domingo, 8 de septiembre de 2013

La separación




Llegó el momento. Tenía que pasar y ya ha pasado aunque dicen que lo más duro es lo que está al caer. Mi pequeño y yo nos hemos separado. Durante el embarazo lo llamaba mi mochililla porque lo llevaba en la barriga y no me podía despegar de él. Y cuando nació lo seguí llamando así porque éramos inseparables, sobre todo durante toda la lactancia como es lógico. Lo he tenido conmigo todos los días durante 13 meses hasta que he vuelto a trabajar. Viví un paréntesis que necesitaba en su momento y me sirvió para disfrutar a tope la mejor experiencia de mi vida y ahora tocaba retomar mi vida laboral al 100% (porque nunca llegué a desconectar del todo del periodismo) Pensé que separarme de él sería especialmente duro los primeros días y he de decir que si te paras a pensar y te recreas, puede ser muy triste. Pero como no he tenido mucho tiempo para darle vueltas, está siendo llevadero. Pero lo mires por donde lo mires, me he desenganchado de mi pequeño.

Mi hijo no comenzará la guardería hasta finales de la semana que viene. Los primeros tres o cuatro días irá unas horas nada más. Lo llaman adaptación, lo cual me parece muy lógico sobre todo para los niños que nunca han estado separados de su familia. Pues bien, el recurso por excelencia durante estos primeros 15 días de trabajo son los abuelos. Dejas la comida preparada, las cuatro instrucciones sencillas y te vas tranquila sabiendo que va a estar de maravilla. Cuando pasas más de ocho horas seguidas sin ver a tu pequeñ@ (un récord tratándose de día ya que alguna que otra noche lo hemos dejado) y vas a recogerlo, te imaginas la escena más o menos así: a) una sonrisa de oreja a oreja al verte b) unos brazos extendidos pidiendo a gritos que lo cojas y c) llanto en forma de protesta porque lo has dejado. Pues bien, en lugar de esto, me encontré a un bebé tan pancho, que a duras penas se giraba cuando lo llamaba y que me regaló una mini sonrisa antes de seguir con lo suyo. Así que automáticamente me invadió una frustración mezclada con... ¡¿celos?!. Algo así como "será chaquetero que va y me olvida a la primera de cambio". Pero como lo importante es que esté bien, pues no queda otra que hacer de tripas corazón.

Lo del apego con los hijos es un verdadero misterio porque nunca sabes si va a salir madrero, padrero o ninguna de las dos cosas. Yo he sido la que, con diferencia, más horas ha pasado con mi hijo hasta el momento y os puedo decir que mamitis no tiene mucha. Y es que, ahora voy a hacer un apunte marujil, a diferencia de su padre o los abuelos, mi tiempo libre lo tengo que repartir entre estar por él y llevar la casa. Así que conmigo ha jugado pero también ha ido a su aire. En cambio, los abuelos le dedican en exclusiva todo el rato que comparten juntos. Y su padre también dedica buena parte de su tiempo a risas y juegos. Esto crea unas conexiones muy especiales. Por supuesto que todo cambia a medida que se hacen mayores. Hasta hace bien poco, a  mi hijo lo podían secuestrar que no nos hubiéramos enterado. Se dejaba coger por todo el mundo, reía las gracias continuamente, a conocidos y extraños. Pero eso está comenzando a cambiar porque, aunque sigue riéndole a todo el que le diga cualquier tontería, lo de que lo coja un desconocido ya no lo lleva tan bien. Ahora se te agarra del cuello para que no lo dejes ir. Y no os voy a engañar, me encanta ese momento "me pego a mamá". Muchas madres me dicen que ya va bien que no tenga mamitis porque así te dejan un poco a tu aire. Mmmmmm, intentaré recordarlo la próxima vez que eche rayos por los ojos cuando vaya a  buscar a mi hijo y se quiera bajar de mis brazos al minuto uno porque quiere juerga con el abuelo. Volviendo a mi separación y frustración al ver que no me echa mucho de menos, he optado por no hacer mucho caso y aprovechar el tiempo que tenemos para hacer cosas juntos.

Otro de los inconvenientes de la separación es que las cosas no se hacen a tu manera. Si llevas un mes luchando porque se coma la verdura chafada y no triturada, al recogerlo tu suegra o madre te dirá que la ha triturado porque le daba apuro que no se fuera a atragantar. No me hago mala sangre porque entiendo que cuando no se trata de tu hijo se sufre el doble y la responsabilidad es muy alta. A mi peque hace unos días le salieron unos granitos por la mano, piernas, cara... Enseguida pensamos que eran picaduras de algún insecto. Mi suegra me lo trajo toda preocupada con una pulsera antimosquitos en el tobillo. Pues ayer nos enteramos de que se trata de una reacción a la vacuna de la varicela! Menos mal que ya estamos inmunizados en casa. Tomad nota si tenéis que vacunar a vuestros hijos.

Pero la separación grande viene con la guardería. Aunque las horas sean las mismas esto va en serio. El saber que en un momento dado puedo llamar o pedir que me envíen una foto del niño para ver como está es un gozo. Ahora tocará esperar porque estará en su cole de pequeños. Y lo peor es que sé que los primeros días se sentirá solo y no entenderá que no estemos alrededor. Lo sé, será cuestión de días que se adapte y luego lo pasará de fábula. Peeero, comenzará a ser un poquito más independiente y de alguna manera se despegará. Es ley de vida, es positivo, es conveniente.. En definitiva, es la etapa que toca! Madre mía, si esta pequeñez me provoca tal reflexión, el día que se marche de casa, lo primero que haré será coger cita con un terapeuta.

Cuando vuelva a escribir por aquí, mi peque ya habrá tenido su primera toma de contacto con la guardería. Tengo muchas expectativas (y prisas) puestas en esta etapa y no sé si me paso de la raya. Porque confío en que se espabile para masticar, comer solo, probar alimentos nuevos, construir montañas de cubiletes y no sólo destruir, dar sus primeros pasitos, decir sus primeras palabras... Vamos, que sólo me falta pedir que le enseñen a hacerse la cama con 15 meses!

Seguro que pensaréis que soy una exagerada llamando a este post "La separación" Pues es la sensación que tengo pero lo veo de la manera más positiva que hay. Al fin y al cabo, servirá para que tengamos muchas cosas que explicarnos cuando nos veamos. Pero pobre de él que no corra al verme en la puerta de su clase cuando lo vaya a buscar! ;-)


 

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