martes, 9 de diciembre de 2014

La pérdida



Hoy voy a aparcar mis peripecias como madre inexperta (cada vez menos "in") para tratar un tema triste y doloroso pero muy, muy presente hoy en día: la pérdida o aborto espontáneo. Recibir una noticia así es un golpe directo al corazón, un mazazo enorme, algo que nunca se olvidará. Y no hay consuelo posible salvo la esperanza de volver a conseguir el embarazo. Pero, aún y así, esa madre sabe que el pequeño que la abandonó no volverá. No tenía que ser, de acuerdo, pero "ya lo era" para sus padres. Por ello ocupará siempre un rinconcito en la vida de los dos.

Hay abortos terriblemente dramáticos en embarazos avanzados y no me hago a la idea de la pesadilla por la que deben pasar esas madres cuando pierden a sus bebés de 20 semanas o más. Porque ya son bebés que sienten dentro de ellas, tienen nombre, habitación e incluso a veces hasta sus cochecitos esperando en la tienda. Pero duele en el alma perder un embarazo igualmente a las seis, ocho o diez semanas. Aunque sea un embrión de menos de un centímetro, aunque no se sepa si es él o ella y aunque nadie del entorno haya notado tan si quiera el estado de buena esperanza. Esa lentejita, garbanzo, pececillo...eso tan minúsculo tiene un corazón que late y desde ese momento ya se ha convertido en el epicentro de la vida de sus padres. Es ya el presente y, sobre todo, el futuro de ellos dos.

Y es que las ilusiones vienen de lejos, antes incluso del positivo, cuando una pareja planea ser padres y ella siente que su vida no estará completa hasta que sea madre. O cuando una familia desea repetir experiencia y dar un hermanit@ a su hij@. Decidir ir a por ello ya es ilusionarse. Después llega la ansiada confirmación del embarazo y con ella la cuenta atrás para las ecografías y, sobre todo, para el nacimiento. El calendario ya tiene una fecha señalada en rojo y las vidas de los dos, sobre todo la de ella, gira desde entonces alrededor de ese día. Nunca una madre piensa en que puede ocurrir lo peor a no ser que haya sido advertida por su ginecólogo o arrastre problemas de salud previamente. Ni siquiera lo piensa simplemente porque exista una probabilidad de pérdida durante el primer trimestre. Porque es el último de sus pensamientos, recibir ese jarro de agua fría es el peor de los castigos.

¿He hecho algo mal? ¿Pude haber hecho algo para evitarlo? Estas son preguntas que muchas mujeres se hacen cuando sufren un aborto. Y en la mayoría de los casos la respuesta es "No" Hay cosas que ocurren porque tienen que ocurrir y el cuerpo, sabio como es, detiene algunos procesos cuando detecta que algo no va bien. Fallo cromosómico es el diagnóstico efectuado por regla general en los abortos del primer trimestre. Esto consuela en una pequeñísima parte a esas mujeres. Eso y compartir las mismas experiencias con decenas de otras madres que pasaron por lo mismo y que disfrutaron de un embarazo perfecto tras la pérdida.

No voy a profundizar en el legrado y la expulsión en casa porque son temas desagradables y creo que no hay un método más llevadero que el otro. Por un lado sabes que entras en un quirófano para que te quiten una parte de ti y por el otro esperas en casa a que llegue uno de los momentos más tristes de tu vida. Lo mejor es dejar ese trance atrás para hacer borrón y cuenta nueva.

Hay mujeres que necesitan hablar de ello y otras que no pueden ni oír la palabra aborto porque se ponen malas. Cualquiera de las dos posturas es respetable y correcta si es lo que necesita en ese momento para llevarlo mejor y mirar hacia adelante. Lo difícil, por las muchas experiencias que he leído sobre ello, es no obsesionarse con quedarse embarazadas otra vez. Pese a que estoy convencida de que un embarazo no tapa el otro, ciertamente es una actitud natural e inevitable. Y es que no conozco deseo más poderoso que el de la maternidad ni mujeres más persistentes y luchadoras que las que lo buscan contra viento y marea superando cualquier dificultad que se ponga en el camino. Por ellas y porque sus deseos se vean cumplidos, ahí va este homenaje en forma de post. Un post escrito desde el cariño y la comprensión. No estáis solas!