Mi hijo está a punto de cumplir 15 meses, tiempo suficiente como para darme cuenta de que este ritmo de acumulación de ropa y trastos es imposible de aguantar. Primero porque la casa no es de goma, segundo porque, con la edad, he aprendido a amar el orden como nunca pensé que lo haría siendo adolescente. Pues bien, he llegado a la conclusión de que, o alquilo un trastero Bluespace o cambiaos de piso. Lo primero da rabia y lo segundo es ahora mismo inviable. ¿Solución? Aún no la he encontrado.
No me hago a la idea de cómo nos las apañaríamos si,
guardando lo que guardamos, aún tuviéramos que hacer sitio para las cosas que
en su día nos dejaron como el moisés, la hamaca, el parque hinchable, etc, etc.
Esos trastos fueron devueltos en cuanto el niño dejó de utilizarlos. Por el
contrario, todo lo demás lo hemos tenido que guardar. El primer cochecito con
sus tres sillitas ha ido a parar al trastero de mis padres. Para los juguetes
que ya no usa tenemos el armario del crío y algún que otro cajón. Para los
juguetes actuales compré un baúl que a duras penas cierra ya. La ropa que se ha
ido quedando pequeña está en cajas de plástico encima del armario. Y ya no cabe
ni una más con lo cual se amontona más ropa en el armario. ¿Darla? ¿Tirarla?
Imposible. Si hay planes para tener un segundo bebé, ¿cómo vamos a tirar ropa
que está nueva? Y lo mismo pasa con los juguetes. Exceptuando los que tortura
durante la comida (a los que no acercaría un microscopio por miedo a ver vida en ellos), no se tiran de ninguna
manera. Así que esto es una acumulación constante de cosas y más cosas. Y ¿qué
me decís de la fantástica bañera con patas? Otro trasto que irá a parar al
trastero de los abuelos sí o sí. ¿Y la babycook que tan sólo usamos una vez? ¿Y
el andador? ¿Quién tiraría todo esto sabiendo que en un par de años habrá otro
bebé en casa?
El caso es que la cosa no queda aquí. Estamos a dos meses de
Navidad y vienen los Reyes Magos. Y no nos traen una habitación extra, no, nos
traen menos metros cuadrados de espacio vital. Está al caer el escritorio y su
sillita a juego para que comience a pintar. Inmediatamente después llegará la
pizarra. Luego el scalextric de Pocoyó. Tiemblo con el día en que pida la
guitarra o batería de turno que ya ha visto en casas de otros amiguitos. Y así suma y sigue. ¿Cómo lo hacen el resto de
madres? ¿Cuál es vuestro truco? ¿Existe algún método para encoger todos los
trastos? ¿Los alquiláis durante unos meses y los recuperáis después?
No puedo decir que no lo viera venir, que pasaría esto tarde
o temprano. Y ahora toca apechugar. Al segundo le tocará heredar mucha segunda
mano. Y si protesta, le recordaremos los esfuerzos apretujándonos en casa. O
eso, o que se coordine con algún amigo para pedir cada uno un cachibache diferente
a papa Noel y que se lo intercambien cada semana. Si es que la
necesidad hace que nos las ingeniemos, no me digáis que no.