jueves, 24 de julio de 2014

Adiós al pañal, el reto del verano




Este verano tenemos deberes. Cuando llegan los 2 años y se acerca el calor, las instrucciones de pediatras y maestras son claras: toca quitar el pañal. Pues en mi caso, los 2 años se cumplen en pleno agosto así que todo parece indicar que es el momento. Esto es algo en lo que no reflexioné demasiado antes de ser madre. Sabía lo que suponía la guardería, los sacrificios, la educación.. pero no le di importancia al pañal. Sí veía a otras madres hablando de los pipis nocturnos y cambios de sábanas de madrugada pero no le di demasiadas vueltas. No tenía que ser tan complicado pensaba. Ahora que estoy tanteando el tema sólo encuentro una palabra que defina lo que siento: PEREZA!!!!

Llevamos varias semanas intentando que mi hijo se haga amigo del orinal, ese trasto que parece utilizar a diario en la guardería y que en casa es para él un sitio más en el que descansar e incluso sobre el cual desplazarse por casa como si fuera un patinete. Ya tengo la fregona a mano y ya sé lo que es limpiar ambos deshechos del suelo. Y, sin herir sensibilidades, la situación me recuerda a la que viví con cierta mascota gatuna que tuve que se empeñaba en desahogar la vejiga en cualquier sitio menos donde debía. Con la salvedad de que mi hijo acabará razonando y aprendiendo hábitos.

El caso es que, a indicación de la maestra del niño, debería ponerlo en el orinal cada cierto tiempo:

Maestra "Ve poniéndolo cada hora y media hasta que se acostumbre"
Yo: "Puedo intentarlo pero te digo que no se está quieto"
Maestra: "Pues tiene que estar sentadito, mamá, aquí se sienta"
Yo: "Será porque ve a todos sus compañeros sentados, pero te aseguro que para conseguirlo, ahora mismo, debería atarlo"
Maestra: "No, mujer. Pues ponte seria que aquí lo hace"
Yo (pensamientos) "A esta me la traigo una tarde a casa y a ver qué me dice"

Qué manía con comparar lo que hacen los niños en clase con lo que hacen en casa. ¿Pero no se dan cuenta de que el comportamiento es diferente? ¿No se dan cuenta de que la confianza da asco y nos torean cuando quieren? Nos vacilan, nos ponen al límite y nos hacen chantaje emocional.

Luego viene la gran amenaza, esa que te hace reflexionar sobre el pañal como si fuera el mismísimo futuro de tu familia "Una vez lo quites, no hay marcha atrás" Adiós, ahora sí que la hemos hecha buena. O sea que si decido probar suerte y quitárselo durante un fin de semana, aunque se mee y cague 25 veces encima, ya no podremos volver al Dodot. Así que no hay vida más allá... Si es que parece que estés tomando una decisión a vida o muerte!! Porque según con quién hables, te aseguran que hacerlo en el momento equivocado puede causar un trauma en el niño... O todo lo contrario, que no quitarlo cuando toca es lo que puede traumar al chiquillo. Arggggggg, no sé si acudir a un psicólogo infantil para que me convenza de que este agosto es el momento adecuado. Eso sí, después de ponerte tremendista y comentar a tus amigas el dilema que no te deja dormir, siempre hay alguna que te suelta "Anda, no te mates y que se lo quiten en la guardería!" Ahí sí te rompen los esquemas y estás por decidirlo lanzando una moneda al aire.

A un día de acabar la guarde de verano y tenerlo durante un mes enterito, el balance es de dos pipis voluntarios en el orinal. El segundo, acompañado de una caca fuera del orinal a los 5 minutos exactamente de haberlo felicitado por el espléndido pipi anterior (cosa que nos demuestra que todavía no ha captado la idea). Me he dotado ya de un pack de 6 calzoncillos y 3 bañadores de batalla. Sólo me falta una fregona para casa (la vieja será para la operación pañal) e invocar a la Santa paciencia para que me acompañe estas vacaciones. Entendéis por qué este tema da una enorme pereza.

Por lo que me han comentado, esto se puede redondear ya que algunas pediatras recomiendan quitar también el chupete a la vez. ¿Están de guasa? ¿Encima que nos vamos a deslomar lavando calzoncillos, pantalones y suelos, tenemos que aguantar momentos de histeria a la vez? Un poco de piedad. Ah, y el biberón también fuera. Este último caso no es el nuestro porque apenas ha probado biberón pero entiendo, analizándolo todo, que a los 2 años quieren convertir a nuestros bebés en niños. Y no me parece mal la idea pero creo que los cambios se asimilan mejor de uno en uno. A parte de que está en juego nuestra salud mental.

Desde luego va a ser un verano de cambios, hoy mismo hemos sustituido los barrotes de la cuna por una barrera de cama. Y es que tenemos un pequeño trepador al que le da por saltar de la cuna al cambiador y cualquier día de estos no llegaremos a tiempo y decidirá probar si llega también al suelo. Llegados a este punto, hemos optado por facilitarle el traslado y, si quiere salir de la cuna, que lo haga bajando de la cama a una distancia normal. Esto se traducirá en que nos aparecerá por el comedor unas cuantas noches. En fin, mejor eso que oír un trompazo y se nos paralice el corazón.

En el próximo post celebraremos sus 2 años!!!