domingo, 29 de junio de 2014

Se acabó P1!!




Ya os he ido contando durante estos dos años lo que pensaba de la guardería, sus pros y contras y lo convencida que estaba de apuntar a mi hijo. Acaba de terminar su primer añito y ya es todo un licenciado en P1, jeje  Es hora de hacer balance de este curso, valorar su evolución y lo que ha significado para él y para nosotros.

En septiembre apuntamos a un niño que no sabía caminar todavía y que prácticamente no se había relacionado nunca con ningún niño de su edad. Era un niño evidentemente mimado y con muchas tonterías a la hora de comer. Por lo demás, nada extraño para un nene de 13 meses. En cuanto a nuestra situación, pese a que muchas voces nos advertían de todas las veces que se nos iba a poner enfermo, estábamos convencidos de que, una vez comenzara yo a trabajar, no íbamos a hipotecar las vidas de los abuelos. Pese a las buenas intenciones, irremediablemente hemos tenido que recurrir a su ayuda. Pero ha sido circunstancial y no de obligado cumplimiento diario.

Así que un 12 de septiembre lanzábamos a los leones a nuestro pequeño. El sentimiento de culpabilidad hizo acto de presencia los primeros días. El niño entraba llorando y se unía al coro de llantos de toda la clase porque el sentimiento era compartido ya que todos se estrenaban. Y cada día costaba un poco más llevarlo porque ya se conocía el edificio y se olía a dónde le llevaba ese pasillo. Pero luego llegó la confirmación de que allí se lo pasaba bien y la tontería les duraba lo que tardaban los padres en salir por la puerta. Después llegaron muchas más pistas sobre lo bien que se portaban allí dentro, a la hora de comer, recoger y colaborar con las maestras. Recordaréis que dediqué entonces un post a hablar de lo mucho que nos torean los críos en casa.

Durante estos meses lo he visto cambiar mucho. A la hora de comer solo, algo que desde luego ha aprendido en clase. A la hora de relacionarse con otros niños de su edad. (Todavía ha de aprender a compartir juegos pero verlo saltar de alegría cuando se encuentra con un compañero suyo fuera del entorno escolar no tiene precio) A la hora de hablar y cantar canciones. (Madre mía, si es que no calla!) En cuanto a la psicomotricidad también. La asignatura pendiente de este verano va a ser el orinal. En el cole lo utiliza a diario y en casa no hay manera aunque he de decir que no disponemos del tiempo que haría falta. Este verano iniciaremos operación pañal y desde luego me desahogaré por aquí porque presiento que nos va a traer de cabeza. En definitiva, no digo que todas estas cosas no las hubiera aprendido en casa pero estoy segura de que hubiera sido a otro ritmo muy diferente.

En cuanto a mi misma, he descubierto en las otras madres una relación de complicidad muy muy positiva cuando eres madre primeriza y te asaltan dudas de todo tipo, superficiales o trascendentales. Y hacemos eso que no se puede evitar, eso que va con el carnet de madre y de lo que tanto os he hablado cuando te estrenas en esta materia: comparar! Y todo cabe en esta categoría: si les han salido los mismos granitos, si duermen igual de bien, si uno come triturado y el otro a trocitos o si a uno le han quitado el pañal antes que a otro. Hay vía libre y sale natural.

En conclusión, hago un balance positivo de este primer año de guardería. Y si algunas os preguntáis si destacaría algo negativo, no os negaré que se ponen enfermos. Sí, definitivamente sí. Pero pensar en ello es una tontería porque no hay dos niños iguales y no hay una regla absoluta. Por otro lado, algo que estoy notando en una semana que lleva sin ir a la guardería es que se ha desatado, está descontrolado y se ha vuelto muy tozudo. ¿Será la falta de orden? ¿Qué no nos imponemos lo suficiente? ¿Es la crisis de los 2 años? ¿Es que los niños son siempre más nerviosos? No tengo la respuesta pero lanzo un S.O S.

Mañana comienza el casal de verano. Esperemos que el sol no caliente más los nervios!

domingo, 15 de junio de 2014

El reality que viene: parir en medio de la naturaleza

Por suerte, cada vez tenemos más derecho y libertad para decidir cómo queremos traer a nuestros hijos al mundo. Podemos decidir cómo queremos vivir las horas previas, hasta qué punto queremos medicación, qué grado de intimidad deseamos, si queremos dar a luz en el agua, etc. Es cierto que ya no es estrictamente necesario dar a luz en un quirófano. Y todo esto debería ser decisión nuestra siempre que un médico lo viera seguro. Yo no lo veo mal aunque personalmente me gusta ser precavida y prefiero pecar por serlo demasiado a que un exceso de confianza me diera un día algún susto. Pero, como en casi todo en la vida, hay extremos. Hay mujeres puristas, románticas, naturistas o llamadlas como queráis que han escogido traer a sus hijo al mundo en un entorno 100% natural. Tan natural como un mismísimo bosque Y de eso, amigas, ha salido un nuevo show televisivo.

Así es, lo que hasta hace poco nos parecía algo íntimo y estrictamente privado, es ahora un reality de televisión. No voy a entrar en lo que pueda pensar la madre o el padre de esa mujer o su propio hijo cuando sea mayor. Me voy a centrar únicamente en lo conveniente que puede ser eso o no para un bebé y su madre. El vídeo de un parto natural junto a un arroyo en un bosque causó tal sensación en YouTube que llegó a recibir más de 20 millones de visitas. Unos directivos televisivos estadounidenses han visto un filón y Lifetime TV ya ha anunciado el nuevo programa Born in the wild que reclutará parturientas dispuestas a ofrecer su propia experiencia delante de las cámaras. Para aquellos escandalizados ante el riesgo que aparentemente conlleva este tipo de partos sin asistencia, la cadena nos ha tranquilizado diciendo que no se permitirá que participen primerizas y que, por si las moscas, habrá personal médico y un hospital cerca. Eso está mucho mejor. Si se produce alguna hemorragia, habrá alguien para taponar la herida y, si no hay tráfico, llegarán pronto a un quirófano si es que no se ha desmayado antes la madre. No soy médico pero lo siento, a mi no me convencen.

Hace poco comenté en el programa en el que trabajo que no comparto la postura de las "hooligans" del parto natural. Utilizo esa expresión para referirme a las radicales que anteponen su convicción personal a la seguridad. Cierto es que dar a luz es algo natural que ha existido desde el principio de los tiempos y que cada vez se controla más (para algunas en exceso). Pero no es menos cierto que, gracias a esos controles médicos y a que la medicina en sí ha avanzado enormemente en los últimos siglos, cada vez se producen menos muertes. Antes morían infinidad de madres y bebés en el parto. Ahora eso sucede en casos muy muy puntuales.  En mi comentario apuntaba a que me parecía "bien" que las mujeres pusieran en riesgo su vida si ellas lo querían puesto que ya eran mayorcitas. Pero me parecía una irresponsabilidad de cara al bebé que no puede decidir. Los pequeños se merecen toda la atención posible y, sobre todo, la garantía de que se podrá actuar de manera inmediata si ocurre cualquier cosa. Un bebé no valorará el canto de los pájaros o grillos al salir del vientre de su madre pero sí una rápida actuación si al final es necesaria una cesárea de urgencia. Y es que lo que puede parecer un parto sin problemas para una madre con experiencia se puede acabar convirtiendo en un parto complicado y peligroso. Yo misma conozco alguna madre que, de no haber estado en un hospital, se hubiera desangrado.

No me sirve que las parturientas televisivas estén acompañadas por médicos ya que estos están limitados en un entorno natural. Y no es lo mismo tardar dos minutos en llegar a un quirófano que subir a la madre a una ambulancia y conducir hasta el hospital. Aunque ocurriera una vez de cada millón. Y lo peor de todo esto ya no es el show mediático, es que este vídeo puede enloquecer a muchas mujeres que desearían poder vivir algo así. Quién no nos dice que alguna ya lo habrá intentado. Leo que algunas optan por esta opción natural después de una experiencia insatisfactoria en hospitales. Pues tal vez deberíamos plantearnos cómo podemos mejorar la atención a las madres en los centros hospitalarios antes de que se planten una colchoneta debajo de un árbol.

Mientras tanto, el morbo está servido. Tanta tecnología y tan modernos que somos y pronto volveremos a vivir en cuevas. Eso sí, pónganme una cámara que después lo quiero ver todo desde casita en prime time.