya le ha sacado parecido! Me parecen unos cracks, de verdad. Para comenzar, estás comparando un bebé de un día con un adulto de entre 25 y 35 años. Claro que luego llega la abuela al cabo de los días con la foto del papá cuando nació y entonces ya te han pillado, con eso no contábamos! Y precisamente hay quién se supera encontrado similitudes entre los bebés y los abuelos!!

Como decía, no sé si es una moda, una gracia o una necesidad el afán de buscar parecidos a los bebés. Está claro que, a medida que pasan los meses o mejor dicho los años, los pequeños van cogiendo detalles de papá y de mamá. E incluso aquellos chiquillos que al principio eran un calco a mamá, luego se van pareciendo más a su padre o viceversa. Pero lo más gracioso de todo es cuando las opiniones coinciden en señalar que se parece a uno de los padres. Ese se infla orgulloso mientras el otro disimula pero por dentro está rabioso. Y qué más dará? Eso no quiere decir que sea menos hij@ tuyo, no? Jaja Hombre, entiendo que pueda hacer gracia que el niño salga al padre y la niña a la madre pero vamos, que de un modo u otro sacará una genética repartida. A parte de que nadie valora el carácter y ahí sí que se nota el ADN, vaya si se nota, jeje Después está la família paterna y materna que claramente barre para casa. Si la mayoría dice que el niño se parece al padre, los abuelos maternos ya se encargarán de decir que la sonrisa es igualita a la de la madre cuando era pequeña. Así que todos contentos! Y luego están los amiguetes cachondos que, si no hay consenso con el parecido al padre, dejarán ir la bromita del butanero.

Chafardeando por la red comentarios acerca de esta obsesión con los parecidos de los peques, me he encontrado con una bloggera que escuchó que los bebés suelen parecerse más al padre durante el primer año de vida. El motivo era bien curioso: para que estos se queden más tranquilos y asuman la paternidad sin dudas. Entonces, mis preguntas son: en los casos en los que el bebé NO se parezca al padre, este va a pedir pruebas de paternidad? Se va a sentir frustrado indefinidamente? Va a vivir eternamente con la mosca tras la oreja? No va a sentir al bebé como hijo suyo? No digo que no sea cierta esa afirmación pero la genética es caprichosa y lógicamente no siempre se repite patrón. Así que dejémonos de angustias y a presumir de retoño, tenga o no esa boquita del padre.

Yo he tenido un niño como ya sabéis y la gran mayoría de nuestro entorno ha coincidido en señalar que se parece a mi. Me puede hacer ilusión  pero tampoco le doy demasiada importancia. Vamos, que lo vería igual de guapo se pareciera a mi, a su padre o a ninguno de los dos. Todos los padres vemos preciosos a nuestros pequeños. Pero repito que los meses pasan volando y los niños cambian una barbaridad. Quién sabe si ese pelo rubio va a durar eternamente? Pues probablemente, no.

En fin, esto es una opinión muy personal, espero que nadie se ofenda porque tal vez os encante pensar en los parecidos familiares de vuestros peques y realmente los tengan! Tan sólo me apetecía hacer algo de humor con este tema y, para redondearlo, os adjunto un anuncio argentino muy gracioso que se refiere a todo esto. Y la conclusión es incuestionable: Cada uno ve lo que quiere ver!! Atención al pequeñín y la cantidad de parecidos que le sacan en un momento. XD

lunes, 1 de abril de 2013

Mamás de la vieja escuela

Buenos días mamis!



He leído algún foro en el que se debate el enfrentamiento entre madres de la vieja escuela y madres actuales. O dicho de otra manera, el choque entre las costumbres de nuestras madres y abuelas y nosotras mismas, mamis "modernas". Antes de nada, me gustaría aclarar que no soy de extremos así que no me voy a posicionar radicalmente en un lado o en el otro aunque imagino que, por la época que me ha tocado vivir, me dejo llevar por las costumbres actuales.

Volviendo al foro que os comentaba, la entrada era de una madre indignada porque, de alguna manera, su suegra y madre le insistían sobre cómo debía cuidar de su hijo y esta creía que ahora las cosas habían cambiado y tocaba modernizarse. Es curioso y hasta divertido ver  como las abuelas no comprenden ciertas cosas y sueltan la frase tan manida de: "Pues yo lo hice así con mis tres hijos y crecieron bien sanos" Tienen razón pero también la tenemos las madres actuales cuando seguimos los consejos de los pediatras y comprendemos que desde hace treinta años a ahora se han hecho mil comprobaciones médicas que concluyen que hay otras maneras de hacer las cosas evitando riesgos innecesarios. Aún y así, también entiendo que no hay que seguir todo a rajatabla ni tampoco hay que aferrarse siempre a estadísticas porque los bebés no son cifras ni porcentajes.

Cuando fui a las reuniones de lactancia coincidí con una mujer que iba acompañada de su suegra. La suegra se puso tozudísima insistiendo en que al bebé (de dos meses) se le tenía que dar agua porque era necesario y más con el calor que hacía. La matrona demostró una graaan paciencia explicándole una y otra vez que el bebé recibía el agua que necesitaba a través de la leche de su madre. Por supuesto, la abuela no se fue para nada convencida y por lo bajini seguía erre que erre. Todas nos reímos con la insistencia de la señora pero teníais que ver la cara de su nuera. Me la imaginé recibiendo el mismo sermón de camino a casa y todos los días hasta que refrescara el tiempo. ¿Cuantas no habéis visto la imagen de la abuela, tia, suegra acercando la cucharita de café, zumo o chocolate a la boquita de vuestro pequeño? Y vosotras apartando rápidamente la cuchara por miedo a darle algo que no puede digerir. Pues tal vez no ocurriera nada de nada! Aunque no fuera lo más recomendable por el pediatra, quién dice que una cucharadita vaya a provocarle una indigesión cuando ya ha sobrepasado los seis meses? No lo sabemos, desde luego. El caso es que tampoco sabemos si es simplemente un juego o si lo han hecho mil veces con sus nietos mayores. Pero a veces hace gracia y a veces mosquea la bromita de la cucharadita.

Muchas de las respuestas a la mamá actual indignada decían que el hecho de haber criado a tres o cuatro hijos no da derecho a nadie a dar lecciones. Estoy de acuerdo a medias. Será verdad que hoy en día han cambiado muchas cosas, se ha avanzado mucho en la salud infantil y muchas abuelas se han quedado irremediablemente ancladas en el pasado. Pero también es verdad que los niños son niños desde los siglos de los siglos y todos han necesitado lo mismo. Muchas veces pienso que fragilizamos demasiado a los pequeños tomando tantas precauciones. Pero el miedo a que les pase algo o a equivocarnos hace que sigamos a rajatabla cualquier indicación o consejo médico. Y pensamos que mejor pasarnos de protectores que quedarnos cortos. A parte del agua, hay muchos otros ejemplos como los alimentos que vamos introduciendo en las papillas de los 6-7 meses. La famosa galletita! Cuantas veces me han preguntado si he introducido la galleta en la fruta que es lo que más le cuesta a mi pequeño. Pues yo, hasta que no me lo indique la enfermera, insisto en que no se la pongo. Menuda tontería, verdad? Pues como yo quizás haya dos mil primerizas más que esperen al semáforo verde médico para darle algo nuevo a sus hijos. Luego vas, dejas a tu bebé con los abuelos y te enterarás un mes después de que ya ha probado la galleta cuatro veces. Y qué le habrá pasado a tu peque? Absolutamente nada! No es que me haya ocurrido (de otras madres sí lo he escuchado) pero podría haber sucedido perfectamente.

La contraposición entre vieja usanza y modernidad es comparable al enfrentamiento entre la flexibilidad de algunos médicos y los amantes de las conclusiones estadísticas. Los hay que se aferran a estudios y porcentajes para meterte el miedo en el cuerpo si pones a tu hijo a dormir boca abajo y hay otros que priorizan el sentido común y analizan caso por caso. Mi particular conclusión tras una andanza de médicos para valorar este caso fue que, ante cualquier duda, lo mejor es pedir una segunda opinión o tercera si hace falta. Y al final, amigas mías, la decisión es nuestra. Nadie va a saber valorar mejor las necesidades de nuestros pequeños y nadie, nadie, se va a preocupar más por ellos que nosotras. Así que escuchemos a los médicos, a nuestras madres y abuelas. Nuestra intuición no nos fallará ;-)