lunes, 31 de diciembre de 2012

Su primer amigo: el resfriado

Hola mamis!

Mi última entrada del año está dedicada a algo que seguro que más de la mitad de vosotras estará sufriendo ahora mismo con vuestros pequeñ@s. Me refiero a los malditos y casi omnipresentes resfriados. Esos catarros que aparecen aunque  saques a tu bebé completamente envuelto y rebozado de ropa: body, jersei, gorro, guantes, bufanda, orejeras, saco y otra manta encima no sea que el aire llegue a agujerear las diez capas de ropa. Pese a nuestros esfuerzos, todo será inútil porque el resfriado llegará y a lo mejor se instalará días y días. No hay piedad ni con los bebés.

Pues bien, tras anotar los síntomas inequívocos (estornudos, mocos y tos), toca tomar la temperatura si es que el peque está irritable. Yo, madre novata, pensaba que había comprado la última tecnología en termómetros,uno de los más avanzados y efectivos del mercado. Tengo uno de esos aparatitos digitales que recoge la temperatura con solo apoyarlo en la sien y que encima te indica la humedad y temperatura ambiente. Vamos, que sólo le falta calentar biberones. Pues ya van dos veces que me pregunta la pediatra que si utilizo un termómetro y al explicarle que tengo uno digital que hace "pipipi" al acercarlo a la frente, me mira como si le hablara chino. Así que voy a rescatar el de mercurio de toda la vida y listos. Bueno, listos si decidimos por dónde hay que introducirlo porque parece que el recto es más fiable que la axila. Y digo yo, ¿Por qué hay que tomar tantas decisiones para hacer lo más básico del mundo? ¡Mi abuela ponía sus labios sobre la frente!

En fin, una vez hemos diagnosticado la fiebre, lo más seguro es que acabemos echando mano de apiretal, el famoso Paracetamol administrado con jeringa. Unos padres novatos se distinguirán porque irán con tanto cuidado metiendo las gotitas rojas por la boca del bebé que este las escupirá o saldrán disparadas a nuestra camiseta, el pijama del niño, el cambiador, etc.  Y no, esas gotas enganchosas de color frambuesa no se van fácilmente con los lavados. Pero acabas aprendiendo porque en una de esas viene a casa una madre experta que coge el apiretal y a tu hijo por banda y con un jeringazo directo le introduce todas las gotitas dichosas. Ni una va fuera. Te prometes que a la próxima se te acabarán las tonterías.

Al segundo día de fiebre o tos es cuando la madre novata se hace la pregunta por excelencia: "¿Tenemos que llevar al crío a urgencias?" Te imaginas dos horas en una sala de espera repleta de virus y sacando a tu hijo de allí peor que como entró. Te imaginas una miradita de perdonavidas del pediatra de guardia que te manda para a casa con una palmadita en la espalda y la receta de apiretal. O te imaginas lo peor, a tu crío encaminado a una pulmonía o algo peor. Así que, ¿qué hacer? Pues llamar a tus mami amigas. Y te das cuenta de que ninguna se queda con la duda en casa y de que mejor hacer un viaje en balde que por esperar jugártela a que el niño empeore.

Una vez en pleno tratamiento, sólo toca que el resfriado siga su curso natural. Y toca asimismo armarse de paciencia con las llamadas diarias de los abuelos. ¿Por qué un simple catarro parece el sarampión cuando escuchas los lamentos de los yayos después de preguntar cómo se encuentra? ¿Cómo puede ser que no recuerden que ellos también tuvieron bebés que pasaron por lo mismo y con menos información que ahora? En definitiva, ¿Por qué nos preocupan más de lo que ya estamos? Seguramente la respuesta sea que sufren por todo. Y los padres también. Aunque cada día nos maravillan estas criaturas que pueden estar ardiendo, tosiendo como locos y sin apenas poder respirar que pese a todo acaban sacando una sonrisa con cualquier tontería. Nosotros estamos así y nos acurrucamos en la punta del sofá junto a tres paquetes de kleenex. ¡Y que no nos hable nadie!

En fin, que siempre nos podremos consolar con eso de que "La fiebre indica que están creciendo". Aunque también tiemblas con aquello otro de "Pues prepárate cuando vaya a la guardería. Allí lo pillan todo" ¡Qué bonito es crecer!

¡¡Feliz 2013 a todas!!

sábado, 22 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!

Hola mamis!!

¿Estáis preparadas ya para la Navidad? ¿Menús a punto? ¿Regalitos? ¿Y los protagonistas están listos? Porque cuando hay niños, la Navidad adquiere otro espíritu en todas las casas. Y como ellos son el motor de este Blog, vamos a repasar algunas tradiciones y tópicos navideños alrededor de los más pequeños.

Las entrañables postales de felicitación con árboles de Navidad, pesebres y el niño Jesús han pasado a la historia. Ahora toca vestir a nuestro bebé de Papa Noel, reno o pastorcillo. O meterlo desnudito en una olla. O mandar a todos su foto llorando en el regazo del Rey Baltasar. Y aunque es un topicazo y lo has visto mil veces ya... no lo puedes evitar y acabas disfrazando a tu bebé. Entonces te das cuenta de que, cuando son bebés, en realidad quienes disfrutan las fiestas mucho más son los padres. Porque vamos a ser realistas... ¡No se enteran de nada! ¿Las luces de Navidad de las calles? Mi niño de 4 meses se queda igual de anodadado con la luz del ascensor. ¿Las campanadas? Como le entre hambre a las 23:55h, ya me huelo que no habrá cuartos ni uvas que valgan. ¿Y los juguetes? Como madre novata que soy, os voy a contar mis primeras impresiones al enfrentarme por primera vez a los juguetes de bebé.

El peque ha llegado a ese mes en el que comienza a aburrirse si ha de estar un ratito sentado en su hamaca simplemente mirando al frente. Y el valiosísimo Baby Mozart puede acabar convirtiéndose en un método de tortura si lo pones en modo bucle. Así que es buen momento para empezar a estimular sus sentidos. Esto se puede hacer con juguetes que emitan luz y sonido. Hartos ya de escuchar las dos únicas melodías del único juguete que tenemos en casa que cumple esa función (hay que ver cómo se pueden llegar a meter en el cerebro cuatro malditas notas), decidimos adentrarnos en el maravilloso mundo de los juguetes.

Explorar este territorio Corte Inglesiano en plena campaña de Navidad es un acto de fe, valentía, masoquismo, locura... Pfff... Pero si toca, toca. Cuando consigues llegar a primera fila en la estantería de juguetes de 0-12 meses tus dedos comienzan a toquetear y a apretar botones. Sonido por aquí, lucecita por allá, números, colores, frases en castellano, otras en inglés... Ah, sí, las lecciones de inglés. Me hace gracia que las generaciones de EGB apenas sepan hablar inglés (ni nuestros Presidentes de Gobierno) y ahora se les inculcan los idiomas desde los 3 meses. Vamos que me sorprende que las matronas del hospital no fueran trilingües. No es que me parezca mal, eh? Pero vaya, que con este nivel de introducción de idiomas, cuento que a los 6 años hablará inglés mejor que yo y tendré que ir poniéndole pelis de Walt Disney en alemán para aprovechar.

Siguiendo con los juguetes, al ver artilugios tan grandes, coloridos y con tanto botón, te entran ganas de quitar la mesa y sofá del comedor para hacer sitio y convertir tu comedor en un parque infantil. Y es cuando te das cuenta de que en realidad aún no es capaz de sentarse, de que su alfombra de juegos lo entretiene la friolera de 5 minutos y de que básicamente te quiere a ti y a su padre para jugar. Pero pese a todo, Papa Noel y los Reyes le traeran juguetes con muchos sonidos y muchas luces. Tal vez nos haga más ilusión a los padres que a él pero como un mes de su vida es un mundo, nunca sabes con qué te sorprenderá a los seis meses y tal vez me toque algo con ese piano-alfombra que viene en camino.

Así que es momento de volver a ser niños, de volver o seguir disfrutando de la cabalgata de Reyes (pronto tocará salir con la escalera o llegar bien pronto para coger sitio), de cantar villancicos y de hacerle muchas, muchas fotos con la familia. Es momento de abuelos, de sorpresas e ilusión. Y si, compradles muchos juguetes pero no olvidéis que sus favoritos son y seguiran siendo siempre sus padres. No escucharéis mayores carcajadas de un bebé o un niño que las que les arrancan sus padres.

Y con este momento tierno y ñoño (y eso que prometí no ponerme tontorrona), os deseo una FELIZ NAVIDAD y un 2013 lleno de sueños cumplidos. Mi deseo personal para tod@s es SALUD!!!!

Un beso


viernes, 14 de diciembre de 2012

Madres consejeras

¡Hola a todas de nuevo  y bienvenidas las nuevas lectoras!

Si algo he comprobado en este tiempo en el que me preparaba para ser madre y el poquito que llevo como tal es que a las mamis, a todas sin excepción, les encanta dar consejos. O en su defecto, explicar sus propias experiencias. Y no creo que sea porque se piensen que lo hacen mejor que nadie sino por algo mucho más sencillo: a las mamis NOS ENCANTA hablar de nuestr@s hij@s. Como explicaba en mi primer post, no hay nada peor para una no mami que quedar atrapada en una charla entre madres "recientes". Más le valdrá tener sobrinos para poder meter cuchara o acabará de papillas y guarderías hasta los mismísimos. Y aunque creas que cuando seas madre controlarás las mami charlas en público, se te va la lengua.

¿Es que no hay nada más en nuestro mundo una vez tenemos un hijo? ¿Acaso no trabajamos, estudiamos, vemos películas, leemos libros, vamos de compras, planeamos viajes, etc? Si, pero hay una inexplicable necesidad de explicar las peripecias con los primeros dientecillos de la criatura y sus pataletas con la comida.

¿Y qué me decís de cuando una mami novata pregunta a otra más experimentada? Ahhh, se le nota en la mirada que está encantada de que le pidas opinión. Será el momento de desenfundar su libro de estilo y contarte con pelos y señales cómo se las apañó con su bebé. Y tú intentas tomar nota mentalmente de los cientos de buenos consejos de tus amigas, inocente de ti, pensando que los podrás aplicar. Y digo inocente porque en la mayoría de casos, todo es muy relativo. Por la sencilla razón de que cada niño es un mundo. Y esto es una verdad como una casa. Te dicen "Yo le daba el pecho cada 3 horas" (Pues el tuyo pedirá cada 2) "Al poco de nacer me lo llevaba de paseo de punta a punta de la ciudad" (El tuyo te berrea a las tres manzanas y estás volviendo para casita) "Vas a la cunita cuando llore, lo calmas y que aprenda que tiene que dormir" (Cuando lleva 15 minutos llorando desconsoladamente a lasa 3am, o lo sacas de la cuna o te lo sacan los vecinos) "A las pocas semanas dejará de dolerte el pecho al amamantar. Lo peor es el primer mes" (Y tú tachando cual preso en la pared los días que faltan para que acabe la tortura cuando llevas ya mes y medio con la lagrimita) Y así un largo etcétera de buenos consejos que no podrás aplicar seguramente porque nadie puede predecir el comportamiento de un bebé de pocos meses.

Lo peor es que no escarmentamos y las madres novatas seguimos buscando información y experiencias ajenas para intentar encontrar la fórmula mágica para ese problemilla que no acabamos de resolver. Os cuento mi particular odisea con los mocos. No sé por qué extraña razón, verle un moco (y cuando digo uno es UNO) y oírle respirar ruidosamente activa algún mecanismo en mi cerebro que hace que tenga que sacar  ese invitado no deseado de la nariz de mi bebé. Opción primera en nuestro caso: Rhinomer Baby + aspirador nasal. Resultado: parece que vayamos a matar al peque pero sale algo. Busquemos más opciones en Internet. El suero + incorporarlo y que saque los mocos estornudando. Resultado: parece que lo vamos a matar y me dice que estornude yo. Seguimos buscando mientras una de las dos pediatras que consultamos nos dice que el aspirador nasal puede provocar OTITIS. ¡No fastidies! Lo escondo pero no demasiado y vuelvo a consultar vídeos en Youtube sobre el arte de sacar mocos. Una chica me vende como el invento del siglo enrollar la punta de un pañuelo de papel y metérselo en la nariz al crío. Lo hago. Resultado: meto el moco todavía más adentro. Así que sigo de estranjis utilizando el aspirador porque poco o mucho sale y algo avanzamos. Pero vamos, que lo mejor es cuando lo consultas con un par de mamis y te dicen que lo que tiene mi bebé no son mocos, que eso lo deje y que cuando de verdad tendrá mocos es cuando te venga con dos chorretones colgando. Arrrggg... ¿¿¿ A qué edad aprenden a sonarse por Dios???

En fin, mamis, que en el mundo de las madres los consejos se regalan por doquier. Pero me quedo con algunas frases hechas:

"Duerme cuando duerma él"
"No lo acostumbres a los brazos o será peor"
"Si lo metes a dormir con vosotros os costará que duerma en su habitación"

Si, lo primero también es un mito. Y es que mientras no vengan con un botoncito de on/off + libro de instrucciones, no habrá planificación posible. Pero en esto coniste esta maravillosa aventura, ¿¿no??

Os espero la próxima semana en la que hablaremos de juguetes. ¡Que vienen los Reyes!

Besos

jueves, 6 de diciembre de 2012

La vida nunca vuelve a ser igual

¡Una semana más por aquí! ¿Qué tal súper mamis? Y no digo lo de súper mamis con segundas porque cualquier madre es una campeona y malabarista compaginando el trabajo, la casa, la compra, la vida social, la vida de pareja... O sea, con todo lo que hacía antes de la llegada del bebé pero ahora con esa personita a cuestas. Y de aquí viene en buena parte la razón de este post: cómo nos cambia la vida para siempre la llegada de un hijo.

De buenas a primeras, lo típico que escuchamos de una madre a los pocos meses de haber tenido a su pequeño es que ya no ha vuelto a dormir más del tirón toda la noche, que no hay manera de quitarse esos tres kg de más o que se han acabado sus caprichos porque ahora "todo el gasto es para el crío". Que a mi por cierto eso me ha pasado porque si antes mis marquitas de moda eran Massimo Dutti, G-Star, Naf Naf, Mango, etc... ahora soy fan absoluta de Tuc Tuc, Orchestra, Fisherprice, Benetton Baby, etc, etc Y cuando me llegan los mails de Privalia y compañía, sólo voy directa a ver si hay ventas de niños. Y entrar en una farmacia ya no es esperar turno con mirada taciturna sino mirar los rincones de bebé buscando 2X1, packs en oferta y monerías para tu niñ@.

Pero creo que estos cambios son superficiales ya que pienso que los hay más profundos e importantes. La vida de pareja por ejemplo. Ayyy, que por mucho que vayas advertida nunca sabes de qué manera o hasta qué punto puede afectar o cambiar tu relación. Leía ayer el Blog de una conocida también mamá que repasaba las relaciones de sus amigas tras haber aumentado la família. Realmente daban ganas de echarse a llorar. Ahí sí que no se salvava ni el apuntador. Yo no creo ni mucho menos que un hijo tenga que hacer tambalear la relación de pareja si ambas partes hacen un esfuerzo de comprensión y paciencia. Es más, pienso que un hijo debe unir aún con más fuerza a unos padres. Pero claro, para ello hay que poner mucha voluntad.

Para comenzar, sexo y falta de sueño no van nuuunca de la mano a estas alturas de la vida y de la relación. Así que encontrar el momento adecuado puede ser complicado. Por la mañana: se apura hasta el último segundo de ese dulce sueño interrumpido varias veces por la noche; La siesta: está bien si el bebé la duerme pero en sus primeros meses puede durar exactamente 10 minutos. ¿Algún récord Guiness por aquí? La noche: hay que aprovecharla, el tiempo es oro hasta que el niño llora, pide agua o tiene pis. Y si no hay ganas, hay que buscarlas. Lo mismo que salir a cenar solos y NO hablar de los hijos. Algunas lo llaman salidas de novios. Ahh, qué bien suena y que lejano parece cuando antes sólo compartías palomitas en el cine y ahora compartes hipoteca, letras del coche, guardería, facturas de agua y luz, etc, etc

En fin, que cuando el peque tiene algún añito es más fácil dejarlo con canguro pero de bebé nos asalta ese sentimiento de culpabilidad como si lo estuviéramos abandonando en una cuneta. Así que toca turnarse. Y puede dar hasta pena eso de salir por separado pero es sano. Airearse siempre es bueno y siempre será mejor hacerlo por separado que no hacerlo y tener dos caras de "semecaelacasaencima" sentadas en el sofá.

A parte de todo esto, también hay cosas graciosas en la vida de una pareja de padres primerizos que se lo preguntan TODO el uno al otro como si no fueran los dos igual de novatos e ignorantes: "¿Tiene hambre?" "¿Tiene frío?" "¿El humidificador le irá bien?" "¿Le sacamos ese moquito que asoma o lo acabaremos torturando con tanta aspiración nasal? Si pusieran un 902 para contactar con un pediatra 24h, de verdad que se forran!! Y mientras uno lo destapa porque suda, el otro lo tapa porque en la calle hace frío. Y sólo que comience a quejarse, el padre siempre lo solucionará enchufándolo a la mami para que le de el pecho. ¿Y qué me decís de los codazos nocturnos cuando el bebé llora y alguien se está haciendo el remolón? Pero vamos, que todo esto es superable porque con los meses nos volvemos más prácticos, pacientes y comenzamos a interpretar a nuestros bebés. Y mientras papás y mamás se involucren con ilusión, todo lo demás saldrá solo.

El cambio en la vida de los padres me recuerda que los abuelos primerizos también cambian enormemente. Sacan esa sonrisita bobalicona que jamás antes habías visto. Dicen tonterías por teléfono hablando con el bebé que ni entiende ni sabe cómo contestar. Y te visitan. Mucho. Muchísimo. Las comidas se multiplican por tres.  Y pese a que nuestra intimidad se ve mimbada, nos enternece verlos así porque sabes que los nietos son la alegría de su vida. "Está haciendo por el nieto lo que no hizo por los hijos" dicen en todas las famílias. Pues más vale tarde que nunca...

Un beso a mis mamis y a todos los papis y abuel@s!