viernes, 28 de noviembre de 2014

Los "temores" de la crianza



La semana pasada me puso rabiosa leer uno de esos artículos sobre crianza que, lejos de dar consejos, ideas o alternativas, nos metía el miedo en el cuerpo y, lo que es peor, nos hacía dudar de nuestras decisiones como padres. Este detalle lo podría extrapolar a multitud de temas que recogen cientos de artículos que a diario hablan sobre la maternidad y crianza pero como me llevaría semanas comentarlos todos, me voy a ceñir al tema del que trataba el artículo que me indignó recientemente. Hablaba de la decisión de dejar que nuestros hijos duerman en nuestra cama o no. Y ya os puedo adelantar que, según la publicación en cuestión, mi hijo va a sufrir ansiedad de mayor.

Yo no soy pediatra ni experta en la materia pero sí que soy una madre preocupada por el bienestar de su hijo como todas las que me estáis leyendo. Me he sacrificado todo lo que he podido por ofrecerle todo lo que ha estado en mi mano desde que nació comenzando por darle el pecho aún sufriendo tremendos dolores durante los cuatro primeros meses. Y lo he hecho encantada. Pero (y digo pero porque al parecer no hicimos bien según el artículo) tomamos la decisión de ponerlo en su cunita desde el primer día y en su habitación. Porque aquel agosto hacía un calor sofocante en casa y el bebé, sudón a no poder más, estaba más fresquito en su cuarto. Y porque a mi marido le entraba pánico pensar que lo podía chafar mientras dormía. No hace falta que os diga que su habitación no está precisamente a 100 metros de la nuestra. ¿Esto evitó que me levantara cada dos horas a darle el pecho? (con lo cual pasaba más horas encima mío que durmiendo solo)  ¿O a cambiarle el pañal? ¿A ver por qué hacía ese ruidito? Por supuesto que no. Yo y mi marido, los dos.

Mi hijo ha estado pegado a mi pecho meses y meses y jamás se ha sentido desamparado. Ahora es un niño que pide dormir en su cama y que cuando tiene sed o tose nos tiene a su lado en un abrir y cerrar de ojos. Cuando está inquieto porque se encuentra mal nos lo llevamos a nuestra cama y cuando se despierta por la mañana los fines de semana, coge sus zapatillas y nos viene a buscar para jugar los tres.

No voy a criticar el colecho ni a los padres que los tienen en su cama hasta los 8 años pero, por favor, que no nos juzguen a nosotras tampoco ni nos infundan temores no contrastados. Y digo no contrastados porque me gustaría que me demostraran con pruebas concretas por qué mi hijo va a sufrir ansiedad de mayor o a tener  problemas de salud mental. ¡Por favor! ¿Creen que por dormir en otra habitación recibe menos brazos y atenciones por parte de sus padres?  Quizás sean más egoístas los que consideran un sacrificio innecesario levantarse seis veces de la cama cada noche como también he leído por parte del respetado Carlos González.

Lo curioso es que en esta materia, como en todas, hay muchos expertos que dan lecciones y entre ellos se contradicen. Y es que en contraposición a los pediatras que aconsejan dormir pegados tenemos por ejemplo el famoso método del Dr Estivill  que indica que es mejor dejar llorar a los bebés. Todos creen tener la fórmula perfecta y no existe. Unos defienden el tenerlos encima continuamente para que no se sientan solos y otros optan porque se acostumbren a ser independientes. ¿Y quién me aconseja que me deje guiar por mi instinto? ¿Quién me anima a que no siga más consejos que lo que me diga el sentido común en cada momento? ¿No es mejor escuchar a nuestros hijos y no a expertos? ¿No es mejor ir viendo día a día cómo nos sentimos todos, padres e hijos, más cómodos?

Para mi es suficiente que mi hijo esté descansado y se despierte de buen humor (siempre se despierta cantando las canciones de la guardería). Si quiere un vaso de agua lo tendrá, cuando tenga fiebre le daremos su medicina y cuando le quitemos el pañal de la noche lo acompañaremos al baño. Son niños que duermen en su cama, no criaturas desamparadas y abandonadas. Me niego a aceptar que estoy perjudicando a mi hijo y por ello, desde hoy, cuando vea estos titulares, lo siento pero no leeré una línea. Porque en vez de niños con problemas tendrán madres con ansiedad. Y les aseguro que eso sí que estresará a nuestros pequeños.

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