lunes, 24 de marzo de 2014

De querer parar el tiempo a darle cuerda al reloj



Este título de post tan rebuscado resume la sensación que tengo ahora con mi hijo a punto de cumplir los 20 meses. Si meses atrás reflexionaba sobre la pena de tener prisa porque el bebé gatee, se levante, camine y hable sin disfrutar de cada etapa, sin rectificar lo que dije, ahora reconozco que tengo ganas de saltar a la siguiente base. Y soy consciente de que cada fase tiene sus pros y contras, pero ya toca ver la luz en según qué aspectos.

La comunicación "intuitiva" es todo lo que tenemos cuando nuestros bebés no saben decirnos con palabras dónde les duele o qué les hace rabiar. Por el momento, damos palos de ciego cuando se despierta llorando de madrugada. ¿Tendrá fiebre? ¿Le dolerá la barriga? ¿Es por la tos? Si todo falla, siempre lo podemos achacar a que le están saliendo los dientes, es un clásico. Creo que sería de gran utilidad dedicar unas horas a enseñarles a decir "Boca, duele" intercalado con los colores y los números. Sí, necesito ya un poco de conexión comunicativa con mi hijo.

Con el tema comida podría llenar todos los posts de aquí a diciembre pero no quiero aburriros así que tan sólo señalaré que el vacile con la comida me tiene minada la moral, a mi por completo y a su maestra en la guardería se le debe estar agotando la paciencia porque ya nos ha citado para hablar. Selecciona lo que come y lo que no, lo que mastica y lo que no y según le da, opta por comer, escupir y volver a comer. Según la textura, va al suelo. Y según las ganas de jugar, tocará el tambor con el plato, que cuanto más salpique más nos reiremos. Necesito, me urge, rezo por lograr un poco de orden en lo que a comer se refiere. Todos me dicen que habrá tiempo, que todo llega. Pues si se puede avanzar un poquito no me importará, os lo aseguro.

La inconsciencia es igual a peligro constante. En este último mes hemos salido un par de veces de casa rural y no os voy a detallar la cantidad desmesurada de bártulos que hemos tenido que llevar para un par de días. Encima, os creeréis que en cada ocasión nos hemos olvidado alguna cosa. Pero no es a eso a lo que iba. Un niño de 19 meses no sabe que el fuego de la chimenea le puede quemar, ni que no puede bajar escalones altos sin mirar al suelo, o que no se puede asomar con medio cuerpo a la piscina y por supuesto no entiende que ese Guau Guau tan aparentemente gracioso está ladrando con toda su mala leche y si le acerca el dedo se quedará sin. Esto equivale a un constante "¿Está alguien con el niño? ¡Mierda, ¿no estaba contigo???!" Que sí, que me diréis que con 4 años también hay un punto de inconsciencia salvaje. de acuerdo, pero por lo menos ya se levantan solos. ¿Para cuando un poquito más de autonomía?

Por lo demás, siempre podría pedir un pequeño adelanto para que llegue ya el día en que estrene ese maravilloso orinal al que le saco el polvo cada semana y que parece no reconocer pese a que es igualito al que SI utiliza en la guardería para sus cacas y pipís. Pero no voy a abusar que con poco me conformo. En todos estos casos reconozco que no me importaría ganar un poco de tiempo.

Y también me hubiera gustado ganar ese tiempo para poder aprovechar una interesante iniciativa de Kínder Chocolate en su última campaña ·"Actívate con Kínder Chocolate". Ofrece actividades extraescolares a niños de a partir de los 3 años dentro del ámbito del arte, deporte, música o idiomas. Me parece importantísimo incentivar el desarrollo de la creatividad y la realización personal de los más peques. Más allá del ámbito escolar, los niños pueden divertirse y seguir aprendiendo con multitud de actividades. Motivar la mente despertando los sentidos y mover el cuerpo es la combinación perfecta. En nuestro caso, llevamos a nuestro peque a piscina desde antes de cumplir el añito y en breve lo llevaremos a sus primeras clases de inglés aunque está claro que todavía no ha demostrado preferencia por nada y somos nosotros los que decidimos por él. Desde bien pequeños, los niños son esponjas que lo absorben todo así que sería una lástima no estimularlos con cualquiera de estas actividades. Si queréis más información acerca de esta promoción, podéis informaros en este enlace: www.activateconkinderchocolate.es

Hasta pronto mamis!!

domingo, 9 de marzo de 2014

Más de lo que necesitan


Los niños son los caprichosos por excelencia. Lo quieren todo, sobre todo aquello que tienen sus amigos o compañeros de clase. Esas zapatillas deportivas, la mochila, el último videojuego, etc. Empiezan desde bien pequeños haciendo una larga y elaborada carta a los Reyes Magos. La cuestión es pedir. Pedir y esperar a que de vez en cuando caiga algo, aunque sea para la visita de los abuelos que viven lejos y vienen de tanto en tanto. En mi época no caía nunca todo lo que pedía aunque sabía que las dos cosas que más ilusión me hacían acabarían en mis manos. Y esos juguetes duraban y duraban. Y si me cansaba, pues le cogía los zapatos a mi madre y me montaba mis películas. O me ponía música, abría la puerta del armario con espejo de cuerpo entero y creaba unas coreografías que ni en Flashdance. La imaginación era la base de cualquier entretenimiento. Y no me aburría, os lo aseguro. Desgraciadamente, esto ha cambiado un poco.

He ido a suficientes fiestas infantiles (incluida la que yo misma organicé para el primer año de mi hijo) como para constatar que los niños de hoy en día tienen más de lo que necesitan. Incluso añadiría que más de lo que son capaces de disfrutar. Como digo, he vivido muchas entregas de regalos a críos, críos de entre 2 y 4 años, y todo ha sido desmesurado. En apenas diez minutos los he visto abrir un regalo detrás de otro sin apenas llegar a fijarse en el paquete que acababan de abrir ya que había otro esperando a caer en sus manos. Las ansias por romper los papeles les impedía observar ese coche, esa muñeca, ese libro o vestido. Nada importaba ya que lo importante no era el qué sino cuantos. Peor es en niños más pequeños que no son conscientes de lo que están abriendo ya que ese juguete no tendrá sentido hasta que lo monten papá y mamá y les enseñen cómo se juega.

No es lógico que una niña de dos años reciba 20 regalos a la vez. La sobresaturación no la deja reconocer prácticamente nada y, desde luego, seguro que no necesita todo eso para entretenerse. En cuanto a los niños de más edad y conscientes, tanto regalo sólo hará que no valoren nunca nada. Y mucho menos que cada uno de esos objetos vale un dinero, que no cae del cielo. Por otro lado, olvidamos que para conseguir desarrollar sus mentes e imaginación, basta con ayudarles a descubrir la infinidad de cosas que se pueden hacer con lo más simple que tenemos en casa: manualidades, disfraces, dibujos, música, teatro.. En casa de mi abuela nunca tuve juguetes más que alguna muñeca que me podía llevar de casa. Pasaba los fines de semana calzándome sus zapatos, bolsos, pendientes y haciéndome túnicas con telas que había en sus armarios. Y cuando se acababan las ideas, a jugar al parchís. Me temo que hoy en día pocos niños podrían sobrevivir a un fin de semana sin su consola o DVD. Pues en mi infancia sólo teníamos tres canales de televisión!

En mi época existía lo que se llamaba espera. Espera de un año a otro para que los Reyes me trajeran una nueva peli Disney. Hoy en día a través de Internet se ve cualquier cosa. En mi niñez, recibía una o a lo sumo dos Barbies al año. En una fiesta infantil reciente, la anfitriona recibió tres en apenas diez minutos (y sólo por parte de amiguitos). Sólo diré que en todas las fiestas de peques a las que he ido en estos últimos tres años, no he visto a un sólo crío al que le haya dado tiempo a abrir más de dos cajas una vez desenvueltas. La rapidez con la que caían las bolsas era tal que había que ir amontonando los regalos. Como si se tratara de una boda de las de antaño en las que se entregaban regalos de la lista de boda. No digo que no tengan ilusión los niños de hoy en día pero, desde luego, ya no es lo mismo.

No sé cómo lo haré con mi propio hijo pero me gustaría que no diera por sentado ni ganado nada. Si ahora no pide nada (porque no es consciente aún), y ya tiene más de lo que puede disfrutar, ¿qué tendrá cuando se encapriche de todo lo que vea por ahí? ¿Cómo le explico que quiero que tenga pocas cosas pero valiosas? Quiero que se canse de jugar con sus cosas, no que le falte tiempo para jugar con ellas.

No quiero que penséis que me hago especial diciendo estas cosas porque soy una víctima más del consumismo y la exageración. Hoy mismo he cubierto de regalos a mi sobrina de dos años. El problema es que, como yo, lo ha hecho el resto de la familia y al verlo he unido reflexiones anteriores de otros cumpleaños infantiles. Mi sobrina apenas ha reconocido un par de los regalos, el resto... nos hacen ilusión a nosotros. Es como cuando los disfrazamos con un añito. Este año fue una auténtica tortura para los peques de P1 de la clase de mi hijo. Ninguno quería dejarse emperifollar pero.. ¿y la gracia que nos hacía a nosotros fotografiarlos así de monos? Entonces ¿es una fiesta para ellos o para nosotros? Jeje.. Creo que esto es materia de otra discusión.

domingo, 23 de febrero de 2014

Hiperactividad

Los bebés hacen mucha gracia. Cuando comienzan a sonreír, balbucear, gatear, caminar, jugar... Cada cosa nueva que hacen nos encanta y nos enternece. Es más, hacemos palmas por cualquier tontería inesperada. Y esto lo llevamos fenomenal siempre que no se escape de nuestro control. Porque cuando dejas de tener a tu bebé tranquilo y sosegado en un lugar acotado, comienza una nueva etapa. Para algunas madres, una etapa de desespero. En estas estoy yo misma.

Muchas madres me decían, como primeriza que soy, que cuando mi hijo comenzara a caminar se acabaría lo bueno y echaría de menos los primeros meses. Por dentro pensaba que no sería para tanto y que esta nueva etapa tendría más cosas buenas que malas. Pues bien, comenzó hace unos meses a caminar y con sus primeros pasos llegaron también las caídas y golpes. Era previsible, de acuerdo. Poco después fue la manía de subirse a sitios poco apropiados. "Es cuestión de hacerle entender que eso no puede hacerlo", pensé. Pero ahora mismo el panorama no ha mejorado demasiado, todo lo contrario puesto que ese bebé explorador se ha convertido en un niño hiperactivo tocalotodo y amante de la destrucción. Y esto ya no hace tanta gracia.

Por poner algunos ejemplos, os diré que a los 18 meses del bebé se acabó el secarte el pelo, limpiar, mirar el ordenador o simplemente lavarte los dientes mientras dejas al niño jugando en su habitación o mirando los dibujos porque se aburre a los cinco minutos de hacer aquello con lo que lo creías distraído. Lo que quiere es merodear por el piso y coger cualquier cosa que NO sea un juguete. Cogerlo, lanzarlo al suelo o, con suerte, esconderlo en el lugar más inesperado. Y esto ya no te gusta porque sea lo que sea, continúa entrañando un peligro y trabajo extra "Qué hace esto aquí. Cómo ha llegado esto aquí. Cómo narices ha metido esto aquí", son frases habituales en nuestra vida. Sin ir más lejos, ayer metió en la lavadora su libro para pintar, dos marcos de foto y un cartón de leche lleno que al caer rompió en pedazos uno de los cristales de los marcos. Pero su pasatiempo favorito es coger patatas o cebollas y lanzarlas al suelo por toda la casa, Eso, cuando no se mete en la ducha vestido para jugar. O cuando no abre el grifo del bidet y se moja todas las mangas del jersey. Aunque ahora ha descubierto lo que es meter sus muñecos del Lego dentro de la taza del wáter. La velocidad con la que es capaz de empalmar una trastada con otra hace imposible perderlo de vista más de 30 segundos. Así que os podéis imaginar la odisea que supone estar sola con él y querer hacer cualquier cosa que requiera dejarlo a su aire cinco minutos. Toca resignarse y acotar su terreno de acción lo máximo posible.

Dicen que es cosa de niños. El tópico ese de que los nenes son más nerviosos, traviesos y destructores . Yo ya comienzo a temblar ya que si cuando apenas llega a la mesa y sin conocimiento suficiente para maquinar diabluras lía lo que lía, qué nos espera dentro de tres años?? Su mayor placer es ver caer las cosas y oírnos gritar por sus trastadas. Si esto dura unos años, habrá que ir pensando en canalizar toda esa hiperactividad apuntándolo a taekwondo. Lo peor es que ese nerviosismo no lo saca solamente en casa. Si vamos a una cafetería, ha de buscar algún sitio al que subirse o algún botón que apretar, da igual si es el del lavavajillas de los camareros. Si estamos en una tienda, acabará cogiendo los zapatos expuestos o abriendo las cortinas de todos los probadores. Así que, de nuevo, si estoy sola con él, los planes se reducen al parque o quedarnos en casa. Porque lo del cochecito está bien un rato, nada más. Y no quiero que nos prohíban la entrada en ningún local.

Pese a todo, esa sonrisa de pillo y las carcajadas que suelta cuando soltamos un "Nooooo" con cada travesura nos desmontan, nos deshacen. Al fin y al cabo, son niños. Pequeñas máquinas de destrucción, pero niños. Y sólo serán niños una vez en la vida.

Os dejo una prueba de la trastada de la lavadora




jueves, 23 de enero de 2014

In Vitros Inconfesables


Hasta que nos lanzamos a buscar el bebé no tenemos ni idea de si la criatura va llegar rápido o no. Por supuesto, nos imaginamos ese momento en el que nos hacemos el test de embarazo en el baño de casa, sale positivo y damos la noticia a nuestro marido con una sorpresa inolvidable. Pero no siempre sale todo rodado. A veces se hace esperar meses e incluso años. Y entonces llegan las pruebas médicas y con ellas un diagnóstico, probablemente, de infertilidad. Esto suele frustrar a las parejas. Y no es fácil reconocer abiertamente que hay un problema y que se necesita ayuda especializada. Para muchos se convierte en un secreto, incluso tras nacer el esperado retoño.

Tenemos mucho que agradecer a la ciencia. Y es que, gracias a ella, muchas parejas pueden hoy en día ser padres biológicos pese a que sus problemas de fertilidad, estén relacionados con la mujer o con el hombre (aunque siempre con matices, claro). Por ello, hoy se convierten en madres mujeres de más de 40 años y ya no es un escollo insalvable que los espermatozoides sean vagos. Existen las inseminaciones artificiales y las fecundaciones In Vitro por no hablar de los bancos de semen o los vientres de alquiler aunque esto último no se haya normalizado tanto en nuestra sociedad. Décadas atrás, una pareja poco fértil debía renunciar a tener un hijo o bien mover cielo y tierra para adoptar uno.

Pese a que los tratamientos de fertilidad están al orden del día, más aún con la contaminación que tenemos, el estrés y los malos hábitos de vida, todavía hay quién no quiere hablar abiertamente de que ha recurrido a ayuda para conseguir el embarazo. Y no me estoy refiriendo a explicarlo a la vecina, el kioskero o la peluquera, no, me refiero a que hay parejas que lo ocultan a sus propios amigos. Vaya por delante que respeto los sentimientos de todos pero no veo natural esa postura. Para mi, quedarse embarazada es lo más bonito que le puede pasar a una mujer y es el sueño cumplido de la inmensa mayoría. ¿Qué más da si ha habido un tratamiento? Lo importante no es cómo se llega si no llegar. Y si hoy podemos contar con esa ayuda, con más razón aún hay que celebrarlo. No sé si se trata de vergüenza, orgullo o querer aparentar que todo ha ido genial y a la primera. Y esto sí que me da rabia, la expresión “A la primera”, como si se tratara de meter canasta. Porque si ha sido a la segunda o a la quinta, no se dice nada, claro. Repito, ¿Y qué más da? Por supuesto, si delante hay una pareja a la que les ha llevado un tiempo conseguir el deseado embarazo, lo de recitar el cuento de la puntería de oro sobra. Porque sabemos que perseguir el embarazo puede producir ansiedad. Para algunas mujeres se convierte en obsesión y si encima han de escuchar a otra decir que sólo una vez que hicieron el tonto dieron en la diana, la frustración que esto les producirá no las ayudará en absoluto. Así que sensibilidad durante la búsqueda sí, naturalidad con el embarazo, también, vacile con la puntería, no, gracias.

Es curiosa la situación de saber cuando una pareja ha recurrido a una Fecundación In Vitro pero tener que disimular cuando te dan la noticia de que vienen dos. Optas por no hacer la inevitable pregunta de si en la familia hay antecedentes de gemelos, más que nada por no ponerlos en un aprieto. Y te dedicas a celebrar el regalo doble que les va a llegar. Y por dentro piensas “¿Por qué ha de ser un secreto? ¿Él se sentirá menos hombre por tener un problema?” No lo entiendes pero lo respetas y sigues el juego. ¿Y qué decir de parejas a las que les cuentas tu experiencia pero cuando les toca a ellos, callan y te enteras por otro lado de que se sometieron a un tratamiento tras un aborto.

Para algunos, las FIV se han convertido en algo inconfesable como titulo en este post. Seguramente, para muchas esto sea algo demasiado intimo aunque me parece igual de intimo que me expliquen con detalle la noche en la que se liaron la manta a la cabeza y encargaron a su retoño. Pero, como digo, hay que respetar todas las posturas. Por suerte, sigues escuchando casos de embarazos “milagrosos”, esos que llegan de forma natural después de abortos, primeros bebés por In Vitro o incluso habiendo adoptado un par de niños rusos tras superar un cáncer. Eso sí que es un regalo de la naturaleza. ¿Y a que apetece celebrarlo en voz alta? Pues como todos los niños, vengan como vengan y cuesten lo que cuesten. Porque lo importante es el qué y no el cómo.


domingo, 12 de enero de 2014

Entretener a los niños en casa




Hace unos días, la autora del Blog "No soy una drama mamá" dedicaba un post a un tema que yo misma le sugerí porque me interesaba especialmente: cómo conseguir tener entretenidos a los niños en casa. A ciertas edades tempranas es complicadísimo que los peques se distraigan un rato largo en casa. Esto conlleva que nosotras no tengamos ni cinco minutos para hacer cualquier tarea o sencillamente relajarnos. Así que hasta que llega esa edad en la que pasan las horas en su cuarto con sus juguetes, toca echarle imaginación al asunto o acostumbrarse a llevar un perrito faldero enganchado a nosotras por toda la casa. Lo malo es que suelen ser perritos falderos terroristas a los que no se les ocurre una idea buena.

Mi hijo tiene más juguetes de los que necesita y sabe utilizar y lo más divertido para él es pasear las piezas, porque todo lo que entra por casa tiene un mínimo de diez piezas, por toda la casa. Así, acabo encontrando formas del Lego en la cesta de la ropa sucia, debajo de la mesa, debajo del sofá, en su bañera, en la bolsa del reciclaje y en cualquier rincón insospechado de su cuarto. Perseguirnos es, por supuesto, su hobby preferido y, como dije en el anterior post, colarse en los sitios más peligrosos es su adicción. Así que mientras no podemos estar con él en su habitación enseñándole juegos, se convierte en nuestra sombra. Porque, decididamente, a los 17 meses todavía no funciona lo de los dibujos animados. Si sale alguna canción, puede que se acerque a la pantalla pero un capítulo de Dora la Exploradora no lo aguanta ni en broma. Lo de Baby Beethoven todavía cuela de tanto en tanto pero me temo que los 12 meses de emisión continuada lo han quemado demasiado.

Carmen nos recomendaba los juegos de construcción. Por supuesto, es de lo que más tiene. Pero tiene toda la razón del mundo cuando comenta que la destrucción es más bien lo que les entusiasma a estas edades. Nosotros construimos y él lanza al suelo. Esto sieeempre va seguido de una carcajada. Por muchas veces que lo repitas, se troncha en cuanto cae al suelo. Y si fingimos horrorizarnos para hacerlo reír, ya lo tenemos en el bote. Pero como dice una amiga mía, la etapa de los cinco minutos es larga y pesada. Si, amig@s, nada le entretiene más de cinco minutos. Ni los puzzles, ni el Lego, ni los coches...Quemas un juego y ya has de pensar en otro. En realidad, somos nosotros los que utilizamos los juguetes y ellos miran, tocan, tiran al suelo y, de paso, aprenden cada día un poco más. Pero no nos engañemos, tenemos que ser nosotros los que nos metamos en el fregao, por lo menos a la edad de mi hijo.

Lo de pintar está verde en casa. Algún rayote hace pero creo que todavía no le ha cogido el tranquillo. O tal vez no le guste todavía, porque al fin y al cabo, lo que toca es que raye y raye. A veces pienso que a los niños les ponemos demasiados juguetes delante y no tienen tiempo de aprender a jugar con cada cosa porque reciben demasiados estímulos a la vez. Unos hacen música, otros corren por el suelo, con otros se construyen cosas, otros son peluches que cantan canciones, luego están los puzzles, los lápices de colores y no nos olvidemos de la moto! En Navidad es un no parar de juguetes nuevos. Y a esta edad, creo que con un par o tres iría sobrado. Si ni tan siquiera pide nada!

Lo de jugar con otros niños es otra cosa que aún ha de madurar y tengo ganas de que llegue ya el momento de relacionarse de verdad con otros nenes. Aunque es gracioso ver como los mayores lo persiguen para jugar y él va a su bola. Seguramente en un par de años se inviertan los papeles. Él los perseguirá y los mayores se aburrirán porque no les puede seguir el ritmo. Si tuviera un hermanito, seguramente todo sería diferente. Veremos qué ocurre cuando él sea el mayor de la casa.

En resumen, he de decir que a esta edad, hay que echarle paciencia para que aprenda juegos básicos y, como comentaba otras veces en este Blog, sólo se divierten con nosotros. Lanzar las cosas al suelo es la máxima diversión, eso y tocar todo lo que se les ponga por delante. Aunque se trate de patatas y cebollas que luego tocará recoger en el pasillo. Propósito de año nuevo: comprar candados para cocina y baños. Continuamente hay que tener un ojo encima de los niños a esta edad, no nos podemos distraer ni un segundo. Y si es en casa ajena, todavía más! A mis padres ya les he redistribuido decoraciones delicadas y ruidosas en estanterías superiores.

Otro día hablaremos de los parques. De como las madres novatas nos preocupamos al principio porque no queremos que se llenen los zapatos de tierra o se ensucien demasiado la ropa y al final dejaremos que vuelvan negros a casa porque lo que toca es que se rebocen. En mi última visita al parque me tocó lavarle la boca de tierra pero prometo reconciliarme con estos jardines de recreo.

Así que no desesperéis si se os agotan las ideas en casa porque los niños se las inventan todas para distraerse. Y la gran mayoría de veces, lo más simple es lo más efectivo!

sábado, 28 de diciembre de 2013

Segundas Navidades con niño



Antes que nada, me gustaría desearos unas muy felices fiestas. Espero que hayan comenzado con mucha alegría y relax. Aunque lo de relax puede ser relativo dependiendo de la edad de los niños. Estas están siendo mis segundas Navidades con peque y puedo decir que todo es mucho más difícil, sobre todo cuando hablamos de un bebé de 16 meses. Pero como llevo una niña dentro, sobre todo en esta época del año, nadie me gana en actitud!!

Puede parecer una tontería pero cualquier cosa que años antes hacíamos en unas pocas horas, ahora es mucho más complicado y, por consecuencia, las pilas se nos agotan muuucho antes. Aprovechando que tengo unos días de vacaciones, decidí disfrutar al máximo de mi hijo. Dicho y hecho, el nene se ha convertido en mi sombra. ¿Qué problema puede haber en hacer las compras navideñas, preparar la cena de Nochebuena, ir a buscar regalitos y pasear con él arriba y abajo? Pues bien, para comenzar, ese bebito que el año pasado iba durmiendo en su cuco casi todo el día, en ese cochecito en el que abajo podía poner toda la compra sin problema...pues ese bebito se ha hecho mayor y el Casualplay es ahora un Maclaren con capacidad limitada. Así que el niño se agobia, protesta, se cuece con su plumón, gorro y bufanda, y en lugar de ir una vez al supermercado, hay que ir a comprar en tres tandas con bolsas colgando de las orejas.

A la hora de preparar la casa y la cena para nueve personas, tienes una personita tocándolo todo, lanzando juguetes contra el árbol de Navidad y, por supuesto, acercándose al peligro, si puede ser debajo de los fogones encendidos, mejor que mejor. Así que si antes eran cuatro manos las encargadas de prepararlo todo, ahora dos de ellas se tienen que dedicar en exclusiva a entretener y vigilar al niño si no queremos quedarnos sin copas. ¿Qué quiere decir eso? Pues que te encargas tu solita de toda la cocina y para cuando llega la familia ya estás para sentarte en el sofá.

¿Qué ocurre durante las cenas o comidas? Pues por experiencia propia y reciente, se acabó lo de comer un plato sin levantarse. En Nochebuena se juntaron mi hijo y mi sobrina, sólo cinco meses mayor que él. A los 15 minutos ya querían bajarse de la trona así que comenzaron a revolotear por el comedor. De nada sirvió traer los juguetes para tenerlos controlados. Mientras uno iba a buscar constantemente al abuelo para que se levantara a jugar, la otra lo perseguía. Así que después del primer plato, los niños y parte de la familia ya estaban en el cuarto jugando. Creo que todos sentados juntos a la mesa sólo estuvimos unos diez minutos. Por supuesto, esa noche el niño se acostó a las doce de la noche. ¿Y creéis que lo compensó por la mañana? Ni de broma.

Lo de ir a pasear y buscar regalos es parecido a lo del supermercado sólo que con mucho más bullicio de gente y calor, mucho calor. ¿Por qué no tienen piedad de nosotros y bajan la calefacción si la tienda está llena hasta los topes? Cuando llevas tres o cuatro tiendas con el nene en el cochecito, te da pena ver esa carita de resignación. Y si decides sacarlo para que camine mientras esperas a que te atiendan, probablemente sientas cómo la dependienta te clava la mirada y parece que la oigas decir “Más te vale tener controlado a ese monstruito”

¿Y qué me decís de buscar un puñetero ascensor en el típico centro comercial de ocho entradas laterales y tres plantas? Lo peor es encontrarlo y tener que hacer cola de diez minutos para meterte en calzador entre guiris y jóvenes a los que no les da la gana bajar por las escaleras mecánicas.  Realmente, moverse con el cochecito por según qué sitios es un acto de fe. Pido un carril cochecito YA!

Este año nuestro peque no entiende de Reyes Magos ni Papa Noel así que los regalos pueden estar desperdigados por la casa que no pregunta, si acaso mete mano. Pero pronto habrá que disimular y esconder. Efectivamente, amigas, mi pregunta a la desesperada es ¿¿Dónde narices voy a meter todo esto?? Sé de amigos que recurrieron al maletero del coche. Realmente, habrá que echarle imaginación porque los niños lo tocan todo. Y como novatos que somos, todavía no nos hemos acostumbrado a dejar las cosas importantes en alto. A modo de anécdota os diré que ya hemos tenido que anular alguna que otra tarjeta de crédito ante la duda de que la hubiéramos perdido por ahí. Por supuesto, nunca salió de casa.

Pese a que todo es más estresante y la logística se ha complicado, las fiestas con niños son infinitamente más alegres. Eso sí, todavía es una tontería gastar dinero en juguetes. Las piezas de espuma de su alfrombra de juegos y las pinzas de la ropa siguen siendo sus juguetes favoritos. Así que, queridos Reyes Magos, pasad de largo de El Corte Inglés y paseaos por un Schlecker, que de paso hacéis un favor a mamá ;-)

Feliz 2014 a tod@s!!!



viernes, 13 de diciembre de 2013

Aprendiendo rápido



Siento tener esto tan parado las últimas semanas pero me faltan horas para hacer todo lo que querría. Y lo hemos tenido algo enfermo otra vez. No voy a volver a hablar de la guardería y sus omnipresentes virus, sólo voy a pedir que se cumpla esa teoría con la que me consuelan muchas: que toda la fiebre que está pasando ahora lo convertirá en un niño más fuerte con defensas de hierro. Tiene que haber compensación por algún lado!! Pero no anda sobre bronquitis ni otitis el post de hoy sino de que me he dado cuenta de que en el último mes mi hijo ha cambiado. Sí, ese bebito que aprendía a caminar y a llevar cositas de una habitación a otra, ese renacuajo al que se le pasaban las horas jugando con las pinzas de la ropa, ese mismo está aprendiendo a una velocidad impresionante.

Como buena novata que soy en esto de ser madre, no sabía cuando ni cómo me daría cuenta por ejemplo de que mi hijo entiende lo que le digo. Que lo de repetir "mama", "papa" y "guau guau" lo tuvo claro desde prontito, eso estaba claro. Pero resulta que ya comprende cuando le decimos que coja algo y lo ponga en su sitio, que se lo lleve a su abuelo, que nos de la manita, que toca dormir o tomar la medicina, y así un largo etcétera. Pensadlo un momento. Pasar de hacerlo todo tú automáticamente con él a decirle que haga algo solo y este lo haga es un paso adelante que, sinceramente, cuando lo ves por primera vez te deja con la boca abierta. Por ejemplo con los juegos: Esa piececita que nunca entraba por el agujero correspondiente, la mete bien! Las figuritas de madera  que forman un marco ahora las encaja a la primera en su sitio correcto. Apila los cubiletes uno encima del otro. Y qué decir que cuando llega cualquiera a casa y lo agarra de la mano hasta su habitación, enciende la luz y lo sienta a jugar con él. Es entonces cuando pienso "Espera, esto, ¿desde cuando narices lo hace? ¿¿Tan rápidamente me pasa su vida que ni me entero?? A las madres veteranas os parecerá muy normal tratándose de un niño de 16 meses. Igual hasta alguna cree que esto muchos lo hacen antes, no tengo la menor idea. Pero estoy segura de que cuando os fuisteis dando cuenta de lo que aprendían vuestros hijos, os emocionasteis igual.

Puedes calcular cuando tu hijo aprenderá a leer, a pintar o a sumar 2 + 2. La guardería y el colegio te guían de alguna manera. Pero los instintos básicos aparecen sin avisar. Y cuando crees que sigues hablando "sola", un día repite contigo "caca". Y enseguida piensas "Primer paso para la operación pañal conseguido. Sabemos decir la mitad de la información básica!! Ahora vamos a por el pipí! También te parece que ha llegado el momento de cuidar el lenguaje al máximo delante de él y de no criticar nuuunca a nadie conocido en su presencia. Vale, quizás esto sea para más adelante, pero no hay que olvidarlo, jeje. El caso es que te motivas y te da por enseñarle los colores en inglés mientras le cambias el pañal, que el tiempo es oro.

Y si el niño ha aprendido a jugar con más sentido y a señalarse la nariz, orejas, cabeza, boca, manitas y ombligo (quién no ha gravado a su hijo realizando esta clase básica de anatomía??), también ha aprendido a expresar algo que nos sacará de quicio hasta el extremo. Me refiero al temido y odiado "NO". ¿Por qué antes del sí aprenden el no? ¿Por qué sabes que cuando gira la cabeza con ese ímpetu ya no hay nada que hacer? El caso es que saben perfectamente lo que quieren y cómo conseguirlo. Y esta es una etapa difícil porque los razonamientos y castigos pueden resultar muy poco efectivos al no tener un feedback que confirme que entiende lo que le dices. A saber cómo razonan en su interior todo aquello que viven. Es un misterio... Pero la verdad es que si ellos aprenden, nosotros también lo hacemos. Aprendemos a relacionarnos con ellos, a entenderlos, ayudarlos y a mostrarles que estamos ahí, siempre, acompañándolos en cada paso, incondicionalmente.

Antes de acabar este post, quería hacer una mini reflexión que sé que nos pone un escenario muy, muy lejano a las que somos madres de niños tan pequeños. Cuando veo Hermano Mayor, el momento que más me entristece es cuando veo a los padres mostrando imágenes de sus hijos conflictivos cuando apenas eran unos bebés. Todos nacen siendo criaturas inocentes, inofensivas, tiernas, pura bondad... Quiero pensar que cuando nacen colman de felicidad a unos padres que tienen mil planes para ellos. Planes que seguro pasan por estudiar y llegar a ser personas independientes con un buen trabajo. Pero lo que nos enseñan en el programa (y me consta que son casos reales) son unos chavales violentos y en muchos casos enganchados a las drogas. Me da mucha tristeza pensar que esos chicos fueron bebés como los nuestros y que luego se transformaron. Algunos por culpa de las circunstancias de la vida, otros porque no recibieron la atención que necesitaban por parte de su familia. Pero ninguno estaba marcado al nacer. Todos tenían la oportunidad de escoger otro camino. Porque el tener dinero o no tenerlo no determina que una persona sea buena o mala. La conclusión a la que llego es que tenemos una responsabilidad enorme y que por muchos baches que puedan aparecer en nuestra vida, no hay excusa que valga para dejar de guiar a nuestros hijos. Y la educación es una carrera de fondo, vaya si lo es.

Y como la Carbonero en su criticado post, voy a cambiar radicalmente de tema en mi despedida ;-) En mi próxima entrada, el tema es obligado, la Navidaaaaad!! Este año, nuestro peque todavía no pide nada a los Reyes. Así que volvemos a escoger nosotros por él. No hace falta que os diga que me conformo con que el tamaño de los regalos no supere las dimensiones de nuestro pequeño piso. Que ya hemos perdido un carril de circulación en el pasillo y ni tan siquiera está de camino Papa Noel todavía... Hasta la próxima!!