sábado, 19 de octubre de 2013

La soledad de la maternidad






He leído muchos, muchos artículos y posts acerca de este tema, la soledad que invade a las madres. Un momento de sus vidas en el que deberían estar radiantes de felicidad pero se sienten apartadas, incomprendidas, solas... Es un sentimiento mucho más común de lo que nos imaginamos y no tiene por qué estar relacionado únicamente con la conocida depresión post parto ya que muchas madres con hasta tres hijos se sienten así. Y a veces, este dolor moral es mucho peor que el agotamiento físico. ¿Se puede salir de esta trampa? Sí, y en comunidades virtuales es donde estas madres han encontrado comprensión y consuelo.

Os lo expliqué en este Blog, los primeros meses tras dar a luz fueron muy muy duros para mí ya que es cuando te das de bruces con una nueva vida. Te vas hacia el hospital como un tipo de mujer y vuelves a casa con un papel completamente diferente. No puedes decidir nada de forma independiente ya que tienes una cosita que depende las 24 horas de ti. Dicho de otra manera, pierdes totalmente la libertad. Y piensas: "¡Pero si esto es lo que más deseaba en la vida! ¿Por qué me siento así?"

Pasados los meses, aunque el bebé ya no dependa de tu pecho, sigues siendo la figura más responsable en muchos otros sentidos. Tal vez no haya sentido esa gran soledad de la que hablan las mujeres a las que he leído. Sea porque a mi alrededor sí hay muchas madres, porque tengo una pareja que pasa muchas horas con nosotros o porque también tengo una familia que ayuda todo lo que puede. Pero sí me noto incomprendida en muchas ocasiones. A veces estamos de mal humor, y con razón, cansadas y con razón, hartas de todo, y con razón... Y aunque parezca obvio lo que nos pasa, parece que nuestro entorno no se da cuenta. En un post reciente hablaba de tener vías de escape para desconectar. Eso está muy bien pero al día siguiente, a partir de las 7:30h, volverá a girar la rueda exactamente igual. Estábamos avisadas, os lo comenté hace unos días, pero como siempre sucede, hasta que no lo vivimos en nuestras carnes, no sabemos realmente cómo es.

Muchas de estas madres de las que os hablo están realmente solas. Dan paseos sin rumbo con sus bebés, vuelven a casa sin haber hablado con nadie, se recluyen entre cuatro paredes en invierno y no tienen a nadie con quién desahogarse. Ya no encajan entre sus amigas, están en otra dimensión. Por eso ha crecido de manera espectacular el círculo de mamás en Internet. Se hacen llamar Tribu 2.0, una comunidad realmente grande en la que han encontrado una vía de escape y donde han creado vínculos muy fuertes. Porque no nos engañemos, si el 90% de nuestras preocupaciones están relacionadas con nuestros hijos, necesitamos compartirlo con alguien que conecte con nosotras.

A parte de la soledad, hay otras sombras unidas a la maternidad. Hay mujeres a las que tener un hijo les sobrepasa. Sienten que no están a la altura, dudan de si lo están haciendo bien y creen que el papel de madre les viene grande. Imagino que estas inseguridades son naturales cuando estrenas este papel. Sabes que tienes una vida a tu cargo, has leído mucho acerca de ello pero no lo has practicado nunca. y son tantas las cosas que debes aprender. Es lógico que nos aterrorice hacerlo mal. Y es que es una gran verdad eso de que estamos aprendiendo todos a la vez, el bebé y los padres. Lo peor es que no puedes darle al "Pause" para respirar, descansar y estudiarte de nuevo la lección. Todo nos desborda y las dudas se multiplican por minutos mientras el bebé llora y llora. Se juntan tantas sensaciones y nos invaden tantos nervios que nos sentimos inútiles.

Parece que esto es más complicado ahora de lo que lo era décadas atrás. Tal vez porque las madres eran madres y punto. Ahora las madres multiplican sus roles y quieren llegar a todo: trabajan, mantienen viva la llama con sus parejas, cuidan de sus amistades, hacen deporte e intentan estar siempre favorecedoras. El no llegar a todo causa frustración, agota y estresa. El problema radica en que nos auto exigimos demasiado y debemos aprender que si no llegamos a todo, no llegamos y punto. Porque mientras a diario intentamos tener a punto la casa, la comida y ponemos la lavadora nos perdemos ese ratito que tenemos para jugar con nuestros hijos. Y para cuando está todo acabado, el niño ha cenado y se va a dormir.

Supongo que cuando los hijos crezcan y no requieran de nuestra atención minuto a minuto, todo será más fácil. No estaremos pendientes de que se caiga, de preparar su comida especial ni se pondrá enfermo cada dos por tres. ¿Y qué pasa cuando llegamos a este punto? ¿Todo mejora? ¿Nuestra vida cambia nuevamente? ¿Enterramos fantasmas? A veces sí y otras... ¡llega el segundo y vuelta a comenzar! Si es que somos masocas ;-)

No hay comentarios:

Publicar un comentario