jueves, 31 de octubre de 2013

Con el primero, todo se guarda




 Mi hijo está a punto de cumplir 15 meses, tiempo suficiente como para darme cuenta de que este ritmo de acumulación de ropa y trastos es imposible de aguantar. Primero porque la casa no es de goma, segundo porque, con la edad, he aprendido a amar el orden como nunca pensé que lo haría siendo adolescente. Pues bien, he llegado a la conclusión de que, o alquilo un trastero Bluespace o cambiaos de piso. Lo primero da rabia y lo segundo es ahora mismo inviable. ¿Solución? Aún no la he encontrado.

No me hago a la idea de cómo nos las apañaríamos si, guardando lo que guardamos, aún tuviéramos que hacer sitio para las cosas que en su día nos dejaron como el moisés, la hamaca, el parque hinchable, etc, etc. Esos trastos fueron devueltos en cuanto el niño dejó de utilizarlos. Por el contrario, todo lo demás lo hemos tenido que guardar. El primer cochecito con sus tres sillitas ha ido a parar al trastero de mis padres. Para los juguetes que ya no usa tenemos el armario del crío y algún que otro cajón. Para los juguetes actuales compré un baúl que a duras penas cierra ya. La ropa que se ha ido quedando pequeña está en cajas de plástico encima del armario. Y ya no cabe ni una más con lo cual se amontona más ropa en el armario. ¿Darla? ¿Tirarla? Imposible. Si hay planes para tener un segundo bebé, ¿cómo vamos a tirar ropa que está nueva? Y lo mismo pasa con los juguetes. Exceptuando los que tortura durante la comida (a los que no acercaría un microscopio por miedo a  ver vida en ellos), no se tiran de ninguna manera. Así que esto es una acumulación constante de cosas y más cosas. Y ¿qué me decís de la fantástica bañera con patas? Otro trasto que irá a parar al trastero de los abuelos sí o sí. ¿Y la babycook que tan sólo usamos una vez? ¿Y el andador? ¿Quién tiraría todo esto sabiendo que en un par de años habrá otro bebé en casa?

El caso es que la cosa no queda aquí. Estamos a dos meses de Navidad y vienen los Reyes Magos. Y no nos traen una habitación extra, no, nos traen menos metros cuadrados de espacio vital. Está al caer el escritorio y su sillita a juego para que comience a pintar. Inmediatamente después llegará la pizarra. Luego el scalextric de Pocoyó. Tiemblo con el día en que pida la guitarra o batería de turno que ya ha visto en casas de otros amiguitos. Y así suma y sigue. ¿Cómo lo hacen el resto de madres? ¿Cuál es vuestro truco? ¿Existe algún método para encoger todos los trastos? ¿Los alquiláis durante unos meses y los recuperáis después?

No puedo decir que no lo viera venir, que pasaría esto tarde o temprano. Y ahora toca apechugar. Al segundo le tocará heredar mucha segunda mano. Y si protesta, le recordaremos los esfuerzos apretujándonos en casa. O eso, o que se coordine con algún amigo para pedir cada uno un cachibache diferente a papa Noel y que se lo intercambien cada semana. Si es que la necesidad hace que nos las ingeniemos, no me digáis que no.


sábado, 19 de octubre de 2013

La soledad de la maternidad






He leído muchos, muchos artículos y posts acerca de este tema, la soledad que invade a las madres. Un momento de sus vidas en el que deberían estar radiantes de felicidad pero se sienten apartadas, incomprendidas, solas... Es un sentimiento mucho más común de lo que nos imaginamos y no tiene por qué estar relacionado únicamente con la conocida depresión post parto ya que muchas madres con hasta tres hijos se sienten así. Y a veces, este dolor moral es mucho peor que el agotamiento físico. ¿Se puede salir de esta trampa? Sí, y en comunidades virtuales es donde estas madres han encontrado comprensión y consuelo.

Os lo expliqué en este Blog, los primeros meses tras dar a luz fueron muy muy duros para mí ya que es cuando te das de bruces con una nueva vida. Te vas hacia el hospital como un tipo de mujer y vuelves a casa con un papel completamente diferente. No puedes decidir nada de forma independiente ya que tienes una cosita que depende las 24 horas de ti. Dicho de otra manera, pierdes totalmente la libertad. Y piensas: "¡Pero si esto es lo que más deseaba en la vida! ¿Por qué me siento así?"

Pasados los meses, aunque el bebé ya no dependa de tu pecho, sigues siendo la figura más responsable en muchos otros sentidos. Tal vez no haya sentido esa gran soledad de la que hablan las mujeres a las que he leído. Sea porque a mi alrededor sí hay muchas madres, porque tengo una pareja que pasa muchas horas con nosotros o porque también tengo una familia que ayuda todo lo que puede. Pero sí me noto incomprendida en muchas ocasiones. A veces estamos de mal humor, y con razón, cansadas y con razón, hartas de todo, y con razón... Y aunque parezca obvio lo que nos pasa, parece que nuestro entorno no se da cuenta. En un post reciente hablaba de tener vías de escape para desconectar. Eso está muy bien pero al día siguiente, a partir de las 7:30h, volverá a girar la rueda exactamente igual. Estábamos avisadas, os lo comenté hace unos días, pero como siempre sucede, hasta que no lo vivimos en nuestras carnes, no sabemos realmente cómo es.

Muchas de estas madres de las que os hablo están realmente solas. Dan paseos sin rumbo con sus bebés, vuelven a casa sin haber hablado con nadie, se recluyen entre cuatro paredes en invierno y no tienen a nadie con quién desahogarse. Ya no encajan entre sus amigas, están en otra dimensión. Por eso ha crecido de manera espectacular el círculo de mamás en Internet. Se hacen llamar Tribu 2.0, una comunidad realmente grande en la que han encontrado una vía de escape y donde han creado vínculos muy fuertes. Porque no nos engañemos, si el 90% de nuestras preocupaciones están relacionadas con nuestros hijos, necesitamos compartirlo con alguien que conecte con nosotras.

A parte de la soledad, hay otras sombras unidas a la maternidad. Hay mujeres a las que tener un hijo les sobrepasa. Sienten que no están a la altura, dudan de si lo están haciendo bien y creen que el papel de madre les viene grande. Imagino que estas inseguridades son naturales cuando estrenas este papel. Sabes que tienes una vida a tu cargo, has leído mucho acerca de ello pero no lo has practicado nunca. y son tantas las cosas que debes aprender. Es lógico que nos aterrorice hacerlo mal. Y es que es una gran verdad eso de que estamos aprendiendo todos a la vez, el bebé y los padres. Lo peor es que no puedes darle al "Pause" para respirar, descansar y estudiarte de nuevo la lección. Todo nos desborda y las dudas se multiplican por minutos mientras el bebé llora y llora. Se juntan tantas sensaciones y nos invaden tantos nervios que nos sentimos inútiles.

Parece que esto es más complicado ahora de lo que lo era décadas atrás. Tal vez porque las madres eran madres y punto. Ahora las madres multiplican sus roles y quieren llegar a todo: trabajan, mantienen viva la llama con sus parejas, cuidan de sus amistades, hacen deporte e intentan estar siempre favorecedoras. El no llegar a todo causa frustración, agota y estresa. El problema radica en que nos auto exigimos demasiado y debemos aprender que si no llegamos a todo, no llegamos y punto. Porque mientras a diario intentamos tener a punto la casa, la comida y ponemos la lavadora nos perdemos ese ratito que tenemos para jugar con nuestros hijos. Y para cuando está todo acabado, el niño ha cenado y se va a dormir.

Supongo que cuando los hijos crezcan y no requieran de nuestra atención minuto a minuto, todo será más fácil. No estaremos pendientes de que se caiga, de preparar su comida especial ni se pondrá enfermo cada dos por tres. ¿Y qué pasa cuando llegamos a este punto? ¿Todo mejora? ¿Nuestra vida cambia nuevamente? ¿Enterramos fantasmas? A veces sí y otras... ¡llega el segundo y vuelta a comenzar! Si es que somos masocas ;-)

lunes, 7 de octubre de 2013

Estábamos avisadas


 

En el mundo de la maternidad hay muchos tópicos pero también verdades como puños. Hay advertencias que se repiten y se repiten y, en estos casos, la voz de la experiencia es algo  tener muy en cuenta. Algunos de los avisos nos los apuntamos, otros los dejamos en la recámara y muchos directamente los ignoramos porque creemos que no es para tanto o que a lo mejor no nos ocurre. El caso es que el tiempo da la razón a muchas de esas madres que nos avanzaban cosas que iban a suceder. Lo estoy viviendo en mis propias carnes y también lo he comenzado a observar en otras madres que me rodean. Os voy a numerar algunas de esas cosas que casi siempre nos acaban sucediendo:


1.- Comenzar la guardería equivale a tener a tu hijo enfermo más de la mitad del tiempo

Lo sabéis, mi hijo no lleva ni un mes de guardería. Pues bien, la semana pasada sólo la pisó un día, un miserable día. Lleva diez días con tos, despertándose de madrugada y cargadito de mocos. Sabía que podía suceder, sabía que iba a suceder, que iba a enganchar de todo. Pero no imaginaba que iba a cazar el primer virus que entrara por la puerta. Y sobre todo, no me esperaba que le fuera a coger tanto cariño. Por supuesto, es una situación generalizada en todas las clases de P1. Esto es entrar por la puerta grande, sí señor.


2.- Tendrás muchas ganas de que camine y luego echarás de menos cuando no lo hacía

La verdad es que todavía no camina solo pero con su andador llega dónde le da la gana. Y sí, es un mareo constante ir detrás suyo porque intenta meterse por los huecos más difíciles e inaccesibles. El pasillo debe parecerle aburrido y monótono. Lo reconozco, todo era mucho más sencillo cuando no salía de su alfombrita. Ahora huele el peligro y le atrae la exploración. Por suerte, el andador hace que sea bastante ruidoso y eso me da pistas de por dónde camina. Ay, cuando vaya suelto… voy a ver dónde consigo una chichonera.


3.- Tener hijos es caro muuuy caro

Qué lejos quedaron los gastos de dos: gimnasio, estudios complementarios, hipoteca, cenas, viajes… Ahora tienes guardería, mútua para tres, piscina para el peque, inglés para el peque y una tarjeta oro en tu farmacia. Efectivamente, comprendes que el ritmo de vida de las familias es otro y la administración es otra. Los planes de futuro también son otros y pasan indudablemente por la calculadora.

 

4.- Con los segundos, llegan los celos

Esto obviamente no lo he vivido todavía en primera persona pero lo anoto como apunte de futuro porque lo estoy viendo en amigos. Los hermanos mayores necesitan un periodo de adaptación cuando llega un hermanito. Esto es así. Si no se rebelan al principio, lo harán después con pequeños detalles. Hasta el momento han sido ellos los protagonistas, los que se llevaban todas las atenciones pero ahora deben aprender a compartir y a entender que hay una personita que se lleva todos los mimos en este momento. ¿Resultado? Agotamiento extremo para los padres hasta que la situación se encarrila y se logra una convivencia feliz.

Por supuesto, esto no es una ciencia exacta pero hay situaciones clásicas, de libro, que nos llegan a todas. Unas son pura anécdota y otras requieren de grandes dosis de paciencia para que no nos agobien en exceso. Pero hace gracia ver cómo llegamos a ciertas “bases” en esta carrera de la maternidad. Porque esto es como una carrera y cada etapa es una base que debemos alcanzar y superar. Y aunque a veces haya ganas de lanzar el bate y volver al banquillo, no podemos!! Al fin y al cabo, este es el partido que toda la vida estábamos esperando jugar, no? ;-)