lunes, 24 de junio de 2013

Bebés milagro y una reflexión

Hola de nuevo




Hoy me voy a poner un poco seria aunque no es mi intención que este Blog se convierta en un foro de protesta. Pero a veces hace falta denunciar ciertas situaciones en la sociedad actual. En apenas un mes hemos escuchado dos noticias estremecedoras y casi idénticas. Primero ocurrió en China y ahora en Alicante. Dos bebés fueron arrojados por sus madres a unos desagües en un intento desesperado de deshacerse de unas criaturas a las que no podían o no se atrevían a mantener. De hecho, no podían costearse el aborto y por ello optaron por seguir adelante con el embarazo para inmediatamente después "tirar" a sus hijos al retrete y al respiradero de un edificio. Milagrosamente, ambos bebés han sobrevivido. El primero fue rescatado rápidamente ya que la propia madre, muerta de miedo, llamó a urgencias. El segundo caso es más angustioso ya que el pequeño sobrevivió durante dos días envuelto en telas y una bolsa de plástico y con varias fracturas. Afortunadamente, se encuentra estable.

Estas noticias me han hecho saltar las lágrimas porque sólo pensar en los pobres bebés absolutamente inocentes e indefensos sufriendo de esta manera, me rompe el corazón. Quiero culpar a las madres por falta de humanidad y crueldad. Y son culpables, por supuesto. Pero algo falla cuando la única salida que ven estas mujeres es la de deshacerse de sus hijos matándolos. No defiendo el aborto en cualquier caso, sí en algunos específicos en los que los bebés no van a tener una mínima calidad de vida o en el de madres violadas por ejemplo. Pero han de haber otras salidas menos trágicas. Por ejemplo, para los bebés que sí nacen, otras vías para darlos en adopción de manera anónima si es necesario. Ha de haber una atención psicológica profesional para las madres y un seguimiento de casos especiales de embarazos con un riesgo de abandono como estos.

No me cabe en la cabeza que haya madres que, tras nueve meses llevando s sus hijos en el vientre, no sientan nada por ellos. Para mi, es algo que va en contra de la naturaleza humana pero no podemos descartarlo. Quiero pensar que arrastrarán algún tipo de remordimiento el resto de su vida aunque está claro que, visto lo visto, la desesperación puede con cualquier otro tipo de sentimiento en esos momentos. Intento ponerme en su situación y, antes de arrojar al bebé, intentaría mil maneras de dejarlo en un lugar seguro. No se puede condenar a una madre por pedir un futuro para su hijo, uno que ella no le va a poder dar. Cualquier futuro será mejor que el de quedar atrapado en una tubería.

No puede ser que el miedo de estas mujeres condene a estos bebés y creo que sí se puede hacer algo. Y que nadie entienda que una opción es abaratar el aborto. Estoy segura de que si la sociedad no fuera tan cruel, la mujer china (que se ha quedado finalmente con su bebé) no hubiera ocultado su embarazo pese a que el padre se desentendiera. Y la chica de Alicante habría preferido mil veces darlo en adopción anónimamente antes que intentar sacrificarlo. ¿Creía que no la iban a descubrir? Entiendo que no se han de facilitar los abandonos de bebés, que lo mejor es educar sexualmente para evitar embarazos no deseados. Pero por favor, evitemos episodios como estos.

Por lo menos, en estos casos podemos hablar de dos finales felices. De hecho, yo los llamo bebés milagro. Sus ganas de vivir han podido con todo. Son súper bebés con toda la vida por delante y, gracias a Dios, este inicio tan duro no va a permanecer en sus memorias. En el caso de la mujer china, especulaciones a parte, podrá criar a su propio hijo abiertamente. En el caso del pequeño de Alicante, seguro que hará feliz a alguna pareja cuyo gran sueño es convertirse en padres. Y seguro que a partir de ahora no les faltará nada. De hecho, en China causó tanta conmoción este caso que el pequeño recibió una gran cantidad de regalos en el hospital.

Estos bebés milagro nos han dado una lección con su lucha por vivir y sus casos nos han de hacer reflexionar. Comprendo la emoción del equipo de bomberos que rescató al pequeñín de Alicante. No todos los días se conoce a un superviviente tan precoz. Y desde aquí, un homenaje a todos los bebés del mundo luchadores que se agarran a la vida con todas sus fuerzas superando todo tipo de problemas. Larga y feliz vida a todos ellos.

lunes, 17 de junio de 2013

Madres en la tele y delante de ella

¡Hola de nuevo!



Es curioso cómo cambia el chip una mujer cuando se convierte en madre y vive esa primera etapa del pequeño. Digo primera etapa porque es cuando tenemos los sentimientos a flor de piel y las hormonas nos juegan malas pasadas no dejándonos reprimir emociones ñoñas. Porque sí, digámoslo por su nombre, nos volvemos ñoñas. Por ejemplo, en 30 años no había llorado delante de la televisión más que en la película "My girl" cuando Macaulay Culkin muere atacado por un enjambre de avispas. Pues desde que he sido madre, echo la lagrimita hasta con spots. Sólo ponme a un bebé con sus padres y enséñame como crece y se marcha de casa que ya me imagino a mi peque independizándose y abandonando el nido. Ayer mismo, acabé pañuelo en mano en la peli de "El Intercambio".  Sobre todo, me sensibilizo con cualquier situación entre madre e hijo. Y si algo va mal sufro como si lo estuviera viviendo yo misma.

Cualquier programa que hable de maternidad ya llama mi atención por lo menos de inicio. Y con los canales femeninos estos se multiplican. En los últimos dos años recuerdo engancharme a "Baby Boom", "Embarazada a los 16", "Super Nanny", "Bebé a bordo", etc De los dos primeros hablé en mi primer post. El verano pasado me acompañaron durante el embarazo. Y sí, me imaginé el parto de mil maneras viendo los de esos realities. En casa mi marido me llamaba masoca y me decía que no lo podía ver porque sufría. Por dentro pensaba "¿Pero quién va a parir? ¿Tú o yo?" Y la curiosidad podía con cualquier agonía. También es cierto que sabiendo de antemano que todos los casos acababan bien, la cosa cambiaba. Lo de "Super Nanny" es tema a parte. Ahí me lo miro con más perspectiva y distancia ya que me queda lejos todavía ese escenario de "Siéntate. Come. No grites. Recoge tus cosas. Al rincón de pensar". Y aunque sabemos que llegará, siempre imaginamos que los sabremos educar como se debe, que no cometeremos esos errores que vemos en la serie. Pero no sabemos si los padres que salen fueron irresponsables o si por el contrario lo intentaron todo, lo hicieron de manual pero les salió la criatura rebelde. Vamos, que lo más fácil es juzgar de antemano. Sea como sea, quién no ha escuchado de alguien sin hijos la frasecita de "Por eso no tengo yo hijos. Lo que me ahorro. Si me saliera uno de esos me da algo" refiriéndose a los casos de "Super Nanny"? Y quién no se ha mirado con su pareja y ha comentado "¿A nosotros no nos pasará esto, ¿verdad?" Y es que te pones en la piel de esos padres y realmente no sabes si darles una colleja para que espavilen o abrazarlos con una tonelada de compasión. Sea como sea, te enganchas a este programa. Y te dan ganas de salir a comprar ya la cartulina, el rotulador y las pegatinas de topitos azules y rojos para ir diseñando ya las tareas y los premios. Por aquello de que no te pille el toro y crezca la criatura en la más absoluta anarquía.

Lo de "Bebé a bordo", en cambio, me queda ya atrás. Te muestran los momentos en los que los padres llegan a casa con el bebé de tres días en brazos y viven ese instante en el umbral de: "Vale, ¿y ahora qué hago con esto?". Porque en el hospital te teledirigen y hasta te cogen el pecho para meterlo en la boca del bebé. En casa ya es cosa tuya y no tienes botón para llamar a la enfermera. Tienes un marido agotado que quiere ayudar pero hasta que la raza humana no evolucione y les conceda sendos pechos mamarios a los hombres, estos no pueden hacer otra cosa que apoyarte moralmente. Los padres que escogen el bibe ya comparten las noches marchosas. Pero volviendo al programa en sí, puesto que no puedo aprender, me dedico a recordar momentos y chafardear cómo se las arreglan. Con la experta en casa, desde luego. Vale, esto le quita realismo pero no deja de resultar interesante. Y te distraes con momentos como el que vi ayer en el que una pareja baña a su bebé de pocos días metiéndolo directamente en la bañera grande, vacía, así, a lo bruto. Pero bueno, hasta una primeriza como yo entiende que A-El niño se escurre por todas partes, B-En verano igual tiene un pase pero en invierno está tiritando desde el segundo uno, C-¿No habéis visto en El Corte Inglés bañeritas con patas, sin patas, en forma de cubo, con cambiador, con hamaquita... de todos los modelos, marcas y precios? La dirección del programa, con muy mala leche, les dejó bañarlo así y lo grabaron por supuesto. Para que después la "experta" les aconsejara algo más del tamaño del bebé. Y les explicó que la criatura necesita tocar los extremos del espacio para sentirse más seguro ya que viene de pasar 9 meses en una bañerita climatizada dentro de la barriga. Yo, mami inexperta pero experta en baños hasta los 10 meses por lo menos, suspendía a los novatillos desde casa. Sin recordar imagino mis tropiezos en otras cosas, jeje Y es que no lo podemos evitar, tenemos alma cotilla y nos encanta saber cómo se las arreglan otras madres. Nunca sabes cuando te van a contar el truco del mes para solucionar algún problemilla. El caso es leer, aprender y tomar nota de lo que puedas adaptar a tu situación.

La verdad es que este tipo de programas no me llamaban demasiado la atención o seguro que los miraba desde otra perspectiva. Ahora eso ha cambiado. Lo miro, los disfruto y los sufro a veces con otros ojos. Y como dije en mi primer post, aplaudo a todas esas famílias que aceptan meter una cámara en sus casas. Yo prefiero contaros por aquí ;-)

Antes de acabar mi post de hoy, me gustaría agradecer el segundo premio que se lleva este Blog!! Ale y su Blog http://www.unamama.com/ ha concedido a "Diariodemamainexperta" el Liebster Award. ¡¡¡Muchísimas gracias!!!!

sábado, 8 de junio de 2013

La matronatación

Hola chicas!




Hoy os quería hablar de una actividad que llevamos meses practicando con mi hijo y que le encanta: la matronatación. Se trata de la primera toma de contacto de los bebés con el agua. Por supuesto, se realiza en piscinas con agua climatizada y siempre en brazos de mamá o papá. Por lo que he escuchado y lo que he visto en primera persona, no hay niño que no se lo pase pipa con esta experiencia. Y los papás, pues todavía se lo pasan mejor.

A partir de los tres meses podemos llevar a nuestros peques a matronatación. Son sesiones de no más de media hora en las que una monitora nos indica diferentes formas de llevar al peque de un lado al otro de la piscina para que se familiarice con el agua y, sobre todo, disfrute y se relaje. Lo que se consigue con esta experiencia es que, a la hora de aprender a nadar, le hayan perdido el miedo al agua y que adquiera habilidades y reflejos. Es curioso ver como el primer día que entran en la piscina lo hacen agarrotados y con cara de susto y, a medida que pasan los minutos y sesiones, estiran las piernas, relajan el cuello y comienzan a chapotear y reír.

Como os decía, la monitora crea unos circuitos para que transportemos a nuestros bebés boca abajo, boca arriba, dando saltitos, pasando por debajo de una colchoneta haciendo de puente, etc Los peques pueden ir cogiendo juguetes, pelotas y anillas mientras interactúan con el resto de bebés. Pasadas un par o tres de sesiones para que los peques ya estén cómodos en el agua, comenzamos a practicar la inmersión. Como os imaginaréis, se trata de meter la cabecita del bebé dentro del agua. Esto no se puede hacer de golpe y porrazo. Lógicamente, el peque tiene que aprender a aguantar la respiración ese par de segundos. Esto se consigue alzándolo en brazos, bajándolo de la colchoneta por ejemplo, y soplándole en la cara para que cierre ojos y boca. Se repite la misma acción sin sumergirlo hasta que en una de estas alzadas se le mete dentro del agua. La primera vez que lo hicimos en clase, recuerdo que la mamá que me acompañaba tenía más miedo que su propia hija y no se atrevía a sumergirla. Le pedimos a la monitora que lo hiciera ella por primera vez. Al ver la carita de los peques de "¿Qué ha pasado aquí?" nos angustiamos un poco pero como no se quejaron absolutamente nada, nos animamos a continuar. Supongo que el truco está en que al salir a la superficie nos vean reír y enseguida los distraigamos. Por supuesto, la monitora está en todo momento vigilando el estado del bebé, las inmersiones se repiten como mucho tres veces en una clase y si los peques lloran o se asustan, se les relaja con cualquier otra actividad o se finaliza la sesión.

Llevo ya unos meses y mi peque disfruta muchísimo. No sólo está como pez en el agua sino que varias veces se me ha dormido encima con el ir y venir en el agua calentita. Sólo protesta en la ducha posterior porque tiene sueño y no le gusta que lo maree demasiado. Únicamente tenemos que vigilar con el cloro en su caso porque tiene una piel delicada. Es importante por ello aclararlos en la ducha después y una buena hidratación.

Por supuesto, hacer estas clases no garantiza que vayamos a tener Phelps de mayores. Pero seguro que si disfrutan en estas pequeñas sesiones, lo harán mucho más de mayores en la piscina y la playa. Además de esto, lo que si fortalece esta experiencia es el vínculo entre el bebé y su madre (o padre si es él quién lo acompaña). Para el bebé, los brazos de su madre son su punto de apoyo, seguridad, cariño, protección... Y ambos comparten un momento de diversión y juego. Compartir experiencias así con nuestros hijos es un lujo. Os copio otros beneficios de la matronatación por si os interesa:


Beneficios que aporta la natación a los bebés:
  • Desarrollo psicomotor: El bebé que aún no camina encuentra en el agua la posibilidad de moverse tridimensionalmente, siendo mucho mayor la libertad y continuidad de movimientos. A muy temprana edad comienzan a tener nociones de desplazamiento y distancia de una gran riqueza y sensibilidad, lo que redundará en una mayor coordinación motriz.
  • Fortalecimiento del sistema cardiorrespiratorio: La natación fortalece el corazón y los pulmones. Debido al trabajo respiratorio que se realiza en el agua se aumenta la eficiencia en la oxigenación y traslado de la sangre.
  • Ayuda al sistema inmunológico.
  • Aumenta el coeficiente intelectual: Está demostrado que los bebés que han hecho natación en los 2 primeros años de vida desarrollan una percepción mayor del mundo que los rodea, con lo que ya están aprendiendo a ser más creativos y observadores. El agua estimula la capacidad de juego del niño y este hecho repercutirá muy positivamente en aprendizajes futuros.
  • Mejora y fortalece la relación afectiva y cognitiva entre bebé-mamá-papá: La realización de un programa acuático para un bebé le llevará, junto con sus papás a compartir situaciones ricas y profundas que no sucederán de otra forma pues se van a juntar las reacciones innatas e instintivas del bebé con las propias vivencias que genera la práctica de la natación, que sin duda ayudaran al conocimiento mutuo, alimentando el amor y orgullo de mamá y papá.
  • Inicia la socialización sin traumas en un ambiente lúdico y recreativo: Desarrollándose como personas y su entorno de una forma natural. La convivencia en la piscina con otros niños le ayudarán a relacionarse mejor, además de que aprenderá a compartir y realizar actividades junto a otras personas. El niño adquiere mas confianza para comunicarse y desarrollarse en grupo, ya que estará en constante contacto con instructores y niños.
  • Desarrolla las habilidades vitales de supervivencia. Un ejemplo de ello es el aprender a girarse sobre su espalda y flotar ante una caída al agua.
  • Ayuda al bebé a relajarse.
  • Ayuda al bebé a sentirse más seguro.
Os animo a que lo probéis y me contéis vuestra experiencia. Al agua patos!!

domingo, 2 de junio de 2013

De las drama mamás a los drama papás

Hola a todas!





Me gustaría hacer un guiño a una compañera bloggera que arrasa por dónde va: Amaya Ascunce con su Blog http://www.comonoserunadramamama.com/. El espíritu de ese Blog es recordar escenas en las que nuestra madre nos aconsejaba con esa exagerada prudencia que casi rozaba la tragedia para meternos el miedo en el cuerpo. Esas situaciones en las que pensábamos "¡Ay, no dramatices! Qué pesada...". Y esas frasecitas hechas que suenan carcas a más no poder pero que irremediablemente dejaremos ir alguna vez a nuestros hijos. Porque sí, pese a que nos repetimos que los tiempos cambian y que nosotras, las madres de hoy en día, somos progres y modernas, seguro que caeremos en muchos topicazos que juramos no heredar.

Pero no me quiero centrar en los tópicos sino en los miedos y la prudencia exagerada que acompañan los temores de muchas madres pero también padres. Porque sí, existen los drama papás, vaya si existen. Siempre se ha asociado la prudencia y el ir con mil ojos a las madres. Parece que las mujeres tenemos ese sexto sentido que nos permite divisar un peligro a leguas, por ínfimo que sea. Desde que el crío se puede caer si sigue persiguiendo a ese niño mayor que se va a subir al tobogan hasta ese granito tonto de la cara que tiene una pinta rara y mejor mirarlo ya.  Aunque quizás en algunos casos resultemos demasiado precavidas, se espera que las madres nos peocupemos más (una tontería pero se presupone casi siempre).  En cuanto a ellos, la imagen popular es la de que a los padres les toca quitar hierro al asunto y dejar que las madres tomen gran parte de las decisiones que tienen que ver con el cuidado de los pequeños. Aquí es cuando debo decir que no siempre es así y que doy fe de que hay papás involucrados y sufridores, muuuuy sufridores.

Que uno de los padres sea un pasota y el otro muy sufridor es un problema. Que los dos sean sufridores es una angustia. Y que los dos sean unos felicianos de la vida es un peligro para la criatura. Difícil encontrar la combinación perfecta, ¿verdad? Pues la pareja perfecta es la que aporta un poco de cada cosa y encuentra como buenamente puede el equilibrio. Lo más complicado es mantener la balanza y no caer hacia un lado o el otro. Una madre sufridora puede llegar a agobiar a un padre tranquilo pero este puede sacar de sus casillas a la madre preocupada. ¿Y quién se sale con la suya si no hay acuerdo? Desde luego, el cónyugue sufridor, más que nada porque no puede evitar controlar ese peligro que tal vez solo él vea pero que en ese instante puede acechar a su hijo. Mamás primerizas, paciencia, todos los niños han sobrevivido a las mismas caídas, golpes, resfriados y diarreas. Y como me dicen muchas madres veteranas: "Con el segundo no vas a estar para tantas tonterías. Se te pasará, ya verás"

Pero mientras tanto, toca convivir con esa drama mamá o drama papá. Y eso significa vigilar muchísimos detalles, incluso aquellos en los que jamás habías reparado. Así puedes acabar moviendo el recipiente con sémola de la estantería de la cocina para que no le de el sol, poniendo cojines incluso en el suelo junto a la cama cuando tu bebé duerme en casa de los abuelos (pese a estar rodeado por tres almohadas, no vaya a ser que de un salto por encima de ellas a lo Jean Claude Van Damme), buscando la sombra de cualquier rama de árbol por la calle mientras paseas con el cochechito no le vaya a dar el sol y por supuesto levantándote ante el menor ronquidito que salga de la boca de tu bebé por la noche. Lo que está claro es que, independientemente de nuestro nivel de dramatismo personal, todas desarrollamos un sentido especial de alarma por si algo extraño sucede.

Y no me quiero olvidar de las drama mamás trascendentales que opinan y juzgan sin conocer y se convierten en unas "hooligans" de sus posturas o elecciones. Por ejemplo, las anti biberones, las que lo esterilizan todo, las que creen saber cómo y cuando hay que coger en brazos a un bebé que llora, las que ven peligro en abusar del chupete o de dormir en la habitación de los padres hasta el año y medio.. Y así podríamos seguir hasta mañana. He preguntado mucho a amigas, pediatras y família. he leído y he escuchado. He valorado todas las experiencias que he conocido y lo he intentado hacer lo mejor posible. He llegado a la conclusión que lo mejor que podemos hacer es aplicar el sentido común y dejarnos guiar por nuestro instinto. Tenemos derecho a equivocarnos y aprender de nuestros errores. Pero sobre todo tenemos derecho a disfrutar del camino. Y no se puede disfrutar si no nos relajamos y nos dejamos llevar. Los bebés son frágiles, sí, vulnerables, sí, dependientes, sí.. Pero sus defensas se tienen que crear y fortalecer y para aprender toca caerse y levantarse.

Así que.. démonos un respiro y tomémonos la vida con calma. Porque mamá tranquila, bebé tranquilo. Mamá feliz, bebé doblemente feliz. Y para dramas, al cine.  ;-)