martes, 9 de diciembre de 2014

La pérdida



Hoy voy a aparcar mis peripecias como madre inexperta (cada vez menos "in") para tratar un tema triste y doloroso pero muy, muy presente hoy en día: la pérdida o aborto espontáneo. Recibir una noticia así es un golpe directo al corazón, un mazazo enorme, algo que nunca se olvidará. Y no hay consuelo posible salvo la esperanza de volver a conseguir el embarazo. Pero, aún y así, esa madre sabe que el pequeño que la abandonó no volverá. No tenía que ser, de acuerdo, pero "ya lo era" para sus padres. Por ello ocupará siempre un rinconcito en la vida de los dos.

Hay abortos terriblemente dramáticos en embarazos avanzados y no me hago a la idea de la pesadilla por la que deben pasar esas madres cuando pierden a sus bebés de 20 semanas o más. Porque ya son bebés que sienten dentro de ellas, tienen nombre, habitación e incluso a veces hasta sus cochecitos esperando en la tienda. Pero duele en el alma perder un embarazo igualmente a las seis, ocho o diez semanas. Aunque sea un embrión de menos de un centímetro, aunque no se sepa si es él o ella y aunque nadie del entorno haya notado tan si quiera el estado de buena esperanza. Esa lentejita, garbanzo, pececillo...eso tan minúsculo tiene un corazón que late y desde ese momento ya se ha convertido en el epicentro de la vida de sus padres. Es ya el presente y, sobre todo, el futuro de ellos dos.

Y es que las ilusiones vienen de lejos, antes incluso del positivo, cuando una pareja planea ser padres y ella siente que su vida no estará completa hasta que sea madre. O cuando una familia desea repetir experiencia y dar un hermanit@ a su hij@. Decidir ir a por ello ya es ilusionarse. Después llega la ansiada confirmación del embarazo y con ella la cuenta atrás para las ecografías y, sobre todo, para el nacimiento. El calendario ya tiene una fecha señalada en rojo y las vidas de los dos, sobre todo la de ella, gira desde entonces alrededor de ese día. Nunca una madre piensa en que puede ocurrir lo peor a no ser que haya sido advertida por su ginecólogo o arrastre problemas de salud previamente. Ni siquiera lo piensa simplemente porque exista una probabilidad de pérdida durante el primer trimestre. Porque es el último de sus pensamientos, recibir ese jarro de agua fría es el peor de los castigos.

¿He hecho algo mal? ¿Pude haber hecho algo para evitarlo? Estas son preguntas que muchas mujeres se hacen cuando sufren un aborto. Y en la mayoría de los casos la respuesta es "No" Hay cosas que ocurren porque tienen que ocurrir y el cuerpo, sabio como es, detiene algunos procesos cuando detecta que algo no va bien. Fallo cromosómico es el diagnóstico efectuado por regla general en los abortos del primer trimestre. Esto consuela en una pequeñísima parte a esas mujeres. Eso y compartir las mismas experiencias con decenas de otras madres que pasaron por lo mismo y que disfrutaron de un embarazo perfecto tras la pérdida.

No voy a profundizar en el legrado y la expulsión en casa porque son temas desagradables y creo que no hay un método más llevadero que el otro. Por un lado sabes que entras en un quirófano para que te quiten una parte de ti y por el otro esperas en casa a que llegue uno de los momentos más tristes de tu vida. Lo mejor es dejar ese trance atrás para hacer borrón y cuenta nueva.

Hay mujeres que necesitan hablar de ello y otras que no pueden ni oír la palabra aborto porque se ponen malas. Cualquiera de las dos posturas es respetable y correcta si es lo que necesita en ese momento para llevarlo mejor y mirar hacia adelante. Lo difícil, por las muchas experiencias que he leído sobre ello, es no obsesionarse con quedarse embarazadas otra vez. Pese a que estoy convencida de que un embarazo no tapa el otro, ciertamente es una actitud natural e inevitable. Y es que no conozco deseo más poderoso que el de la maternidad ni mujeres más persistentes y luchadoras que las que lo buscan contra viento y marea superando cualquier dificultad que se ponga en el camino. Por ellas y porque sus deseos se vean cumplidos, ahí va este homenaje en forma de post. Un post escrito desde el cariño y la comprensión. No estáis solas!

viernes, 28 de noviembre de 2014

Los "temores" de la crianza



La semana pasada me puso rabiosa leer uno de esos artículos sobre crianza que, lejos de dar consejos, ideas o alternativas, nos metía el miedo en el cuerpo y, lo que es peor, nos hacía dudar de nuestras decisiones como padres. Este detalle lo podría extrapolar a multitud de temas que recogen cientos de artículos que a diario hablan sobre la maternidad y crianza pero como me llevaría semanas comentarlos todos, me voy a ceñir al tema del que trataba el artículo que me indignó recientemente. Hablaba de la decisión de dejar que nuestros hijos duerman en nuestra cama o no. Y ya os puedo adelantar que, según la publicación en cuestión, mi hijo va a sufrir ansiedad de mayor.

Yo no soy pediatra ni experta en la materia pero sí que soy una madre preocupada por el bienestar de su hijo como todas las que me estáis leyendo. Me he sacrificado todo lo que he podido por ofrecerle todo lo que ha estado en mi mano desde que nació comenzando por darle el pecho aún sufriendo tremendos dolores durante los cuatro primeros meses. Y lo he hecho encantada. Pero (y digo pero porque al parecer no hicimos bien según el artículo) tomamos la decisión de ponerlo en su cunita desde el primer día y en su habitación. Porque aquel agosto hacía un calor sofocante en casa y el bebé, sudón a no poder más, estaba más fresquito en su cuarto. Y porque a mi marido le entraba pánico pensar que lo podía chafar mientras dormía. No hace falta que os diga que su habitación no está precisamente a 100 metros de la nuestra. ¿Esto evitó que me levantara cada dos horas a darle el pecho? (con lo cual pasaba más horas encima mío que durmiendo solo)  ¿O a cambiarle el pañal? ¿A ver por qué hacía ese ruidito? Por supuesto que no. Yo y mi marido, los dos.

Mi hijo ha estado pegado a mi pecho meses y meses y jamás se ha sentido desamparado. Ahora es un niño que pide dormir en su cama y que cuando tiene sed o tose nos tiene a su lado en un abrir y cerrar de ojos. Cuando está inquieto porque se encuentra mal nos lo llevamos a nuestra cama y cuando se despierta por la mañana los fines de semana, coge sus zapatillas y nos viene a buscar para jugar los tres.

No voy a criticar el colecho ni a los padres que los tienen en su cama hasta los 8 años pero, por favor, que no nos juzguen a nosotras tampoco ni nos infundan temores no contrastados. Y digo no contrastados porque me gustaría que me demostraran con pruebas concretas por qué mi hijo va a sufrir ansiedad de mayor o a tener  problemas de salud mental. ¡Por favor! ¿Creen que por dormir en otra habitación recibe menos brazos y atenciones por parte de sus padres?  Quizás sean más egoístas los que consideran un sacrificio innecesario levantarse seis veces de la cama cada noche como también he leído por parte del respetado Carlos González.

Lo curioso es que en esta materia, como en todas, hay muchos expertos que dan lecciones y entre ellos se contradicen. Y es que en contraposición a los pediatras que aconsejan dormir pegados tenemos por ejemplo el famoso método del Dr Estivill  que indica que es mejor dejar llorar a los bebés. Todos creen tener la fórmula perfecta y no existe. Unos defienden el tenerlos encima continuamente para que no se sientan solos y otros optan porque se acostumbren a ser independientes. ¿Y quién me aconseja que me deje guiar por mi instinto? ¿Quién me anima a que no siga más consejos que lo que me diga el sentido común en cada momento? ¿No es mejor escuchar a nuestros hijos y no a expertos? ¿No es mejor ir viendo día a día cómo nos sentimos todos, padres e hijos, más cómodos?

Para mi es suficiente que mi hijo esté descansado y se despierte de buen humor (siempre se despierta cantando las canciones de la guardería). Si quiere un vaso de agua lo tendrá, cuando tenga fiebre le daremos su medicina y cuando le quitemos el pañal de la noche lo acompañaremos al baño. Son niños que duermen en su cama, no criaturas desamparadas y abandonadas. Me niego a aceptar que estoy perjudicando a mi hijo y por ello, desde hoy, cuando vea estos titulares, lo siento pero no leeré una línea. Porque en vez de niños con problemas tendrán madres con ansiedad. Y les aseguro que eso sí que estresará a nuestros pequeños.

jueves, 6 de noviembre de 2014

De rabietas, pataletas y el odiado "No"



Los dos años son maravillosos por cantidad de cosas: cómo hablan, entienden, descubren y cada día aprenden a hacer o decir cosas nuevas. Es una etapa de inocencia y dulzura en la que se nos cae la baba. Lo malo es que, como todos los cuentos, este también tiene capítulos oscuros. Y del que os voy a hablar hoy es el de las rabietas y pataletas cuando algo no les gusta. Son momentos en los que se nos pasan por la cabeza muchas cosas y algunas de ellas nos llevarían a la cárcel. Aunque en otras ocasiones lloraríamos de la impotencia y nos aguantamos porque en medio de la calle no es plan. Entonces toca contar hasta diez, veinte o algunas veces hasta cien hasta que nos calmamos e intentamos encontrar el botón de reinicio del crío.

Creo que lo peor de las pataletas es que en el 90% de los casos (por lo menos en los que yo me he encontrado con mi hijo de 27 meses) no hay justificación alguna para que se ponga como se pone. Y me refiero a tirarse al suelo negándose a ponerse de pie, dando patadas, lloriqueando (sin una puñetera lágrima) y rechazando cualquier tipo de diálogo o negociación para que cambie ese comportamiento. A veces puede ser porque no quiere ponerse la chaqueta  y otrasbporque giras por una calle en la que no le apetece entrar. Vamos, las cosas más absurdas. Así que con este entrenamiento, veo con claridad los futuros pollos cuando no le compre un juguete o le obligue a hacer los deberes.

El caso es que cuando está en calzoncillos por casa y no se quiere vestir, puedo optar por dejarlo tirado en el pasillo hasta que se canse y se ponga de pie otra vez. Pero si te la lía en la calle o un centro comercial como le ha pasado a alguna amiga, entonces no hay otra. O lo coges como un saco de patadas y lo atas al cochecito rápido o lo dejas berreando y te conviertes en la animación del día para todo el público presente que encima te mirará mal por no ser capaz de calmar al niño. Ah, y habrá las mentes malpensadas que creerán que eres una madre cruel que lo maltrata porque si el niño llora así de desconsolado, por algo será. Pues no, la mayoría de veces ni el niño sabe por qué llora, lo hace por vicio. Comienzo a pensar que existe el desahogo infantil espontáneo como cuando las mujeres estamos sensiblonas y lloramos porque sí.

¿Y cómo nos sentimos nosotras en estos momentos? Cómo decía en la introducción, a veces depende de nuestro estado de ánimo. Si tenemos un mal día, esa pataleta la llevaremos mal, muy mal. Y estamos de buen humor, el buen rollo se irá agotando dependiendo de lo que se alargue el show del niño. Podemos comenzar hablando con él para intentar adivinar qué le ocurre. Luego llega la negociación prometiendo un premio si colabora. Después ya se acabó la negociación porque toca imponerse ante su rebeldía. Pero ya si nada de esto funciona es cuando perdemos los estribos y acabamos gritando y casi peleando con él para que se levante o deje de dar patadas. Resultado: todos nerviosos y cabreados. Luego,cuando quieres dar una lección a un niño de dos años castigándolo, nunca sabes si estás perdiendo el tiempo. Quiero decir que sentarlo contra la pared puede calar en él o a lo mejor no entiende nada de nada. La única vez que lo hice con mi hijo comenzó gimoteando pero a los cinco minutos estaba cantando. He de decir pese a ello que nunca más le he tenido que llamar la atención por lanzar la comida del plato. Así que, pensándolo bien, tal vez funcionara mejor de lo que pensaba.

Estoy convencida de que, al final, los niños saben mucho más de lo que nos hacen creer. Y entienden que nos llegan a desgastar hasta el punto en que los dejamos estar, nos damos por vencidas. Aunque no debamos cometer ese error, hay veces en las que es una tentación rendirnos con tal de que no nos estalle la cabeza. Dicen que el llanto de los bebés por naturaleza es un ruido que no podemos soportar. Supongo que para que los padres podamos despertarnos por la noche y siempre acudamos a ver qué pasa. Pues con los niños debe ocurrir algo similar porque ese lloriqueo es para nosotros como un disco rayado.

Y para acabar, quiero dedicar una especial mención a la etapa del "NO". Tan famosa como real. Cuando a un niño se le cruzan los cables, ya puedes ofrecerle el ToysRus entero que todo será "NO".  Su comida favorita, sus juguetes favoritos, sus dibujos, sus adorados abuelos... da igual, a todo te dirá lo mismo. Claro que a veces de tanto repetirlo pierde el sentido y mientras te dice que NO quiere comer él mismo se está metiendo la cuchara en la boca. Da igual, el caso es contestar NO. Curioso, ¿verdad? En fin, aprovechemos los buenos momentos, que por suerte son la mayoría, y si nos salen rebeldes siempre nos quedará Supernanny. ;-)

miércoles, 22 de octubre de 2014

Pensando en el futuro



Hay momentos en los que, viendo crecer a tu hijo, te da por pensar en que has de ir tomando decisiones que afectarán a su desarrollo y a su futuro. Algunas cosas son obvias pero hay otras en las que no te habías parado a pensar antes.. A veces es cierto que exageramos pero ¿quién dijo que es malo ser precavida?

Por ejemplo, a sus 26 meses de edad, ya estamos estudiando los colegios. Esto es más serio que la guardería ya que un colegio puede marcar la vida de un niño ya que hablamos de su educación y sus amistades de adolescencia o toda la vida. Descartados los colegios pijos bilingües por razones obvias para una familia de ingresos normales, toca pensar en los públicos y los concertados. Aquí viene cuando tus conocidos están divididos entre unos y otros. Decides estudiar ambas opciones y valorar la cercanía de unos y otros. Entonces pasas a revisar los informes, cualificaciones y rankings. Por cierto, cuando veas claras tus preferencias será cuando alguna amiga te diga que su experiencia en tal escuela no fue muy grata. Y ya te habrán fastidiado porque con lo que te había costado hacerte una idea clara, ahora te arruinan la imagen del centro. Mi consejo es: preguntad al principio pero después aislaros de opiniones porque no habrá quórum nunca.

Total, que después de valorar famas, distancias, transportes y organización además de programar visitas, tu lista se reduce a tres colegios. Por supuesto, esperas acertar porque de esto dependerá que tu hijo alcance los 18 años con notas impecables, encarado a una carrera universitaria con amigos aplicados y buenos chicos (no fumadores) que lo lleven por el buen camino toda la vida. Y por supuesto sin novias que lo distraigan por lo menos hasta que se licencie. Una película que todas las madres firmábamos ahora mismo al escoger el temido colegio. Pero al final la suerte dependerá de tu instinto al elegir y la personalidad de tu hijo durante su desarrollo.

¿Y qué me decís del inglés? Porque, descartado como he dicho el Saint George School, crees que tu hijo está perdiendo el tiempo si no comienza ya con el inglés. "Son esponjas" "Ahora lo repiten todo" "Este es el momento para que empiece a aprender idiomas" Te repiten tanto la cancioncita que al final cedes y lo apuntas a esa famosa academia tan colorida para niños. Por un nada módico precio lo arrastras a clase 45 minutos a la semana y al cabo de un mes consigues que se aprenda las cancioncitas con las que lo tienes que taladrar cada día. No ves clara la inversión pero te autoconvences de que le estás haciendo un bien y que con diez años ya podrá pasar a aprender chino.

Pero es que nuestras preocupaciones a veces no se acaban ahí. Mi peque por ejemplo es propenso a las bronquitis, yo algo asmática, y  sólo me faltaba que me confirmaran (porque en el ambiente se nota) que nuestro barrio se ve especialmente afectado por los altos niveles de contaminación de Barcelona. Con la previsión de mudarnos a un piso más grande en un futuro cercano, valoramos ahora también la posibilidad de salir de la ciudad. Algo que por nosotros dos no haríamos pero cuando tienes hijos lo reflexionas todo. Nuestros pulmones tendrán poco remedio ya pero.. ¿y los suyos?

He comentado muchas veces el tópico de que las prioridades cambian cuando tienes hijos pero es que también cambia nuestra forma de pensar y valorar cómo vivimos o cualquier cosa que ocurre a nuestro alrededor. Cuando eres tú sola y tu pareja, en cualquier circunstancia sigues tirando adelante: con altibajos laborales, pisos pequeños, coches de dos puertas, la nevera medio vacía... pero cómo cambia la cosa cuando pasamos a ser tres. Hasta el mundo nos preocupa más y miramos las noticias desde otra perspectiva. Esto se llama responsabilidad, muy buena si se queda en eso solamente y no pasa al grado de obsesión.

Tal vez, sencillamente sólo deseamos para nuestros hijos lo mejor y que lleguen más lejos que nosotros. Y esto me hace pensar en algo que reservo para próximos posts. ¿Nos hacemos una idea preconcebida de lo que han de ser nuestros hijos? ¿Queremos fotocopias nuestras? ¿Creamos falsas expectativas? ¿Les exigiremos demasiado? Pensándolo bien, creo que me queda un poco lejos esta reflexión ;-)

miércoles, 1 de octubre de 2014

Los niños y la ropa



Hoy os voy a hablar de lo que he aprendido en estos dos años y pico paseándome por tiendas infantiles para comprarle ropa a mi hijo. De cómo acabamos "interpretando" las tallas, cómo nos damos cuenta de que nuestro hijo crece de pecho pero no de pantalón, cómo tiene un número para según qué zapatos y otro para otros, cómo vuelan las ventas especiales online y para qué lo vistes en una tienda o en otra. Y voy a hablar de marcas pues a lo mejor os sirve de consejo.

Para empezar, os reconoceré un tópico. Es mucho más atractivo mirar la ropa de niña. No digo que no haya ropa monísima para niños pero... a veces hasta me da la sensación de que las tiendas exponen el doble de ropa para nena que para nene. Y los colores son infinitamente más llamativos, lógico por otra parte ya que los rosas y los lazos son exclusivos para ellas. Pero entras en el local y a mano derecha ves alegría: topos, corazones, dibujitos, faldas de bailarina... y a la izquierda ves monotonía, polos, tejanos y algún Batman de vez en cuando. Para alegrarte la vista hasta te pones a pensar en algún cumpleaños próximo de alguna amiguita con tal de tener una excusa para mirar esa ropa.

Pero vamos al lío, a continuación os pongo algunas de las tiendas más populares:

H&M: Aquí hacen lo que llaman "tallas completas", que traducido viene a ser que la prenda de 2 años te sirve hasta que cumpla los 3. Vamos, que el pijama le va a hacer bolsa y tendrás que remangar el pantalón. Pero claro, lo de comprar una talla menor de la edad de tu crío, pues da hasta rabia porque nuestro chip siempre es "comprar grande para que le dure", aunque parezca que se lo ha quitado a un hermano mayor que no tiene. Calidad/precio no está mal y tienen cosas monas.

ZARA: Este es un ejemplo de lo que os comentaba de doble talla para arriba o para abajo. Las camisetas/jerséis coinciden siempre con la edad de mi hijo pero los pantalones siempre se le caen. Los tengo que coger al máximo por dentro incluso ahora que mi hijo tiene 26 meses y lleva pantalones de 18-24. Los pantalones de esta marca que nos regalan (con talla actual o mayor) suelen estar guardados unos meses hasta que se los puedo poner. Los diseños me gustan mucho y el precio correcto

BENETTON: Esta marca es siempre atractiva para la vista aunque los modelos se repitan mucho. Lo bueno es que encuentras ropa de arreglar y también deportiva para el día a día. Y suelen equilibrar bastante la oferta para niño y niña. El tallaje no me da demasiados quebraderos de cabeza. Pero encuentro la ropa carilla. Acostumbro a ir en rebajas. Buena marca para hacer regalitos cucos.

PRYMARK: No nos engañemos, esta es marca de batalla total así que no podemos esperar gran calidad. Recomiendo comprar tallas grandes porque las prendas encogen al lavar. Aquí nunca compro pantalones, solo bodies, camisetas, algún jersey o chaqueta y calcetines.

ORQUESTRA: Me parece muy buena iniciativa la de ofrecer un carnet de cliente para obtener descuentos del 50%. Este es un ejemplo de tienda en la que puedes encontrar alguna prenda especial para niño (sobre todo bebé) pero para niña hay cosas mucho más llamativas. Con el carnet, el baremo calidad/precio está muy bien. A precio original no toda la ropa que venden vale lo que marca. Por lo menos, sus tallas son lo que dicen, no hay que hacer ajustes mentales.

PRENATAL: A esta tienda solía ir en rebajas cuando mi hijo era un bebé ya que los precios caían exageradamente. Fuera de rebajas hay cosas caras para mi gusto, como los arrullos y pijamitas de bebé que, eso sí, los tienen monísimos. Aquí toca buscar y rebuscar y sí se pueden encontrar piezas bonitas. Y es que en una tienda grande con muchos artículos es lógico ver de todo. Es cómodo encontrar ropa de bebé y niño, ropa premamá, artículos de puericultura, etc

MANGO KIDS: Desafortunadamente no puedo opinar porque sus prendas son a partir de los 3 años. Y no veo el motivo por el que lo hacen, ellos sabrán. Los precios son similares a Zara y, por lo que intuyo, la calidad igual.

BÓBOLI/TUC TUC: Soy una enamorada de Tuc Tuc y Bóboli. Diseños divertidos y alegres para niños y niñas, aleluya! Las tiendas Tuc Tuc suelen tener poco stock así que puede ocurrir que te cruces con nenes vestidos igual pero vale la pena por lo guapísimos que van con sus dibujos. El precio, no os voy a engañar, es caro. Por eso vale la pena aprovechar las dos veces al año que hacen venta especial en Privalia y otros portales de venta online. Eso sí, ya os podéis poner el despertador porque a las 9h ya no queda casi nada. Y cuando os ponéis es ley de Murphy que internet vaya lento. Pero vale muchísimo la pena porque los precios son fantásticos a pesar de que sea la colección de la temporada pasada que a mi personalmente no me importa en absoluto.

Creo que he mencionado las marcas más conocidas pero no he comentado nada acerca de los zapatos. No descubro ningún secreto cuando digo que es un abuso total que nos hagan pagar por un zapato número 24 lo mismo que por uno 38. Y si no te quieres gastar ese dinero en un modelo de piel (porque te preocupas por el pie de tu hijo), has de acabar comprando esos de 20 euros de plástico que venden en la mayoría de tiendas de ropa. A sus dos años, sólo le he comprado un modelo de estos baratos y no os engaño, le sudaba el pie. Tal vez sea algo maniática con este tema ya que hasta que no se puso en pie no quise ponerle un solo zapato. Aquí sí que no hay tiendas especiales porque suelen poner los mismos precios. Y también puede ocurrir que en un modelo tu hijo se haya saltado una talla y que luego vayas a otra tienda y resulte que no, que sigue con el mismo del verano. Aunque estemos seguras de que en un mes sube de número y tengamos la tentación de comprar la bamba grande poniéndole un calcetín grueso, aquí me temo que no es aconsejable, jeje

Si alguna de vosotras quiere aconsejar alguna tienda, adelante, somos todo ojos!

viernes, 12 de septiembre de 2014

¿Tenemos niños o robots?




Mi pequeño es un año más mayor. El 4 de agosto cumplió 2 años y alcanzó esa edad en la que, tal y como comenté en el post anterior, el entorno médico y pedagógico presionan para que dejen de ser bebés. Puedo entender que haya un momento a partir del cual tenemos que comenzar a cambiar hábitos pero de ahí a que de manera automática tengamos que forzar a nuestros hijos a madurar en cuanto cumplen los dichosos 24 meses por ahí no paso. Lo siento pero en casa no tengo un robot.

En seguida entenderéis el por qué de mi indignación y cuando os comente que ni los propios profesionales se ponen de acuerdo entre ellos, muchos me daréis la razón. Os comenté que este verano iniciaría la operación pañal puesto que eran deberes de obligado cumplimiento por parte de la cuidadora de mi hijo en la guardería. Por pura comodidad personal, nos mandó a todas las madres quitar el pañal. Y no hará falta que os diga que entre los 13 niños (nacidos entre junio y agosto), los había preparados, medio preparados y verdes. Mi hijo estaba entre los verdes pero claro, su maestra quería quitarse la faena de encima. Y yo decidí intentarlo. Quité el pañal durante una semana. Una semana en la que conseguí algún que otro pipi y alguna que otra caca aislada en el orinal pero la mayoría fuera de éste. El día de la fiesta de su cumpleaños, entre la emoción y la pereza de abandonar los juegos para ir al baño, tuve que limpiar de todo por todos sitios. Lo peor es que al llegar a casa, con la calma, el festival continuó. Algunas madres me aconsejaron que no me obcecara, que el crío no estaba preparado y que no había ninguna prisa. Decidí hacer marcha atrás, o sea, cometer ese pecado imperdonable aún arriesgándome a causar un trauma profundo en mi niño para toda la vida. Pues os puedo decir que ni lo confundí ni lo traumé. De hecho, ni se dio cuenta de lo que había estado intentando. Y es que era un niño inmaduro que todavía no reconocía su metabolismo.

Después de hablar recientemente con una pediatra y su maestra, el mensaje es demoledor: "A los 2 años fuera pañal. Y no esperéis que los niños os pidan el pipi. A los dos años también fuera el chupete" Pero ahora viene lo mejor porque también hablé de esto con otro pediatra y otra maestra de guardería diferentes y su mensaje fue: "A partir de los 2 años se puede quitar el pañal pero sólo cuando el niño pida pipi y caca. De lo contrario, puede que los niños cojan miedo a hacerse caca encima y acaben con grandes problemas de estreñimiento" ¿En qué quedamos? ¿Los ascendemos automáticamente a niños o podemos dejarles vivir una transición suave?

Odio las presiones y más cuando se trata de bebés. Y he visto en algunas madres agobiadas cómo el proceso, que llevaría un par semanas a cualquier niño preparado, se les está alargando casi dos meses. Esto frustra a las madres y estresa a los pequeños. Si la norma es que los niños han de comenzar el cole sin pañal y eso es a los tres años, ¿por qué presionarnos cuando apenas han soplado las dos velas del pastel?

En cuanto al chupete, puedo comprender que haya problemas en la mandíbula y que es bueno reducir la dependencia poco a poco hasta quitarlo. En mi caso, se lo dejo tener sólo para dormir y en Navidad le diremos adiós. Pero estoy convencida de que este proceso le va a costar a muchos niños que conozco. ¿Es necesario quitar pañal, chupete y biberón (esto nos lo ahorramos nosotros gracias a Dios) a la vez???

Lo peor es que expliques tus problemas a tu pediatra o maestra y te miren con cara de "Espabila porque te estás columpiando" Qué rápido olvidan algunas madres que sus hijos también fueron bebés un día y que los críos todavía no llegan con botón antilloro, antipipí y comelotodo. El caso es que he decidido hacer las cosas sin prisa respetando la evolución de mi hijo mientras intento acostumbrarle al orinal y a depender menos del chupete. Y ojala las cosas  se logren por naturalidad y no por presión. A fin y al cabo, hay que ayudarles a crecer.

jueves, 24 de julio de 2014

Adiós al pañal, el reto del verano




Este verano tenemos deberes. Cuando llegan los 2 años y se acerca el calor, las instrucciones de pediatras y maestras son claras: toca quitar el pañal. Pues en mi caso, los 2 años se cumplen en pleno agosto así que todo parece indicar que es el momento. Esto es algo en lo que no reflexioné demasiado antes de ser madre. Sabía lo que suponía la guardería, los sacrificios, la educación.. pero no le di importancia al pañal. Sí veía a otras madres hablando de los pipis nocturnos y cambios de sábanas de madrugada pero no le di demasiadas vueltas. No tenía que ser tan complicado pensaba. Ahora que estoy tanteando el tema sólo encuentro una palabra que defina lo que siento: PEREZA!!!!

Llevamos varias semanas intentando que mi hijo se haga amigo del orinal, ese trasto que parece utilizar a diario en la guardería y que en casa es para él un sitio más en el que descansar e incluso sobre el cual desplazarse por casa como si fuera un patinete. Ya tengo la fregona a mano y ya sé lo que es limpiar ambos deshechos del suelo. Y, sin herir sensibilidades, la situación me recuerda a la que viví con cierta mascota gatuna que tuve que se empeñaba en desahogar la vejiga en cualquier sitio menos donde debía. Con la salvedad de que mi hijo acabará razonando y aprendiendo hábitos.

El caso es que, a indicación de la maestra del niño, debería ponerlo en el orinal cada cierto tiempo:

Maestra "Ve poniéndolo cada hora y media hasta que se acostumbre"
Yo: "Puedo intentarlo pero te digo que no se está quieto"
Maestra: "Pues tiene que estar sentadito, mamá, aquí se sienta"
Yo: "Será porque ve a todos sus compañeros sentados, pero te aseguro que para conseguirlo, ahora mismo, debería atarlo"
Maestra: "No, mujer. Pues ponte seria que aquí lo hace"
Yo (pensamientos) "A esta me la traigo una tarde a casa y a ver qué me dice"

Qué manía con comparar lo que hacen los niños en clase con lo que hacen en casa. ¿Pero no se dan cuenta de que el comportamiento es diferente? ¿No se dan cuenta de que la confianza da asco y nos torean cuando quieren? Nos vacilan, nos ponen al límite y nos hacen chantaje emocional.

Luego viene la gran amenaza, esa que te hace reflexionar sobre el pañal como si fuera el mismísimo futuro de tu familia "Una vez lo quites, no hay marcha atrás" Adiós, ahora sí que la hemos hecha buena. O sea que si decido probar suerte y quitárselo durante un fin de semana, aunque se mee y cague 25 veces encima, ya no podremos volver al Dodot. Así que no hay vida más allá... Si es que parece que estés tomando una decisión a vida o muerte!! Porque según con quién hables, te aseguran que hacerlo en el momento equivocado puede causar un trauma en el niño... O todo lo contrario, que no quitarlo cuando toca es lo que puede traumar al chiquillo. Arggggggg, no sé si acudir a un psicólogo infantil para que me convenza de que este agosto es el momento adecuado. Eso sí, después de ponerte tremendista y comentar a tus amigas el dilema que no te deja dormir, siempre hay alguna que te suelta "Anda, no te mates y que se lo quiten en la guardería!" Ahí sí te rompen los esquemas y estás por decidirlo lanzando una moneda al aire.

A un día de acabar la guarde de verano y tenerlo durante un mes enterito, el balance es de dos pipis voluntarios en el orinal. El segundo, acompañado de una caca fuera del orinal a los 5 minutos exactamente de haberlo felicitado por el espléndido pipi anterior (cosa que nos demuestra que todavía no ha captado la idea). Me he dotado ya de un pack de 6 calzoncillos y 3 bañadores de batalla. Sólo me falta una fregona para casa (la vieja será para la operación pañal) e invocar a la Santa paciencia para que me acompañe estas vacaciones. Entendéis por qué este tema da una enorme pereza.

Por lo que me han comentado, esto se puede redondear ya que algunas pediatras recomiendan quitar también el chupete a la vez. ¿Están de guasa? ¿Encima que nos vamos a deslomar lavando calzoncillos, pantalones y suelos, tenemos que aguantar momentos de histeria a la vez? Un poco de piedad. Ah, y el biberón también fuera. Este último caso no es el nuestro porque apenas ha probado biberón pero entiendo, analizándolo todo, que a los 2 años quieren convertir a nuestros bebés en niños. Y no me parece mal la idea pero creo que los cambios se asimilan mejor de uno en uno. A parte de que está en juego nuestra salud mental.

Desde luego va a ser un verano de cambios, hoy mismo hemos sustituido los barrotes de la cuna por una barrera de cama. Y es que tenemos un pequeño trepador al que le da por saltar de la cuna al cambiador y cualquier día de estos no llegaremos a tiempo y decidirá probar si llega también al suelo. Llegados a este punto, hemos optado por facilitarle el traslado y, si quiere salir de la cuna, que lo haga bajando de la cama a una distancia normal. Esto se traducirá en que nos aparecerá por el comedor unas cuantas noches. En fin, mejor eso que oír un trompazo y se nos paralice el corazón.

En el próximo post celebraremos sus 2 años!!!







domingo, 29 de junio de 2014

Se acabó P1!!




Ya os he ido contando durante estos dos años lo que pensaba de la guardería, sus pros y contras y lo convencida que estaba de apuntar a mi hijo. Acaba de terminar su primer añito y ya es todo un licenciado en P1, jeje  Es hora de hacer balance de este curso, valorar su evolución y lo que ha significado para él y para nosotros.

En septiembre apuntamos a un niño que no sabía caminar todavía y que prácticamente no se había relacionado nunca con ningún niño de su edad. Era un niño evidentemente mimado y con muchas tonterías a la hora de comer. Por lo demás, nada extraño para un nene de 13 meses. En cuanto a nuestra situación, pese a que muchas voces nos advertían de todas las veces que se nos iba a poner enfermo, estábamos convencidos de que, una vez comenzara yo a trabajar, no íbamos a hipotecar las vidas de los abuelos. Pese a las buenas intenciones, irremediablemente hemos tenido que recurrir a su ayuda. Pero ha sido circunstancial y no de obligado cumplimiento diario.

Así que un 12 de septiembre lanzábamos a los leones a nuestro pequeño. El sentimiento de culpabilidad hizo acto de presencia los primeros días. El niño entraba llorando y se unía al coro de llantos de toda la clase porque el sentimiento era compartido ya que todos se estrenaban. Y cada día costaba un poco más llevarlo porque ya se conocía el edificio y se olía a dónde le llevaba ese pasillo. Pero luego llegó la confirmación de que allí se lo pasaba bien y la tontería les duraba lo que tardaban los padres en salir por la puerta. Después llegaron muchas más pistas sobre lo bien que se portaban allí dentro, a la hora de comer, recoger y colaborar con las maestras. Recordaréis que dediqué entonces un post a hablar de lo mucho que nos torean los críos en casa.

Durante estos meses lo he visto cambiar mucho. A la hora de comer solo, algo que desde luego ha aprendido en clase. A la hora de relacionarse con otros niños de su edad. (Todavía ha de aprender a compartir juegos pero verlo saltar de alegría cuando se encuentra con un compañero suyo fuera del entorno escolar no tiene precio) A la hora de hablar y cantar canciones. (Madre mía, si es que no calla!) En cuanto a la psicomotricidad también. La asignatura pendiente de este verano va a ser el orinal. En el cole lo utiliza a diario y en casa no hay manera aunque he de decir que no disponemos del tiempo que haría falta. Este verano iniciaremos operación pañal y desde luego me desahogaré por aquí porque presiento que nos va a traer de cabeza. En definitiva, no digo que todas estas cosas no las hubiera aprendido en casa pero estoy segura de que hubiera sido a otro ritmo muy diferente.

En cuanto a mi misma, he descubierto en las otras madres una relación de complicidad muy muy positiva cuando eres madre primeriza y te asaltan dudas de todo tipo, superficiales o trascendentales. Y hacemos eso que no se puede evitar, eso que va con el carnet de madre y de lo que tanto os he hablado cuando te estrenas en esta materia: comparar! Y todo cabe en esta categoría: si les han salido los mismos granitos, si duermen igual de bien, si uno come triturado y el otro a trocitos o si a uno le han quitado el pañal antes que a otro. Hay vía libre y sale natural.

En conclusión, hago un balance positivo de este primer año de guardería. Y si algunas os preguntáis si destacaría algo negativo, no os negaré que se ponen enfermos. Sí, definitivamente sí. Pero pensar en ello es una tontería porque no hay dos niños iguales y no hay una regla absoluta. Por otro lado, algo que estoy notando en una semana que lleva sin ir a la guardería es que se ha desatado, está descontrolado y se ha vuelto muy tozudo. ¿Será la falta de orden? ¿Qué no nos imponemos lo suficiente? ¿Es la crisis de los 2 años? ¿Es que los niños son siempre más nerviosos? No tengo la respuesta pero lanzo un S.O S.

Mañana comienza el casal de verano. Esperemos que el sol no caliente más los nervios!

domingo, 15 de junio de 2014

El reality que viene: parir en medio de la naturaleza

Por suerte, cada vez tenemos más derecho y libertad para decidir cómo queremos traer a nuestros hijos al mundo. Podemos decidir cómo queremos vivir las horas previas, hasta qué punto queremos medicación, qué grado de intimidad deseamos, si queremos dar a luz en el agua, etc. Es cierto que ya no es estrictamente necesario dar a luz en un quirófano. Y todo esto debería ser decisión nuestra siempre que un médico lo viera seguro. Yo no lo veo mal aunque personalmente me gusta ser precavida y prefiero pecar por serlo demasiado a que un exceso de confianza me diera un día algún susto. Pero, como en casi todo en la vida, hay extremos. Hay mujeres puristas, románticas, naturistas o llamadlas como queráis que han escogido traer a sus hijo al mundo en un entorno 100% natural. Tan natural como un mismísimo bosque Y de eso, amigas, ha salido un nuevo show televisivo.

Así es, lo que hasta hace poco nos parecía algo íntimo y estrictamente privado, es ahora un reality de televisión. No voy a entrar en lo que pueda pensar la madre o el padre de esa mujer o su propio hijo cuando sea mayor. Me voy a centrar únicamente en lo conveniente que puede ser eso o no para un bebé y su madre. El vídeo de un parto natural junto a un arroyo en un bosque causó tal sensación en YouTube que llegó a recibir más de 20 millones de visitas. Unos directivos televisivos estadounidenses han visto un filón y Lifetime TV ya ha anunciado el nuevo programa Born in the wild que reclutará parturientas dispuestas a ofrecer su propia experiencia delante de las cámaras. Para aquellos escandalizados ante el riesgo que aparentemente conlleva este tipo de partos sin asistencia, la cadena nos ha tranquilizado diciendo que no se permitirá que participen primerizas y que, por si las moscas, habrá personal médico y un hospital cerca. Eso está mucho mejor. Si se produce alguna hemorragia, habrá alguien para taponar la herida y, si no hay tráfico, llegarán pronto a un quirófano si es que no se ha desmayado antes la madre. No soy médico pero lo siento, a mi no me convencen.

Hace poco comenté en el programa en el que trabajo que no comparto la postura de las "hooligans" del parto natural. Utilizo esa expresión para referirme a las radicales que anteponen su convicción personal a la seguridad. Cierto es que dar a luz es algo natural que ha existido desde el principio de los tiempos y que cada vez se controla más (para algunas en exceso). Pero no es menos cierto que, gracias a esos controles médicos y a que la medicina en sí ha avanzado enormemente en los últimos siglos, cada vez se producen menos muertes. Antes morían infinidad de madres y bebés en el parto. Ahora eso sucede en casos muy muy puntuales.  En mi comentario apuntaba a que me parecía "bien" que las mujeres pusieran en riesgo su vida si ellas lo querían puesto que ya eran mayorcitas. Pero me parecía una irresponsabilidad de cara al bebé que no puede decidir. Los pequeños se merecen toda la atención posible y, sobre todo, la garantía de que se podrá actuar de manera inmediata si ocurre cualquier cosa. Un bebé no valorará el canto de los pájaros o grillos al salir del vientre de su madre pero sí una rápida actuación si al final es necesaria una cesárea de urgencia. Y es que lo que puede parecer un parto sin problemas para una madre con experiencia se puede acabar convirtiendo en un parto complicado y peligroso. Yo misma conozco alguna madre que, de no haber estado en un hospital, se hubiera desangrado.

No me sirve que las parturientas televisivas estén acompañadas por médicos ya que estos están limitados en un entorno natural. Y no es lo mismo tardar dos minutos en llegar a un quirófano que subir a la madre a una ambulancia y conducir hasta el hospital. Aunque ocurriera una vez de cada millón. Y lo peor de todo esto ya no es el show mediático, es que este vídeo puede enloquecer a muchas mujeres que desearían poder vivir algo así. Quién no nos dice que alguna ya lo habrá intentado. Leo que algunas optan por esta opción natural después de una experiencia insatisfactoria en hospitales. Pues tal vez deberíamos plantearnos cómo podemos mejorar la atención a las madres en los centros hospitalarios antes de que se planten una colchoneta debajo de un árbol.

Mientras tanto, el morbo está servido. Tanta tecnología y tan modernos que somos y pronto volveremos a vivir en cuevas. Eso sí, pónganme una cámara que después lo quiero ver todo desde casita en prime time.



lunes, 12 de mayo de 2014

First Aid Kids



Hoy me voy a poner seria porque me gustaría hablaros de algo que no sólo considero útil sino también necesario y hasta me atrevería a decir que de obligado conocimiento. No me considero una obsesiva de la seguridad pero la verdad es que hay muchos peligros alrededor de los niños. Su inconciencia les hace jugar con cosas con las que se pueden quemar y cortar. Se pueden caer de mil sitios y dar golpes serios en la cabeza. En verano no se puede bajar la guardia ni un instante en el mar y la piscina. Y hay febradas ante las cuales no sabemos qué hacer. Por no hablar de intoxicaciones y hemorragias. Es muy fácil que nos paralice el pánico y no sepamos cómo actuar. Pues sabed que hay situaciones en las que nuestra reacción puede marcar la diferencia entre salvar a nuestro hijo o no. Y hay que estar preparadas.

Hay accidentes comunes y situaciones que nos dan margen para valorar, tirar de Dalsy y esperar para ver si hay que ir de urgencias o no. Pero existen otras más serias, otras que ocurren muy de vez en cuando y que a lo mejor, afortunadamente, nunca tendremos que afrontar. Aún así, no está de más conocer lo que podemos hacer dentro de nuestras posibilidades.

Buscando por Internet, hace unos meses encontramos la página de First Aid Kids, http://www.firstaidkids.es/, creada por un grupo de amigos y profesionales del sector médico dedicados a impartir cursos de primeros auxilios para bebés y niños. Varios de los componentes de este grupo trabajan en el 112. Nos explicaban lo importante que es para ellos mismos que los padres sepan cómo reaccionar en según qué casos. Y es que un simple atragantamiento con un trozo de fruta o una pieza de juguete puede causar ahogamiento y, por muy rápido que se desplace una unidad de emergencias, puede ser demasiado tarde para la criatura. Lo mismo que una caída accidental en la piscina. Los del 112 nos explicaban que se sentían frustrados al ver que los padres se paralizaban  esperando su llegada o a veces salían corriendo a por el coche en vez de practicar una sencilla maniobra para expulsar el objeto que se habían tragado y el posterior Soporte Vital Básico para conseguir que volviera a respirar su hijo. Son movimientos que hemos visto mil veces en televisión y muy efectivos si se realizan correctamente. Es normal que el miedo nos paralice sólo de pensarlo pero estoy segura de que haríamos lo que hiciera falta si nuestro hijo se ahogara o perdiera el conocimiento.

En este curso nos explicaron que luchan por concienciar a las escuelas y guarderías de lo importante que es que los monitores y maestros sepan toda esta teoría. Incluso llegaron a ofrecer las tres horas de curso de manera gratuíta en una escuela. Pero los maestros no tenían tiempo... Me marché de allí pensando en las maestras responsables de la vida de mi hijo ocho horas diarias. ¿Sabrían cómo reaccionar si mi pequeño se atragantara? Pasaron por mi mente algunos tristes casos que había leído recientemente en la prensa. Casos que me pusieron los pelos de punta y me indignaron. Y pensé que no tener estos conocimientos teniendo al cuidado niños de esta edad debería ser motivo suficiente de despido.

Os animo a que os informéis y leáis toda la información práctica que ofrecen en este curso. Explican cualquier situación de la vida diaria en la que se dan golpes, se abren heridas, sufren picaduras, mordeduras, intoxicaciones... ¿Qué tenemos que hacer? Y también, ¿Qué es lo que NO tenemos que hacer? Os sorprendería la cantidad de cosas que hacemos mal aplicando ese remedio casero de toda la vida.

Nos marchamos del curso contentos por haber aprendido, por saber que nuestro pequeño está un poco más seguro con nosotros. No somos médicos ni lo seremos nunca pero creed que con muy poquito podemos salvar una vida.



lunes, 21 de abril de 2014

El mejor momento para ir a por el segundo... ¿existe?


El año pasado os comentaba que tener el segundo niño era cuestión de querer, de animarse y lanzarse al agua. Continúo pensando lo mismo aunque soy más consciente de hasta qué punto precisa de una profunda mentalización y gran sacrificio. Gran parte de mi entorno de mamis está metido de lleno en la operación "dúo". Y no os miento si os digo que la situación de verse con dos ha puesto a prueba a estas parejas. Creemos que cuando tenemos controlado a un hijo ya sabemos de qué va la película, que con el segundo estará todo más encarrilado. No puedo hablar por experiencia propia pero la cosa es mucho más dura de lo que parece. Y no pretendo asustaros, nada más lejos de mi intención, porque también os diré que ninguna de estas parejas desesperadas daría un paso atrás.

¿Y cuando es el mejor momento para tener el segundo hijo? ¿Han de llevarse poco? ¿O es mejor esperar a que el primero sea suficientemente autónomo? ¿Laboralmente es posible encontrar el momento más seguro? La mayoría de veces, lo que aprieta es la edad de la mujer y lo que tira atrás es la situación económica. Hay padres que se guían por la practicidad y tienen muy claro que prefieren vivir los primeros años de sus hijos a la vez en lugar de acabar con un pañal y a los pocos años comenzar de nuevo con otro. O no compaginar guardería y colegio durante muchos años porque lo más cómodo es hacer un único viaje cada mañana con los dos niños. Y es que ya se sabe que como la guardería esté en una zona y el colegio del mayor en la otra punta, las malabares para llevarlos y recogerlos cada día pueden ser de aúpa.

Pero como digo, hoy en día aprieta mucho la edad y no es como antes que los hijos se podían llevar 5 o incluso 10 años como me llevo yo con mi hermano. Si el primero lo tenían con 23 años, podían esperar perfectamente hasta la treintena para tener el segundo. Hoy tenemos el primero cuando en antaño tenían el segundo o el tercero. Lo de tener tres en la actualidad está reservado para las celebrities y los valientes. Retomando el hilo, hoy nos aprieta el reloj biológico. Tener un hijo cansa y se nos nota en la cara. Lo de no dormir del tirón más que de vez en cuando durante los primeros años pasa factura. Y te das cuenta de que te haces mayor cuando comparas las cinco horas que duermes ahora con las cinco que dormías con 20 años y llegas a la conclusión de que es mucho peor la resaca infantil que la alcohólica.

Tener el segundo es volver a empezar con todo pero con menos inseguridades que antes. Por lo menos, con menos carreras a urgencias. Pero a parte de los aspectos "pesados", también significa revivir cosas preciosas como el embarazo, las ecografías, la primera vez que le ves la carita, cuando se duerme en tu pecho... Y no nos engañemos, hace ilusión darle un hermano al mayor. Lo de la etapa de los celos y pérdida del trono ya es harina de otro costal y algo de lo que hablaré cuando lo viva.

Admito que ya estamos pensando en el segundo. Dicen que con el segundo no hay tanta ansiedad como la primera vez porque ya tienes uno. Pues reconozco que estoy tan ilusionada o más que la primera vez pero algo más asustada porque sé lo que conlleva y no tengo ni idea de cómo nos organizaremos ya que somos las mismas manos, los mismos abuelos y habrá una personita extra a parte del trasto que ya reina en la casa. Eso sí, en el horizonte atisbo un piso con una habitación extra ;-)

En definitiva, creo que no existe un "mejor momento" pero sí sientes cuando es el momento. Y aunque puede ser una locura, siempre será una locura maravillosa a la que todos sobreviven.

Y ahora comienzan las conjeturas de pareja:

"Mejor otro niño? O vamos a por la parejita?"
"Estaría bien la pareja pero entre dos niños pueden jugar más.."
"Seguro, pero un niño y una niña es lo más" 
"Sí, pero otro niño podría aprovechar tooodo lo de su hermano!"
" Y qué más da si no nacerán en la misma época??"
 "Vamos a preguntarle al nene a ver qué prefiere. Quieres hermanito o hermanita??
" Pocoyo!!"
"Muy bien, ya le preguntaremos más adelante..." :S  

Y quién no haya tenido este debate con el segundo embarazo que tire la primera piedra! ;-P

lunes, 24 de marzo de 2014

De querer parar el tiempo a darle cuerda al reloj



Este título de post tan rebuscado resume la sensación que tengo ahora con mi hijo a punto de cumplir los 20 meses. Si meses atrás reflexionaba sobre la pena de tener prisa porque el bebé gatee, se levante, camine y hable sin disfrutar de cada etapa, sin rectificar lo que dije, ahora reconozco que tengo ganas de saltar a la siguiente base. Y soy consciente de que cada fase tiene sus pros y contras, pero ya toca ver la luz en según qué aspectos.

La comunicación "intuitiva" es todo lo que tenemos cuando nuestros bebés no saben decirnos con palabras dónde les duele o qué les hace rabiar. Por el momento, damos palos de ciego cuando se despierta llorando de madrugada. ¿Tendrá fiebre? ¿Le dolerá la barriga? ¿Es por la tos? Si todo falla, siempre lo podemos achacar a que le están saliendo los dientes, es un clásico. Creo que sería de gran utilidad dedicar unas horas a enseñarles a decir "Boca, duele" intercalado con los colores y los números. Sí, necesito ya un poco de conexión comunicativa con mi hijo.

Con el tema comida podría llenar todos los posts de aquí a diciembre pero no quiero aburriros así que tan sólo señalaré que el vacile con la comida me tiene minada la moral, a mi por completo y a su maestra en la guardería se le debe estar agotando la paciencia porque ya nos ha citado para hablar. Selecciona lo que come y lo que no, lo que mastica y lo que no y según le da, opta por comer, escupir y volver a comer. Según la textura, va al suelo. Y según las ganas de jugar, tocará el tambor con el plato, que cuanto más salpique más nos reiremos. Necesito, me urge, rezo por lograr un poco de orden en lo que a comer se refiere. Todos me dicen que habrá tiempo, que todo llega. Pues si se puede avanzar un poquito no me importará, os lo aseguro.

La inconsciencia es igual a peligro constante. En este último mes hemos salido un par de veces de casa rural y no os voy a detallar la cantidad desmesurada de bártulos que hemos tenido que llevar para un par de días. Encima, os creeréis que en cada ocasión nos hemos olvidado alguna cosa. Pero no es a eso a lo que iba. Un niño de 19 meses no sabe que el fuego de la chimenea le puede quemar, ni que no puede bajar escalones altos sin mirar al suelo, o que no se puede asomar con medio cuerpo a la piscina y por supuesto no entiende que ese Guau Guau tan aparentemente gracioso está ladrando con toda su mala leche y si le acerca el dedo se quedará sin. Esto equivale a un constante "¿Está alguien con el niño? ¡Mierda, ¿no estaba contigo???!" Que sí, que me diréis que con 4 años también hay un punto de inconsciencia salvaje. de acuerdo, pero por lo menos ya se levantan solos. ¿Para cuando un poquito más de autonomía?

Por lo demás, siempre podría pedir un pequeño adelanto para que llegue ya el día en que estrene ese maravilloso orinal al que le saco el polvo cada semana y que parece no reconocer pese a que es igualito al que SI utiliza en la guardería para sus cacas y pipís. Pero no voy a abusar que con poco me conformo. En todos estos casos reconozco que no me importaría ganar un poco de tiempo.

Y también me hubiera gustado ganar ese tiempo para poder aprovechar una interesante iniciativa de Kínder Chocolate en su última campaña ·"Actívate con Kínder Chocolate". Ofrece actividades extraescolares a niños de a partir de los 3 años dentro del ámbito del arte, deporte, música o idiomas. Me parece importantísimo incentivar el desarrollo de la creatividad y la realización personal de los más peques. Más allá del ámbito escolar, los niños pueden divertirse y seguir aprendiendo con multitud de actividades. Motivar la mente despertando los sentidos y mover el cuerpo es la combinación perfecta. En nuestro caso, llevamos a nuestro peque a piscina desde antes de cumplir el añito y en breve lo llevaremos a sus primeras clases de inglés aunque está claro que todavía no ha demostrado preferencia por nada y somos nosotros los que decidimos por él. Desde bien pequeños, los niños son esponjas que lo absorben todo así que sería una lástima no estimularlos con cualquiera de estas actividades. Si queréis más información acerca de esta promoción, podéis informaros en este enlace: www.activateconkinderchocolate.es

Hasta pronto mamis!!

domingo, 9 de marzo de 2014

Más de lo que necesitan


Los niños son los caprichosos por excelencia. Lo quieren todo, sobre todo aquello que tienen sus amigos o compañeros de clase. Esas zapatillas deportivas, la mochila, el último videojuego, etc. Empiezan desde bien pequeños haciendo una larga y elaborada carta a los Reyes Magos. La cuestión es pedir. Pedir y esperar a que de vez en cuando caiga algo, aunque sea para la visita de los abuelos que viven lejos y vienen de tanto en tanto. En mi época no caía nunca todo lo que pedía aunque sabía que las dos cosas que más ilusión me hacían acabarían en mis manos. Y esos juguetes duraban y duraban. Y si me cansaba, pues le cogía los zapatos a mi madre y me montaba mis películas. O me ponía música, abría la puerta del armario con espejo de cuerpo entero y creaba unas coreografías que ni en Flashdance. La imaginación era la base de cualquier entretenimiento. Y no me aburría, os lo aseguro. Desgraciadamente, esto ha cambiado un poco.

He ido a suficientes fiestas infantiles (incluida la que yo misma organicé para el primer año de mi hijo) como para constatar que los niños de hoy en día tienen más de lo que necesitan. Incluso añadiría que más de lo que son capaces de disfrutar. Como digo, he vivido muchas entregas de regalos a críos, críos de entre 2 y 4 años, y todo ha sido desmesurado. En apenas diez minutos los he visto abrir un regalo detrás de otro sin apenas llegar a fijarse en el paquete que acababan de abrir ya que había otro esperando a caer en sus manos. Las ansias por romper los papeles les impedía observar ese coche, esa muñeca, ese libro o vestido. Nada importaba ya que lo importante no era el qué sino cuantos. Peor es en niños más pequeños que no son conscientes de lo que están abriendo ya que ese juguete no tendrá sentido hasta que lo monten papá y mamá y les enseñen cómo se juega.

No es lógico que una niña de dos años reciba 20 regalos a la vez. La sobresaturación no la deja reconocer prácticamente nada y, desde luego, seguro que no necesita todo eso para entretenerse. En cuanto a los niños de más edad y conscientes, tanto regalo sólo hará que no valoren nunca nada. Y mucho menos que cada uno de esos objetos vale un dinero, que no cae del cielo. Por otro lado, olvidamos que para conseguir desarrollar sus mentes e imaginación, basta con ayudarles a descubrir la infinidad de cosas que se pueden hacer con lo más simple que tenemos en casa: manualidades, disfraces, dibujos, música, teatro.. En casa de mi abuela nunca tuve juguetes más que alguna muñeca que me podía llevar de casa. Pasaba los fines de semana calzándome sus zapatos, bolsos, pendientes y haciéndome túnicas con telas que había en sus armarios. Y cuando se acababan las ideas, a jugar al parchís. Me temo que hoy en día pocos niños podrían sobrevivir a un fin de semana sin su consola o DVD. Pues en mi infancia sólo teníamos tres canales de televisión!

En mi época existía lo que se llamaba espera. Espera de un año a otro para que los Reyes me trajeran una nueva peli Disney. Hoy en día a través de Internet se ve cualquier cosa. En mi niñez, recibía una o a lo sumo dos Barbies al año. En una fiesta infantil reciente, la anfitriona recibió tres en apenas diez minutos (y sólo por parte de amiguitos). Sólo diré que en todas las fiestas de peques a las que he ido en estos últimos tres años, no he visto a un sólo crío al que le haya dado tiempo a abrir más de dos cajas una vez desenvueltas. La rapidez con la que caían las bolsas era tal que había que ir amontonando los regalos. Como si se tratara de una boda de las de antaño en las que se entregaban regalos de la lista de boda. No digo que no tengan ilusión los niños de hoy en día pero, desde luego, ya no es lo mismo.

No sé cómo lo haré con mi propio hijo pero me gustaría que no diera por sentado ni ganado nada. Si ahora no pide nada (porque no es consciente aún), y ya tiene más de lo que puede disfrutar, ¿qué tendrá cuando se encapriche de todo lo que vea por ahí? ¿Cómo le explico que quiero que tenga pocas cosas pero valiosas? Quiero que se canse de jugar con sus cosas, no que le falte tiempo para jugar con ellas.

No quiero que penséis que me hago especial diciendo estas cosas porque soy una víctima más del consumismo y la exageración. Hoy mismo he cubierto de regalos a mi sobrina de dos años. El problema es que, como yo, lo ha hecho el resto de la familia y al verlo he unido reflexiones anteriores de otros cumpleaños infantiles. Mi sobrina apenas ha reconocido un par de los regalos, el resto... nos hacen ilusión a nosotros. Es como cuando los disfrazamos con un añito. Este año fue una auténtica tortura para los peques de P1 de la clase de mi hijo. Ninguno quería dejarse emperifollar pero.. ¿y la gracia que nos hacía a nosotros fotografiarlos así de monos? Entonces ¿es una fiesta para ellos o para nosotros? Jeje.. Creo que esto es materia de otra discusión.

domingo, 23 de febrero de 2014

Hiperactividad

Los bebés hacen mucha gracia. Cuando comienzan a sonreír, balbucear, gatear, caminar, jugar... Cada cosa nueva que hacen nos encanta y nos enternece. Es más, hacemos palmas por cualquier tontería inesperada. Y esto lo llevamos fenomenal siempre que no se escape de nuestro control. Porque cuando dejas de tener a tu bebé tranquilo y sosegado en un lugar acotado, comienza una nueva etapa. Para algunas madres, una etapa de desespero. En estas estoy yo misma.

Muchas madres me decían, como primeriza que soy, que cuando mi hijo comenzara a caminar se acabaría lo bueno y echaría de menos los primeros meses. Por dentro pensaba que no sería para tanto y que esta nueva etapa tendría más cosas buenas que malas. Pues bien, comenzó hace unos meses a caminar y con sus primeros pasos llegaron también las caídas y golpes. Era previsible, de acuerdo. Poco después fue la manía de subirse a sitios poco apropiados. "Es cuestión de hacerle entender que eso no puede hacerlo", pensé. Pero ahora mismo el panorama no ha mejorado demasiado, todo lo contrario puesto que ese bebé explorador se ha convertido en un niño hiperactivo tocalotodo y amante de la destrucción. Y esto ya no hace tanta gracia.

Por poner algunos ejemplos, os diré que a los 18 meses del bebé se acabó el secarte el pelo, limpiar, mirar el ordenador o simplemente lavarte los dientes mientras dejas al niño jugando en su habitación o mirando los dibujos porque se aburre a los cinco minutos de hacer aquello con lo que lo creías distraído. Lo que quiere es merodear por el piso y coger cualquier cosa que NO sea un juguete. Cogerlo, lanzarlo al suelo o, con suerte, esconderlo en el lugar más inesperado. Y esto ya no te gusta porque sea lo que sea, continúa entrañando un peligro y trabajo extra "Qué hace esto aquí. Cómo ha llegado esto aquí. Cómo narices ha metido esto aquí", son frases habituales en nuestra vida. Sin ir más lejos, ayer metió en la lavadora su libro para pintar, dos marcos de foto y un cartón de leche lleno que al caer rompió en pedazos uno de los cristales de los marcos. Pero su pasatiempo favorito es coger patatas o cebollas y lanzarlas al suelo por toda la casa, Eso, cuando no se mete en la ducha vestido para jugar. O cuando no abre el grifo del bidet y se moja todas las mangas del jersey. Aunque ahora ha descubierto lo que es meter sus muñecos del Lego dentro de la taza del wáter. La velocidad con la que es capaz de empalmar una trastada con otra hace imposible perderlo de vista más de 30 segundos. Así que os podéis imaginar la odisea que supone estar sola con él y querer hacer cualquier cosa que requiera dejarlo a su aire cinco minutos. Toca resignarse y acotar su terreno de acción lo máximo posible.

Dicen que es cosa de niños. El tópico ese de que los nenes son más nerviosos, traviesos y destructores . Yo ya comienzo a temblar ya que si cuando apenas llega a la mesa y sin conocimiento suficiente para maquinar diabluras lía lo que lía, qué nos espera dentro de tres años?? Su mayor placer es ver caer las cosas y oírnos gritar por sus trastadas. Si esto dura unos años, habrá que ir pensando en canalizar toda esa hiperactividad apuntándolo a taekwondo. Lo peor es que ese nerviosismo no lo saca solamente en casa. Si vamos a una cafetería, ha de buscar algún sitio al que subirse o algún botón que apretar, da igual si es el del lavavajillas de los camareros. Si estamos en una tienda, acabará cogiendo los zapatos expuestos o abriendo las cortinas de todos los probadores. Así que, de nuevo, si estoy sola con él, los planes se reducen al parque o quedarnos en casa. Porque lo del cochecito está bien un rato, nada más. Y no quiero que nos prohíban la entrada en ningún local.

Pese a todo, esa sonrisa de pillo y las carcajadas que suelta cuando soltamos un "Nooooo" con cada travesura nos desmontan, nos deshacen. Al fin y al cabo, son niños. Pequeñas máquinas de destrucción, pero niños. Y sólo serán niños una vez en la vida.

Os dejo una prueba de la trastada de la lavadora




jueves, 23 de enero de 2014

In Vitros Inconfesables


Hasta que nos lanzamos a buscar el bebé no tenemos ni idea de si la criatura va llegar rápido o no. Por supuesto, nos imaginamos ese momento en el que nos hacemos el test de embarazo en el baño de casa, sale positivo y damos la noticia a nuestro marido con una sorpresa inolvidable. Pero no siempre sale todo rodado. A veces se hace esperar meses e incluso años. Y entonces llegan las pruebas médicas y con ellas un diagnóstico, probablemente, de infertilidad. Esto suele frustrar a las parejas. Y no es fácil reconocer abiertamente que hay un problema y que se necesita ayuda especializada. Para muchos se convierte en un secreto, incluso tras nacer el esperado retoño.

Tenemos mucho que agradecer a la ciencia. Y es que, gracias a ella, muchas parejas pueden hoy en día ser padres biológicos pese a que sus problemas de fertilidad, estén relacionados con la mujer o con el hombre (aunque siempre con matices, claro). Por ello, hoy se convierten en madres mujeres de más de 40 años y ya no es un escollo insalvable que los espermatozoides sean vagos. Existen las inseminaciones artificiales y las fecundaciones In Vitro por no hablar de los bancos de semen o los vientres de alquiler aunque esto último no se haya normalizado tanto en nuestra sociedad. Décadas atrás, una pareja poco fértil debía renunciar a tener un hijo o bien mover cielo y tierra para adoptar uno.

Pese a que los tratamientos de fertilidad están al orden del día, más aún con la contaminación que tenemos, el estrés y los malos hábitos de vida, todavía hay quién no quiere hablar abiertamente de que ha recurrido a ayuda para conseguir el embarazo. Y no me estoy refiriendo a explicarlo a la vecina, el kioskero o la peluquera, no, me refiero a que hay parejas que lo ocultan a sus propios amigos. Vaya por delante que respeto los sentimientos de todos pero no veo natural esa postura. Para mi, quedarse embarazada es lo más bonito que le puede pasar a una mujer y es el sueño cumplido de la inmensa mayoría. ¿Qué más da si ha habido un tratamiento? Lo importante no es cómo se llega si no llegar. Y si hoy podemos contar con esa ayuda, con más razón aún hay que celebrarlo. No sé si se trata de vergüenza, orgullo o querer aparentar que todo ha ido genial y a la primera. Y esto sí que me da rabia, la expresión “A la primera”, como si se tratara de meter canasta. Porque si ha sido a la segunda o a la quinta, no se dice nada, claro. Repito, ¿Y qué más da? Por supuesto, si delante hay una pareja a la que les ha llevado un tiempo conseguir el deseado embarazo, lo de recitar el cuento de la puntería de oro sobra. Porque sabemos que perseguir el embarazo puede producir ansiedad. Para algunas mujeres se convierte en obsesión y si encima han de escuchar a otra decir que sólo una vez que hicieron el tonto dieron en la diana, la frustración que esto les producirá no las ayudará en absoluto. Así que sensibilidad durante la búsqueda sí, naturalidad con el embarazo, también, vacile con la puntería, no, gracias.

Es curiosa la situación de saber cuando una pareja ha recurrido a una Fecundación In Vitro pero tener que disimular cuando te dan la noticia de que vienen dos. Optas por no hacer la inevitable pregunta de si en la familia hay antecedentes de gemelos, más que nada por no ponerlos en un aprieto. Y te dedicas a celebrar el regalo doble que les va a llegar. Y por dentro piensas “¿Por qué ha de ser un secreto? ¿Él se sentirá menos hombre por tener un problema?” No lo entiendes pero lo respetas y sigues el juego. ¿Y qué decir de parejas a las que les cuentas tu experiencia pero cuando les toca a ellos, callan y te enteras por otro lado de que se sometieron a un tratamiento tras un aborto.

Para algunos, las FIV se han convertido en algo inconfesable como titulo en este post. Seguramente, para muchas esto sea algo demasiado intimo aunque me parece igual de intimo que me expliquen con detalle la noche en la que se liaron la manta a la cabeza y encargaron a su retoño. Pero, como digo, hay que respetar todas las posturas. Por suerte, sigues escuchando casos de embarazos “milagrosos”, esos que llegan de forma natural después de abortos, primeros bebés por In Vitro o incluso habiendo adoptado un par de niños rusos tras superar un cáncer. Eso sí que es un regalo de la naturaleza. ¿Y a que apetece celebrarlo en voz alta? Pues como todos los niños, vengan como vengan y cuesten lo que cuesten. Porque lo importante es el qué y no el cómo.


domingo, 12 de enero de 2014

Entretener a los niños en casa




Hace unos días, la autora del Blog "No soy una drama mamá" dedicaba un post a un tema que yo misma le sugerí porque me interesaba especialmente: cómo conseguir tener entretenidos a los niños en casa. A ciertas edades tempranas es complicadísimo que los peques se distraigan un rato largo en casa. Esto conlleva que nosotras no tengamos ni cinco minutos para hacer cualquier tarea o sencillamente relajarnos. Así que hasta que llega esa edad en la que pasan las horas en su cuarto con sus juguetes, toca echarle imaginación al asunto o acostumbrarse a llevar un perrito faldero enganchado a nosotras por toda la casa. Lo malo es que suelen ser perritos falderos terroristas a los que no se les ocurre una idea buena.

Mi hijo tiene más juguetes de los que necesita y sabe utilizar y lo más divertido para él es pasear las piezas, porque todo lo que entra por casa tiene un mínimo de diez piezas, por toda la casa. Así, acabo encontrando formas del Lego en la cesta de la ropa sucia, debajo de la mesa, debajo del sofá, en su bañera, en la bolsa del reciclaje y en cualquier rincón insospechado de su cuarto. Perseguirnos es, por supuesto, su hobby preferido y, como dije en el anterior post, colarse en los sitios más peligrosos es su adicción. Así que mientras no podemos estar con él en su habitación enseñándole juegos, se convierte en nuestra sombra. Porque, decididamente, a los 17 meses todavía no funciona lo de los dibujos animados. Si sale alguna canción, puede que se acerque a la pantalla pero un capítulo de Dora la Exploradora no lo aguanta ni en broma. Lo de Baby Beethoven todavía cuela de tanto en tanto pero me temo que los 12 meses de emisión continuada lo han quemado demasiado.

Carmen nos recomendaba los juegos de construcción. Por supuesto, es de lo que más tiene. Pero tiene toda la razón del mundo cuando comenta que la destrucción es más bien lo que les entusiasma a estas edades. Nosotros construimos y él lanza al suelo. Esto sieeempre va seguido de una carcajada. Por muchas veces que lo repitas, se troncha en cuanto cae al suelo. Y si fingimos horrorizarnos para hacerlo reír, ya lo tenemos en el bote. Pero como dice una amiga mía, la etapa de los cinco minutos es larga y pesada. Si, amig@s, nada le entretiene más de cinco minutos. Ni los puzzles, ni el Lego, ni los coches...Quemas un juego y ya has de pensar en otro. En realidad, somos nosotros los que utilizamos los juguetes y ellos miran, tocan, tiran al suelo y, de paso, aprenden cada día un poco más. Pero no nos engañemos, tenemos que ser nosotros los que nos metamos en el fregao, por lo menos a la edad de mi hijo.

Lo de pintar está verde en casa. Algún rayote hace pero creo que todavía no le ha cogido el tranquillo. O tal vez no le guste todavía, porque al fin y al cabo, lo que toca es que raye y raye. A veces pienso que a los niños les ponemos demasiados juguetes delante y no tienen tiempo de aprender a jugar con cada cosa porque reciben demasiados estímulos a la vez. Unos hacen música, otros corren por el suelo, con otros se construyen cosas, otros son peluches que cantan canciones, luego están los puzzles, los lápices de colores y no nos olvidemos de la moto! En Navidad es un no parar de juguetes nuevos. Y a esta edad, creo que con un par o tres iría sobrado. Si ni tan siquiera pide nada!

Lo de jugar con otros niños es otra cosa que aún ha de madurar y tengo ganas de que llegue ya el momento de relacionarse de verdad con otros nenes. Aunque es gracioso ver como los mayores lo persiguen para jugar y él va a su bola. Seguramente en un par de años se inviertan los papeles. Él los perseguirá y los mayores se aburrirán porque no les puede seguir el ritmo. Si tuviera un hermanito, seguramente todo sería diferente. Veremos qué ocurre cuando él sea el mayor de la casa.

En resumen, he de decir que a esta edad, hay que echarle paciencia para que aprenda juegos básicos y, como comentaba otras veces en este Blog, sólo se divierten con nosotros. Lanzar las cosas al suelo es la máxima diversión, eso y tocar todo lo que se les ponga por delante. Aunque se trate de patatas y cebollas que luego tocará recoger en el pasillo. Propósito de año nuevo: comprar candados para cocina y baños. Continuamente hay que tener un ojo encima de los niños a esta edad, no nos podemos distraer ni un segundo. Y si es en casa ajena, todavía más! A mis padres ya les he redistribuido decoraciones delicadas y ruidosas en estanterías superiores.

Otro día hablaremos de los parques. De como las madres novatas nos preocupamos al principio porque no queremos que se llenen los zapatos de tierra o se ensucien demasiado la ropa y al final dejaremos que vuelvan negros a casa porque lo que toca es que se rebocen. En mi última visita al parque me tocó lavarle la boca de tierra pero prometo reconciliarme con estos jardines de recreo.

Así que no desesperéis si se os agotan las ideas en casa porque los niños se las inventan todas para distraerse. Y la gran mayoría de veces, lo más simple es lo más efectivo!