lunes, 24 de marzo de 2014

De querer parar el tiempo a darle cuerda al reloj



Este título de post tan rebuscado resume la sensación que tengo ahora con mi hijo a punto de cumplir los 20 meses. Si meses atrás reflexionaba sobre la pena de tener prisa porque el bebé gatee, se levante, camine y hable sin disfrutar de cada etapa, sin rectificar lo que dije, ahora reconozco que tengo ganas de saltar a la siguiente base. Y soy consciente de que cada fase tiene sus pros y contras, pero ya toca ver la luz en según qué aspectos.

La comunicación "intuitiva" es todo lo que tenemos cuando nuestros bebés no saben decirnos con palabras dónde les duele o qué les hace rabiar. Por el momento, damos palos de ciego cuando se despierta llorando de madrugada. ¿Tendrá fiebre? ¿Le dolerá la barriga? ¿Es por la tos? Si todo falla, siempre lo podemos achacar a que le están saliendo los dientes, es un clásico. Creo que sería de gran utilidad dedicar unas horas a enseñarles a decir "Boca, duele" intercalado con los colores y los números. Sí, necesito ya un poco de conexión comunicativa con mi hijo.

Con el tema comida podría llenar todos los posts de aquí a diciembre pero no quiero aburriros así que tan sólo señalaré que el vacile con la comida me tiene minada la moral, a mi por completo y a su maestra en la guardería se le debe estar agotando la paciencia porque ya nos ha citado para hablar. Selecciona lo que come y lo que no, lo que mastica y lo que no y según le da, opta por comer, escupir y volver a comer. Según la textura, va al suelo. Y según las ganas de jugar, tocará el tambor con el plato, que cuanto más salpique más nos reiremos. Necesito, me urge, rezo por lograr un poco de orden en lo que a comer se refiere. Todos me dicen que habrá tiempo, que todo llega. Pues si se puede avanzar un poquito no me importará, os lo aseguro.

La inconsciencia es igual a peligro constante. En este último mes hemos salido un par de veces de casa rural y no os voy a detallar la cantidad desmesurada de bártulos que hemos tenido que llevar para un par de días. Encima, os creeréis que en cada ocasión nos hemos olvidado alguna cosa. Pero no es a eso a lo que iba. Un niño de 19 meses no sabe que el fuego de la chimenea le puede quemar, ni que no puede bajar escalones altos sin mirar al suelo, o que no se puede asomar con medio cuerpo a la piscina y por supuesto no entiende que ese Guau Guau tan aparentemente gracioso está ladrando con toda su mala leche y si le acerca el dedo se quedará sin. Esto equivale a un constante "¿Está alguien con el niño? ¡Mierda, ¿no estaba contigo???!" Que sí, que me diréis que con 4 años también hay un punto de inconsciencia salvaje. de acuerdo, pero por lo menos ya se levantan solos. ¿Para cuando un poquito más de autonomía?

Por lo demás, siempre podría pedir un pequeño adelanto para que llegue ya el día en que estrene ese maravilloso orinal al que le saco el polvo cada semana y que parece no reconocer pese a que es igualito al que SI utiliza en la guardería para sus cacas y pipís. Pero no voy a abusar que con poco me conformo. En todos estos casos reconozco que no me importaría ganar un poco de tiempo.

Y también me hubiera gustado ganar ese tiempo para poder aprovechar una interesante iniciativa de Kínder Chocolate en su última campaña ·"Actívate con Kínder Chocolate". Ofrece actividades extraescolares a niños de a partir de los 3 años dentro del ámbito del arte, deporte, música o idiomas. Me parece importantísimo incentivar el desarrollo de la creatividad y la realización personal de los más peques. Más allá del ámbito escolar, los niños pueden divertirse y seguir aprendiendo con multitud de actividades. Motivar la mente despertando los sentidos y mover el cuerpo es la combinación perfecta. En nuestro caso, llevamos a nuestro peque a piscina desde antes de cumplir el añito y en breve lo llevaremos a sus primeras clases de inglés aunque está claro que todavía no ha demostrado preferencia por nada y somos nosotros los que decidimos por él. Desde bien pequeños, los niños son esponjas que lo absorben todo así que sería una lástima no estimularlos con cualquiera de estas actividades. Si queréis más información acerca de esta promoción, podéis informaros en este enlace: www.activateconkinderchocolate.es

Hasta pronto mamis!!

domingo, 9 de marzo de 2014

Más de lo que necesitan


Los niños son los caprichosos por excelencia. Lo quieren todo, sobre todo aquello que tienen sus amigos o compañeros de clase. Esas zapatillas deportivas, la mochila, el último videojuego, etc. Empiezan desde bien pequeños haciendo una larga y elaborada carta a los Reyes Magos. La cuestión es pedir. Pedir y esperar a que de vez en cuando caiga algo, aunque sea para la visita de los abuelos que viven lejos y vienen de tanto en tanto. En mi época no caía nunca todo lo que pedía aunque sabía que las dos cosas que más ilusión me hacían acabarían en mis manos. Y esos juguetes duraban y duraban. Y si me cansaba, pues le cogía los zapatos a mi madre y me montaba mis películas. O me ponía música, abría la puerta del armario con espejo de cuerpo entero y creaba unas coreografías que ni en Flashdance. La imaginación era la base de cualquier entretenimiento. Y no me aburría, os lo aseguro. Desgraciadamente, esto ha cambiado un poco.

He ido a suficientes fiestas infantiles (incluida la que yo misma organicé para el primer año de mi hijo) como para constatar que los niños de hoy en día tienen más de lo que necesitan. Incluso añadiría que más de lo que son capaces de disfrutar. Como digo, he vivido muchas entregas de regalos a críos, críos de entre 2 y 4 años, y todo ha sido desmesurado. En apenas diez minutos los he visto abrir un regalo detrás de otro sin apenas llegar a fijarse en el paquete que acababan de abrir ya que había otro esperando a caer en sus manos. Las ansias por romper los papeles les impedía observar ese coche, esa muñeca, ese libro o vestido. Nada importaba ya que lo importante no era el qué sino cuantos. Peor es en niños más pequeños que no son conscientes de lo que están abriendo ya que ese juguete no tendrá sentido hasta que lo monten papá y mamá y les enseñen cómo se juega.

No es lógico que una niña de dos años reciba 20 regalos a la vez. La sobresaturación no la deja reconocer prácticamente nada y, desde luego, seguro que no necesita todo eso para entretenerse. En cuanto a los niños de más edad y conscientes, tanto regalo sólo hará que no valoren nunca nada. Y mucho menos que cada uno de esos objetos vale un dinero, que no cae del cielo. Por otro lado, olvidamos que para conseguir desarrollar sus mentes e imaginación, basta con ayudarles a descubrir la infinidad de cosas que se pueden hacer con lo más simple que tenemos en casa: manualidades, disfraces, dibujos, música, teatro.. En casa de mi abuela nunca tuve juguetes más que alguna muñeca que me podía llevar de casa. Pasaba los fines de semana calzándome sus zapatos, bolsos, pendientes y haciéndome túnicas con telas que había en sus armarios. Y cuando se acababan las ideas, a jugar al parchís. Me temo que hoy en día pocos niños podrían sobrevivir a un fin de semana sin su consola o DVD. Pues en mi infancia sólo teníamos tres canales de televisión!

En mi época existía lo que se llamaba espera. Espera de un año a otro para que los Reyes me trajeran una nueva peli Disney. Hoy en día a través de Internet se ve cualquier cosa. En mi niñez, recibía una o a lo sumo dos Barbies al año. En una fiesta infantil reciente, la anfitriona recibió tres en apenas diez minutos (y sólo por parte de amiguitos). Sólo diré que en todas las fiestas de peques a las que he ido en estos últimos tres años, no he visto a un sólo crío al que le haya dado tiempo a abrir más de dos cajas una vez desenvueltas. La rapidez con la que caían las bolsas era tal que había que ir amontonando los regalos. Como si se tratara de una boda de las de antaño en las que se entregaban regalos de la lista de boda. No digo que no tengan ilusión los niños de hoy en día pero, desde luego, ya no es lo mismo.

No sé cómo lo haré con mi propio hijo pero me gustaría que no diera por sentado ni ganado nada. Si ahora no pide nada (porque no es consciente aún), y ya tiene más de lo que puede disfrutar, ¿qué tendrá cuando se encapriche de todo lo que vea por ahí? ¿Cómo le explico que quiero que tenga pocas cosas pero valiosas? Quiero que se canse de jugar con sus cosas, no que le falte tiempo para jugar con ellas.

No quiero que penséis que me hago especial diciendo estas cosas porque soy una víctima más del consumismo y la exageración. Hoy mismo he cubierto de regalos a mi sobrina de dos años. El problema es que, como yo, lo ha hecho el resto de la familia y al verlo he unido reflexiones anteriores de otros cumpleaños infantiles. Mi sobrina apenas ha reconocido un par de los regalos, el resto... nos hacen ilusión a nosotros. Es como cuando los disfrazamos con un añito. Este año fue una auténtica tortura para los peques de P1 de la clase de mi hijo. Ninguno quería dejarse emperifollar pero.. ¿y la gracia que nos hacía a nosotros fotografiarlos así de monos? Entonces ¿es una fiesta para ellos o para nosotros? Jeje.. Creo que esto es materia de otra discusión.